El reinado de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón resulta uno de los más decisivos de nuestra Historia: culminaron la Reconquista; oficializaron la Inquisición; impusieron la uniformidad religiosa expulsando a las personas judías, y obligando a la conversión de las musulmanas; apostaron por los descubrimientos transatlánticos; encargaron la primera gramática de una lengua romance (la escrita por Antonio de Nebrija en colaboración con su hija Francisca)É

Además, diseñaron una hábil política exterior, mediante las bodas de sus descendientes. Seguro que recuerdan las desdichas de Juana I de Castilla (casada con "Felipe el Hermoso", hijo del emperador Maximiliano I de Austria) y de Catalina de Aragón (unida al príncipe heredero inglés, Arturo Tudor; y posteriormente al hermano de este, Enrique VIII). Menos información solemos tener sobre el único hijo varón (Juan), que murió muy joven, siendo esposo de Margarita de Austria; y sobre las otras dos mujeres (Isabel y María), artífices de la alianza con Portugal: desposaron a la primera con el infante heredero Alfonso y, cuando quedó viuda, con el rey Manuel I, quien se casaría posteriormente con María y, por último, con la sobrina de ambas, Leonor de Austria.

La historiadora María Pilar Queralt del Hierro (Barcelona, 1954) recrea la vida esas cinco mujeres, a través de una novela en forma epistolar, que nos permite acceder directamente a sus voces y a sus pensamientos. Cada una con su propia personalidad, sus pasiones y sus temores, todas tienen en común el subordinarse al deber, y el haber recibido una cultura notable.

Resulta loable la voluntad de arrojar luz sobre esas damas, casi desconocidas para la mayor parte del público. También es de alabar que la autora opte por un retrato de Isabel de Castilla distinto al oficial, que explique la locura de Juana desde otra perspectiva, que evite caer en la trampa de complacernos con falsas intrigas. Sin embargo, no era necesario inventar personajes secundarios: las instructoras de las infantas ofrecían suficientes atractivos para otorgarles ese papel. Además, echamos en falta que profundice en los cambios que para las féminas supuso el paso de la Edad Media al Renacimiento; y en la importante labor cultural desarrollada en territorio luso por las dos últimas esposas de Manuel I.

Las damas del rey es una novela digna, con protagonistas bien perfiladas. Aunque serían deseables un poco de riesgo literario, y una cierta amplitud de miras, se percibe la documentación previa, el dominio para transmitirla, el interés en las figuras femeninas, la vocación didáctica (de ahí los apéndices históricos y bibliográficos). No en vano, María Pilar Queralt del Hierro ha ejercido como profesora universitaria, y se ha especializado en biografías (Balaguer, Madres e hijas en la Historia, Novias reales, Agustina de Aragón, Mujeres de vida apasionada, Las mujeres de Felipe II), libros de viajes (Ciudades españolas Patrimonio de la Humanidad; los ocho tomos de Un país sorprendente, en coautoría con Javier Tomé) y novelas históricas (Los espejos de Fernando VII, Leonor, La rosa de Coimbra, La pasión de la reina).