Un estudio de la UA alerta de que los matorrales resisten peor el cambio climático de lo que se esperaba

El estudio internacional dirigido por científicos de Colorado avisa de que sequías extremas que antes ocurrían cada 100 años ahora pueden darse cada dos a cinco años

Esta masa vegetal es un ecosistema clave porque absorbe más del 30 % del almacén global de carbono

Investigadores del estudio sobre la sequía de matorrales y pastizales

Investigadores del estudio sobre la sequía de matorrales y pastizales / INFORMACIÓN

A. Fajardo

A. Fajardo

Los matorrales y los pastizales son más sensibles de lo que se esperaba a los efectos del cambio climático, según un estudio global organizado y dirigido por científicos de la Colorado State University, y en el que han participado investigadores del Departamento de Ecología y del Instituto Multidisciplinar para el Estudio del Medio Ramón Margalef (IMEM) de la Universidad de Alicante (UA), que forma parte de la Red de Investigación Drought-Net.

El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, cuantifica el impacto de la sequía extrema a corto plazo en 100 sitios de pastizales y matorrales de cinco continentes, y muestra que los efectos de los eventos de sequía extrema, que se espera que aumenten en frecuencia en el futuro, han sido ampliamente subestimados para estos ecosistemas.

El profesor del Departamento de Ecología de la UA Alejandro Valdecantos explica que “los pastizales y matorrales cubren más del 40 % del planeta y frecuentemente experimentan déficits de precipitación, por lo que son muy vulnerables al cambio climático”.

Durante los experimentos, según explica, los investigadores han observado que “un año con una reducción de la precipitación tan severa que ocurre una vez cada 100 años tiene unas consecuencias muy superiores a las observadas anteriormente para los pastizales y matorrales”.

En este sentido, ha precisado que “la reducción relativa del crecimiento vegetal en un año fue un 60 % mayor cuando la sequía a corto plazo fue extrema en comparación con las sequías menos severas habituales”.

A este respecto, ha señalado que “a medida que el clima de la Tierra continúa cambiando, las sequías extremas en intensidad, se volverán más comunes, con lo que los eventos que antes ocurrían con una frecuencia de una en 100 años, ahora podrían ocurrir potencialmente cada dos a cinco años”.

El estudio, según concluye Alejandro Valedecantos, ofrece “tanto una revisión de los impactos globales del cambio climático como una visión de qué áreas serán más vulnerables y cuáles serán más resilientes en los próximos años”.

Trabajo de campo para estudiar la sequía en los matorrales

Trabajo de campo para estudiar la sequía en los matorrales / INFORMACIÓN

Además, los resultados, según el investigador de la UA, “proporcionan información sobre cómo los climas específicos, los tipos de suelo y vegetación influyen ampliamente en la respuesta a la sequía”. A este respecto, según añade, “los datos generados en este trabajo sugieren mayores pérdidas en sitios más secos, pero si nos acercamos a los extremos, que es lo que se está pronosticando, generalmente podemos esperar pérdidas sustanciales sin importar dónde estemos en el mundo”.

Así, según revela el estudio, “también encontramos que incluso sequías moderadas, menos severas, probablemente aún tendrían grandes impactos para las sociedades que dependen de estos ecosistemas”.

Ecosistemas clave

El estudio advierte de que los matorrales y pastizales “absorben más del 30 % del almacén global de carbono y apoyan sectores como la producción ganadera”, por lo que se trata de “ecosistemas clave que, además, son escalables a nivel mundial, lo que los hace muy relevantes para este tipo de trabajo”. Asimismo, el investigador de la UA apunta que estos ecosistemas son “sumideros de carbono”, por lo que, si se ven más afectados por la sequía de lo que se pensaba y, por lo tanto, absorben menos carbono, tendrá mayor impacto sobre el ciclo global del carbono.

Hasta ahora, según Valdecantos, “debido a la rareza histórica de las sequías extremas, los investigadores no habían podido estimar la magnitud real de sus consecuencias ecológicas y los pastizales y matorrales son áreas de prueba perfectas para llenar ese vacío de investigación porque son más fáciles de manipular para el estudio que otros sistemas, como los bosques”.

El investigador de la UA destaca que es “la primera vez que se lleva a cabo un experimento tan extenso para generar una comprensión básica de las posibles pérdidas de productividad vegetal en estos ecosistemas vitales”, lo cual lo diferencia de otros trabajos anteriores, ya que utiliza “un enfoque estandarizado en todos los sitios experimentales que han participado en la investigación”.

En la investigación “se incluyó la construcción de estructuras de manipulación de lluvia para reducir experimentalmente la cantidad de precipitación natural disponible para los ecosistemas durante al menos una temporada de crecimiento completa”.