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Alicante vuelve a incumplir los objetivos de reciclaje del plan autonómico de residuos

La planta de desechos recuperó en 2019 un 5,8% de plástico, cartón y similares cuando la referencia señala que se rescate no menos del 9%

Un operario del Cetra de Fontcalent vigila un depósito de plásticos y envases procedentes de los cubos de basura mezclada. Pilar Cortés

El plan zonal de residuos de la capital ha cerrado otro año usando de más el vertedero y reciclando menos de lo que debería. En 2019 tampoco se logró el objetivo del Plan Integral de Residuos de la Comunidad Valenciana (PIRCV) de 2017 que fija recuperar una cantidad de plástico, cartón y otros materiales reciclables equivalente al peso del 9% de todos los residuos procedentes del contenedor gris. Además, las cantidades de basura que se entierran en los vasos del vertedero son también superiores a lo que marca el PIRCV.

El año pasado, la concesionaria del plan zonal, UTE Alicante, consiguió rescatar solo un 5,9% de plástico, madera, chatarra y similares de los contenedores grises, al tiempo que mandó al vertedero el 60% de toda la basura que gestionó. El PIRCV marca extraer para reciclaje al menos un 9% y no enviar a vertedero más del 42% del total.

Sin embargo, lo más preocupante de la situación no es que los rendimientos sean bajos, sino que el incumplimiento no tiene consecuencias más allá de las medioambientales. «No hay sanciones económicas ni legales por incumplir el PIRCV» asegura Carlos Arribas, portavoz de Ecologistas en Acción en la provincia y responsable de Residuos para todo el país.

Además de multas, tampoco hay una metodología de cálculo estándar, lo que permite que, con los mismos datos, la concesionaria haga un balance optimista de la gestión y los ecologistas, un discurso fatalista.

En lo que ambos coinciden es en que va a ser difícil cumplir con la directiva europea que obliga, ya en 2023, a recuperar como materia prima el 55% de los residuos sólidos urbanos con el objetivo que se entierre menos del 45%.

El sistema

Alicante es el único municipio valenciano que tiene un plan zonal propio, por lo que, sobre el papel, no comparte su sistema de gestión con ningún otro ayuntamiento. La base del sistema son los residuos sólidos urbanos (RSU) que generan hogares y empresas de forma cotidiana. Se recogen a través de una red con 3.000 contenedores grises, donde va la basura mezclada, y 2.000 contenedores de selectiva para los envases, el vidrio y el papel cartón. Rutas de camiones recolectores recorren estos puntos para llevar la basura a los centros de tratamiento. Salvo la selectiva, todo va a Fontcalent, donde se localizan la planta de tratamiento de residuos, el vertedero y otras pequeñas instalaciones que tratan restos específicos como poda, escombros o enseres. El esquema capitalino se completa con recogida selectiva de restos orgánicos en mercados y restaurantes y otros residuos industriales que también entran en el recinto de la sierra alicantina.

Pero además de los residuos que genera la propia ciudad o plan zonal, UTE Alicante gestionó unas 24.000 toneladas procedentes de Valencia y la Vega Baja, y, por tanto, de otros planes zonales. Este matiz es importante porque nadie, según el jefe de servicio del área de Limpieza y Recogida de Residuos de Alicante, Manuel Marco, no se sabe a quién hay que computar esa basura. En total, la concesionaria alicantina trató 205.150 toneladas de residuos sólidos en 2020.

De ese total, el 78% llega al Centro de Tratamiento de Residuos (Cetra) en los camiones que recogen los contenedores grises. Otro 17,5% llega también al Cetra de las rutas específicas de poda, enseres, escombros y ecoparques. El pequeño 4,5% restante es el vidrio, cartón y envases, que salen de la ciudad para ser reciclados. Esta información combina datos de la Conselleria de Medio Ambiente sobre el Cetra y de la Concejalía del ramo del Ayuntamiento alicantino sobre la selectiva.

¿Compost o basura?

La concejalía y la UTE aseguran que más de la mitad de los residuos sólidos urbanos, el 51%, se recuperan en forma de materiales reciclables o energía. Ecologistas en Acción, por contra, rebaja este dato hasta el 22,5%. La diferencia depende de la interpretación que cada parte hace de los conceptos «recuperación» y «vertido», porque de ella depende que el 28% de la basura mezclada de todo el año, unas 58.000 toneladas, se consideren materia valorizada o desechos enterrados.

«La concesionaria siempre hace la misma trampa: cuenta como producto recuperado varios tipos de compost y lixiviados que no sirven para nada y que se tiran a los vasos del vertedero», explica Arribas. Ese volumen se compone de 34.000 toneladas que se convierten en vapor o en lixiviados por la humedad y otras 24.000 que se transforman en compost.

Marco, por su parte, acepta la inutilidad del compost -no de los lixiviados-, pero defiende que es un producto inerte y sin impacto en el vertedero. En los libros, ese 28% cuenta como recuperado y también como basura enterrada. Para determinar que la ciudad entierra el 60% de la basura, se ha considerado que la humedad es recuperación o valorización y el compost, más carga para el vertedero. A falta de metodología, interpretación.

Esta guerra de cifras, al parecer, es algo que solo preocupa a los gestores y a los activistas: no hay sanciones, pero tampoco apercibimientos: «Sinceramente, dudo mucho que la conselleria se haya leído la memoria con este nivel de detalle», zanja Arribas.

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