Escribir sobre INFORMACIÓN me está obligando a realizar un extraño viaje hacia el pasado, hacia lugares y momentos que no visitaba desde hacía mucho tiempo. Pero también me está obligando a mirar hacia el futuro, un futuro sobre el que pienso muchas veces en relación con mi trabajo de escritora. El mundo está cambiando vertiginosamente y quien no se dé cuenta es que no tiene los ojos abiertos.

Mi padre volvía a casa del trabajo todos los días con INFORMACIÓN bajo el brazo. También mi abuelo, que vivía en el piso de abajo. De modo que, sobre ese objeto de papel, sobre sus hojas, he pintarrajeado, dibujado y trazado letras desde que era pequeña. Lo recuerdo perfectamente. Después de comer, mi madre se sentaba en su sillón y cogía el periódico que estaba sobre la mesita del salón. Tomaba el café mientras lo leía. De hecho, en casa se compraban dos periódicos, PUEBLO e INFORMACIÓN, ya que hablo de aquella lejana época del final de la dictadura. Guardo en mi memoria, a fuego, esa imagen de mi madre, con su café, en su sillón, leyendo, todos los días, primero uno y después otro periódico. Era su rato de tranquilidad, su momento. Luego, como buena madre, esposa y ama de casa, tenía que continuar trabajando en una jornada laboral de veinticuatro horas sin vacaciones, pagas extras, ni fines de semanas o festivos.

INFORMACIÓN ha estado, pues, presente en mi vida desde que tengo memoria. Estaba en mi casa antes de que yo naciera y continuó estándolo cuando me fui porque ya era periodista. Pero no sólo en mi casa. También, como he dicho, en casa de mis abuelos, que vivían abajo; y en casa de mis tíos, que vivían debajo de mis abuelos; y en casa de mis otros abuelos, y en la de mis otros tíos, y en la casa de los amigos de mis padres, y en la de mis amigas del colegio. Todo el mundo en Alicante leía INFORMACIÓN. Cuando me fui a Barcelona para estudiar la carrera de Ciencias de la Información, me extrañó descubrir que allí había unos periódicos de los que no había oído hablar nunca y que, encima (¡increíble!), nadie conocía el nuestro. Esa era la España de aquellos tiempos, el mundo de aquellos tiempos, a principios ya de los ochenta del siglo pasado.

Empecé a trabajar como periodista en Radio Alicante, Cadena SER. El destino me llevó a la radio sin pretenderlo (por unas prácticas que hice durante unas vacaciones) ya que, en realidad, lo que yo había querido siempre era escribir y trabajar en prensa. Pero ya entonces eso tan difícil del trabajo estaba fatal y tuve que quedarme en la radio durante los ocho o nueve años que fui periodista (luego pasé a RNE y a EFE). Pero como me gustaba escribir y los informativos de radio eran más bien breves y faltos de análisis, empecé a escribir artículos para INFORMACIÓN. Yo los mandaba y ellos, si querían, me los publicaban. Y, por suerte, me publicaron bastantes. En mi casa, mi familia estallaba de orgullo cuando salía algún artículo mío en papel impreso. Quién iba a sospechar a lo que me acabaría dedicando.

En aquellos tiempos, la corrupción política ya existía. A mansalva, no lo duden. Alicante estaba plagadita, aunque no se podía hablar de ello salvo que quisieras correr algunos peligrosos riesgos. Pero, como ésa es otra historia, aquí lo dejo. La cuestión es que abandoné el periodismo, aprobé unas oposiciones y acabé trabajando en Admisión de Urgencias del Hospital de San Juan. Allí estaba cuando se inauguró. Y estando allí, recuperé mi viejo sueño de escribir y empecé a trabajar en «El salón de ámbar» y en «Iacobus», mis primeros libros. Luego, pude empezar a vivir de la literatura y pedí una excedencia. Y hasta hoy. ¿Y qué ha pasado desde entonces hasta ahora€? Que el mundo ha cambiado de tal forma y que va a cambiar aún más de tal forma que dentro de cinco o diez años ya veremos de qué estamos hablando. Y aquí es donde empieza mi viaje hacia el futuro.

Como periodista me planteo qué va a pasar con esta profesión. Casi todos mis antiguos compañeros de curso se fueron al paro durante los años duros de la crisis económica, cuando tantos medios de comunicación (mal gestionados y tremendamente politizados) quebraron o despidieron a sus plantillas. Ahora la información viaja por internet, casi todo el mundo lee la prensa en su tablet y opina en las redes sociales, donde se generan las corrientes de opinión que, luego, movilizan a los medios tradicionales. Así que, como periodista (o ex periodista) y como escritora, lo que está sucediendo apunta a mi línea de flotación. Lo digital ha venido para quedarse y desear lo contrario es pedir la luna. Al papel aún le queda recorrido, no cabe duda, pero ¿cuánto? No lo sé. Sólo sé que la nueva generación, conocida como los Millenials, no lee en papel. Son nativos digitales y fundamentalmente audiovisuales. ¿Qué va a pasar con periódicos como éste o con los libros de papel? Espero que duren mucho, mucho tiempo porque, igual que los informativos de radio no me permitían el análisis profundo de los temas que me interesaban y encontré ese espacio en los artículos que este periódico me publicó hace ya tantos años, por mucho internet que tengamos sigue haciendo falta ese mismo espacio sobre este mismo soporte de papel para conseguir una lectura reposada y con la necesaria reflexión.

Aquella imagen de mi madre, sentada en su sillón, leyendo INFORMACIÓN todos los días, como buena alicantina, sigue siendo una realidad a día de hoy. Ella continúa leyendo INFORMACIÓN en papel, tomando su café. Para ella nada ha cambiado. Para sus nietos, en cambio, todo es distinto. ¿Y sus hijas€? Bueno, la vida nos ha hecho estar en los dos bandos. Mi generación se ha vuelto híbrida (así se nos llama, no es cosa mía). Como dice la maldición china, «Ojalá vivas en tiempos interesantes». Pues sí, estamos viviendo tiempos extremadamente interesantes.

No quiero despedirme sin hacer algo que me apetece mucho hacer: dar las gracias a INFORMACIÓN por haberme publicado cuando era una joven periodista de radio. En serio, gracias. Seguid así, seguid informando sobre Alicante, seguid acompañando el café de los alicantinos, contándonos lo que hacen los políticos con nuestro dinero, lo que pasa en la ciudad, en las playas, en la provincia. Gracias por haber sido el periódico de mi familia. Gracias por seguir ahí, contra viento y marea. Sois los mejores.