Se cumple el 75 aniversario de INFORMACIÓN y su director me pide una colaboración, algo que atiendo encantado. Cuando se conmemora un aniversario tan dilatado, y si además sumamos los grandes cambios de todo tipo que han venido sucediendo a lo largo de todos esos años, no es fácil sintetizar lo que ha significado el periódico en su ámbito de difusión sin tener en cuenta las etapas que le ha tocado transitar.

A muchos les gusta juzgar hechos producidos en momentos y circunstancias muy distintas con los criterios y la visión del presente, y desde mi modesto punto de vista creo que esto constituye un gran error. Creo que para juzgar cualquier comportamiento o etapa hay que situarse en la coyuntura en que se desarrolla, esa circunstancia, que para Ortega y Gasset era esencial a la hora de efectuar un análisis objetivo de una coyuntura. Con ello no se trata de justificar el tiempo pasado, sino saber poner perspectiva para evaluarlo.

Puede que resulte un lugar común y quizás nada imaginativo, pero muy próximo a la verdad, decir que INFORMACIÓN siempre (por lo menos desde que yo recuerdo), se puede definir como el diario de la provincia a través del cual la mayoría de alicantinos han venido conociendo los vertiginosos cambios que han sucedido a lo largo de estos 75 años en nuestra provincia, en España y en el resto del mundo. Sin duda, la etapa de la humanidad que va desde la II Guerra Mundial hasta la era de internet es el período de la historia en el que ha existido un cambio más acelerado y ahí ha estado INFORMACIÓN para contarlo.

Un periódico que nació como parte de lo que se conocía como Prensa del Movimiento -afortunadamente somos cada vez menos los que sabemos qué era vivir en un país sin libertades básicas como es la libertad de expresión- pero cuyo indudable carácter localista le propiciaba ser una válvula de escape que le permitía contar con un universo de lectores mucho mayor que el que pudiera coincidir con la línea editorial que mantenía en esa época. Recuerdo bien su papel en los años de la Transición. Ante la ceguera de un régimen político moribundo, supo situarse junto a la inmensa mayoría de la sociedad española en un proceso de cambio imparable y colaboró con los nuevos tiempos que tendrían que venir en nuestro país. Unos años en los que existía una mayor competencia entre diferentes diarios, que poco a poco se fue diluyendo, fruto, como siempre, de los errores de unos y de los aciertos propios. Recuerdo bien su proceso de privatización y con mucha más nitidez su reciente historia hasta nuestros días. Con el periódico he mantenido, desde las distintas responsabilidades que he ocupado, diversos grados de relación.

No es la primera vez que hago referencia a esta circunstancia y en estas mismas páginas he reconocido los errores que, más allá de las propias tensiones existentes siempre entre medios de comunicación y poder político, he podido cometer. Pero tengo la fortuna de poder afirmar que he vivido momentos de buena relación con destacados profesionales del medio, no exentos, en ocasiones de dureza. Y asumiendo los errores, de los que hablaba antes, vuelvo a advertir que es importante no olvidar las coyunturas como elementos esenciales a la hora de emitir juicios. Si algo he aprendido con el tiempo es la necesidad de ejercitar la humildad a la hora de hacer cualquier análisis.

La soberbia que, sin percibirlo, a veces te envuelve en las posiciones de influencia -y sucede en todos los ámbitos- (no sólo en el político), no es buena consejera para acercarse a analizar la realidad con objetividad. Ponerse en el lugar del otro ayuda mucho más a la hora de hacer un juicio más exacto.

Si hago esta referencia es porque parece obligado, una vez más, por mi parte, en esta colaboración en un diario en el que fui protagonista en una etapa muy intensa y porque, salvando las distancias evidentes con otras etapas vividas por INFORMACIÓN, el primer cambio político en democracia en nuestra comunidad que supuso mi llegada a la Generalitat en 1995, fue un hecho entonces novedoso y menos habitual de lo que hoy podemos percibir. Vuelvo a «la coyuntura» y a «las circunstancias» de las que hablaba antes.

Pero al margen de esto, la inmensa mayoría de alicantinos hemos sabido de nuestras cosas del día a día a través de sus páginas. Acontecimientos de todo tipo han sido conocidos, generando impacto y motivo de análisis y debate gracias a los periodistas que se han dejado en el papel impreso una de sus vidas.

Algo bien han debido de hacer los profesionales de este diario cuando no sólo ha quedado como el principal medio de referencia provincial, sino que después de la gran crisis que atraviesan los medios de papel siguen resistiendo con más músculo, que rotativos que hace poco representaban no solo una tremenda influencia social, sino la columna vertebral de la información en nuestro país.

Un aniversario obliga a mirar atrás, pero es un gran error muy dado entre nosotros, anclarse en el pasado y en el presente y apartarse de lo esencial, que no es otra cosa que mirar hacia adelante e intentar enfocar el futuro con éxito.

Si inaugurar una rotativa con novedosos avances hace no muchos años, era una apuesta de futuro para el medio, hoy poco tiene que ver con una garantía de supervivencia. La digitalización se ha impuesto. El reposo y la exigencia de rigurosidad para todos que suponía el conocer los acontecimientos de nuestro entorno a través del papel, compite hoy en una guerra desigual con la inmediatez de internet donde, como dice el conocido tango Cambalache, todo es igual, nada es mejor y en no pocas ocasiones el bulo o el insulto se impone a la noticia cierta y contrastada que exige el papel impreso.

Como en cualquier otro sector de nuestra sociedad sometido a la transformación del desafío digital, la rigurosidad, la profesionalidad y la calidad será lo que determine el éxito de las empresas periodísticas.

Como siempre ha ocurrido, las caras de INFORMACIÓN han cambiado, pero la necesidad de conocer qué ocurre en nuestro entorno y tener una opinión clara sobre los diferentes acontecimientos, son una necesidad que cada vez es mayor.

Es sabido que hay gente que habla que la prensa en papel está destinada a desaparecer. Yo lo que creo es que, como cualquier otra actividad, todo lo que no aporte valor añadido al ciudadano deja de interesar. Es curioso cómo, dos actividades que van tan de la mano como son prensa y política, están hoy en día en una profunda crisis. En no pocas ocasiones nos flagelamos con las cosas de nuestro país, pero basta echar un vistazo a las naciones de nuestro entorno para ver que quizás esta vez no somos tan diferentes.

Creo que tanto para la prensa rigurosa como para la política, el mayor riesgo que existe es confundir el debate de la esfera pública con la audiencia televisiva, los votos con un tuit o los principios, valores e ideas con un «me gusta». Una ciudadanía madura exige cambiar el eslogan fácil por la reflexión serena. Los problemas complejos exigen respuestas serias y no falsos titulares. Los desafíos que tenemos que abordar como sociedad moderna y avanzada son muchos, pero estoy seguro que seguiremos contando con INFORMACIÓN, no sólo para conocerlos sino también para seguir teniendo las claves para interpretarlos. Una ventana al mundo desde Alicante. Feliz 75 aniversario, tanto para los que con su trabajo hacen posible este diario como para los lectores a los que va destinado.