Es más que pertinente traer aquí dos libros de Leonard Cohen: después de treinta ediciones, el jurado del premio Príncipe de Asturias decidió conceder este año, por primera vez en el apartado de Letras, su galardón a un cantante. Al igual que cuando Bob Dylan ha estado nominado (y en algún caso, favorito en las apuestas) para el Nobel de literatura, Cohen recibe, obviamente, este premio por las letras de sus canciones no por su música, sino por su producción literaria, que ahora se ve felizmente reeditada al calor del premio.

También es oportuno empezar por la parte más insólita: la narrativa, a través de una novela que Cohen escribió hace casi cincuenta años y que ahora reaparece en Edhasa, El juego favorito, donde un alter ego adolescente del autor pasea por las calles de Montreal descubriendo el mundo y perdiéndose a sí mismo en el camino. A pesar de haber sido publicada en 1963, cuando Cohen no había alcanzado la treintena, no se trata de un autor buscando una voz propia, sino lo que está buscando es la forma que esa voz ha de tener ante los demás: en ese año ya había publicado dos libros de versos, pero ningún disco. Como señaló en su discurso de recepción del Príncipe de Asturias, no fue hasta después de leer a Lorca cuando encontró exactamente lo que quería decir. Permítanme citar ese discurso, justo cuando habla del poeta granadino y de lo que aprendió: "Nunca debemos lamentar. Y si queremos expresar la derrota que nos ataca a todos, tiene que ser en los confines estrictos de la dignidad y de la belleza". Si hay algún profesor de secundaria leyéndome ahora, por favor: dé a sus alumnos en clase el texto completo del discurso. Les enseñará en apenas siete párrafos qué es realmente la poesía.

Volviendo a la novela, es, como puede preverse, una novela de iniciación donde aparecerán prefigurados los temas que han acompañado la discografía y poesía del autor: la soledad radical, el deseo, el impulso sexual, la derrotaÉ mediante auténticos puzles de palabras e ideas, que tratan de introducirnos en la mente del autor.

El volumen de poemas titulado El libro del anhelo contiene unas doscientas poesías y otros tantos dibujos, y tienen el interés de que, aun dentro de la poética de Cohen, muchos de ellos fueron escritos durante el tiempo que el autor se hizo ordenar monje budista, y vivió en el monasterio de Mount Baldy con el sobrenombre de El silencioso. Como señaló él mismo al recoger el galardón, "la poesía viene de un lugar que nadie controla", y las composiciones fechadas en esa "época zen" parecen venir de un lugar especialmente oscuro, donde ha estado jugando con una mirada más sencilla sobre las cosas y la inevitable burla hacia sí mismo. También hay numerosos poemas que no corresponden a su retiro, pero sí a una de sus peores épocas: en esos años, su representante aprovechó para robarle todo el dinero que Cohen había ahorrado, lo que obligó al cantante a volver a los escenarios en una agotadora gira mundial que le hizo desmayarse durante su concierto de Valencia.

Fue el colofón a una representación del antihéroe, la materialización del personaje que quizá el propio artista no pueda separar de sí mismo, que tanto atrae a sus fans en todo el mundo, y que quizá queda brevemente reflejado en una de las frases del libro: "Yo soy vuestra niebla. Pero no tengáis miedo".