Se ha trabajado también en la fachada lateral de la parroquia de San Mauro, actuación dirigida por Jaime Giner Martínez. Al tanto de las otras tres, Rafael Silvestre ha sido el autor de dicha empresa en la iglesia del antiguo asilo de los pobres. Víctor García Terol ha llevado a cabo la intervención en la parroquia de Santa María, y la actuación en el edificio para la Mare de Déu, desacralizado en la actualidad, a cargo de Màrius Bevià y Santiago Varela. En todas ellas se apuntan argumentos críticos ante las diferentes situaciones del locus urbano.

La Mare de Déu se ubica en una zona urbana muy degradada, a consecuencia de la demolición y derrumbes de numerosos inmuebles, con manzanas transformadas en solares. El mismo inmueble de estilo académico, ahora restaurado, se encontraba en situación similar, cuyo deterioro era muy avanzado.

Su fachada recae a una plaza de reducido tamaño, escasamente configurada, al faltar los edificios en los laterales, que impiden conformar las dimensiones del espacio, en particular que ayuden a la definición en la jerarquía del edificio restaurado. Así, la actuación, además de la necesaria intervención en el inmueble, ha trascendido a la reconfiguración del espacio urbano.

A tal efecto, recordemos cómo la Declaración de Amsterdam del año 1975 ya profundizaba en la relación de la arquitectura con sus entornos y los conjuntos, considerados como objetivo principal en la actuación urbana, proponiendo la conveniente conservación integrada.

En nuestra restauración el alcance va más allá de las medidas de intervención en el edificio, pasando a definir y a contextualizar su papel con relación a la plaza, para lo cual se ha reconstruido un pequeño edificio adosado al lado norte. También se ha actuado mediante el recurso a colocar una estructura, a modo de bambalina o cancela calada, realizada en hierro, denotando de este modo su carácter efímero en la implantación, que permite definir el papel urbano y cultural de la fachada que, en su origen, estuvo centrada en esa alienación.

En la iglesia de Santa María la situación resulta bien diferente. El edificio tuvo origen barroco, si bien quedó arrasado en el periodo comprendido entre los años 1936 a 1939. Más tarde, en la década de los cuarenta, a partir de las iniciativas promovidas desde la Junta de Reconstrucción de templos, se planteó su reconstrucción, adoptando como criterio la reposición formal. Entonces, bajo la dirección técnica del arquitecto Roque Monllor se desarrollaron aquellos trabajos, con la pretensión de reponer la disposición barroca original, aunque en realidad se actuó manteniendo la tipología de inspiración barroca. El modelo tuvo algunos cambios en las dimensiones y proporciones, dando mayor importancia a la cúpula.

También debido a motivos económicos se simplificó la solución definitiva de la fachada principal, otorgando nuevo carácter monumental a la situada en la plaza de España. En el interior, resultó abigarrado el sistema estructural por encima del entablamento, dejando muy simplificado el orden portante inferior, resuelto con sencillez mediante la alternancia de macizos y vanos, rematados con los arcos circulares. El blanco aséptico, al gusto de la ideología dominante, proporcionaba una discreta uniformidad al conjunto.

Ahora, la actuación seguida introduce elementos figurativos y cromáticos de procedencia no justificada. Pues, como se ha señalado con anterioridad, fue el predominio del tipo arquitectónico el que respondía a las aspiraciones que justificaron la reconstrucción con carácter finalista, mientras el modelo quedaba cerrado en una comedida sencillez. Quizás en aquella delgada línea, al servicio de la reconstrucción, debió quedar la actual intervención.