Benigànim es la primera localidad de la Comunidad Valenciana que vuelve a ser confinada ante el incremento de contagios. El municipio de la Vall d'Albaida, de 5.850 habitantes, registra 75 casos positivos después de que las pruebas PCR practicadas la semana pasada a 196 personas hayan dado 51 positivos, que se suman a los 24 de la semana anterior tras registrarse el brote. Ante esta situación, la Conselleria de Sanitat decretó ayer el confinamiento del municipio durante 14 días, y desde primeras horas de la tarde quedaron limitadas las entradas y salidas a la localidad, solo permitidas para casos de fuerza mayor, para ir a trabajar, al médico o para cuidar de personas mayores, menores o dependientes.

La actividad educativa y formativa presencial queda suspendida, los centros educativos no abrirán la próxima semana tal como está fijado en el resto del territorio de la Comunidad, y la actividad económica y social también sufrirá el parón. Bares, establecimientos de ocio, gimnasios, centros sociales, así como parques, permanecen cerrados desde ayer. También se suprimen actos deportivos y eventos.

Algunos de estos locales y establecimientos ya cerraron la semana pasada ante el brote de 24 personas y el posible incremento de casos que podía arrojar la prueba masiva practicada en el polideportivo, el lunes de la semana pasada. También se cerraron espacios públicos como el Espai Jove o la piscina, por lo que ayer el confinamiento no sorprendía demasiado a los habitantes de Benigànim. Muchos de ellos veían la medida como «normal y necesaria» para frenar el gran aumento de contagios.

Por la mañana, con el confinamiento acabado de comunicar, la gente aprovechaba las pocas horas que quedaban hasta hacerse efectivo para tomar algo en bares y cafeterías. Un grupo de amigas apuraba en una terraza de la plaza los últimos cafés y refrescos en el bar, al menos hasta dentro de quince días. Isabel y Carmen afirmaban que «estamos aprovechando las últimas horas», y mostraban su «disgusto» ante un confinamiento que «nos vuelve a recluir en casa, no vamos a poder juntarnos, los bares estarán cerrados, pero es necesario», señalaban aceptando la medida.

«La gente no se lo estaba tomando en serio, somos bastante imprudentes, porque pensamos que no lo vamos a coger, y, en general, no hemos cumplido ciertas recomendaciones», reconocía otra amiga. «Ya no está siendo un verano normal por la pandemia, y se habían suspendido las fiestas de la semana pasada, pero el confinamiento de ahora nos corta la marcha que teníamos, dentro de la nueva normalidad», añadían.

En otro bar de la Plaça Major una trabajadora exponía que el nuevo confinamiento comportará «más pérdidas económicas. Además, tenemos productos que se dañarán al no servirlos por cerrar. Pero no nos interesa tener abierto si la gente no va a venir», afirmaba.

La experiencia del anterior confinamiento de marzo evitaba ayer que la gente se agolpara a las puertas de supermercados y comercios de alimentación. Pilar explicaba, a las puertas de uno de ellos, que «no hay más gente de lo normal comprando, no es como en el primer confinamiento en el que la gente acudió en masa». Tras salir con una pequeña compra, afirmaba: «no hay preocupación por falta de abastecimiento, sabemos que van a seguir abiertos los supermercados». Sí que añadía que la actividad en la localidad ya comenzó a parar la semana pasada, pues «se notó mucho que la gente no salía tanto. Y ahora si hay que parar más para frenar los contagios, perfecto».

El mismo parecer reseñaban en la farmacia. Una empleada indicaba que «hoy [por ayer] está viniendo gente como en un día normal. La semana pasada sí que se notó más, se vendieron más mascarillas, incluso de las FP2, y también paracetamol y termómetros», detalló. Donde sí se producían colas eran en las entidades bancarias. Rafael, natural de Benigànim pero residente en Guadasséquies, esperaba en una sucursal para «sacar dinero para una tía, que vive aquí, para que ella no tenga que salir de casa».

Salida a casas de campo

Muchos vecinos de Benigànim cuentan con segundas residencias en casas de campo cercanas a la población, a las que ayer regresaban. O más bien, bajaban al pueblo a coger provisiones para seguir quince días más. Era el caso de una familia que cargaba una furgoneta con «comida y provisiones necesarias para quedarnos más días. Hoy era la vuelta al pueblo porque mañana íbamos a trabajar, pero hemos venido a coger más cosas para seguir quince días», afirmaba la mujer, educadora en el colegio de Benigànim, que indicaba que «no sabemos cuándo comenzarán ahora las clases». En Benigànim la actividad vuelve a parar, al menos durante catorce días.