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La venta de tabaco cae un 18%

La desaparición del turismo arranca una quinta parte a un negocio de 55 millones en la provincia

Los estancos de Benidorm están entre los más afectados de la provincia. Lars ter Meulen

Hasta 2020, había pocos negocios más apacibles y seguros que tener un estanco en zona turística. Pero la pandemia de covid-19 y el hachazo a la movilidad han colocado a muchos propietarios de licencia en una situación complicada. Entre enero y junio de este año, los establecimientos de la provincia han vendido un 18% menos de productos de tabaco (cajetillas, tabaco de liar y de pipa y cigarros puros) que en el mismo semestre de 2019, una caída que el sector atribuye sin duda a la desaparición del turismo durante gran parte de lo que va de año.

«No es una bajada normal, está claro. Hay muchos estancos de costa que dependen en un 95% del turismo», explica Sergio Sánchez, secretario general de la Asociación Provincial de Estanqueros de Alicante. «Si esta situación continúa, muchos tendrán que vender la licencia», advierte.

La pandemia ha arrancado casi una quinta parte a un negocio de 300 millones de euros en 2019, según datos del Ministerio de Hacienda. Así, los estancos han perdido algo más de 55 millones en esos seis meses. En unidades, la caída es de 9,9 millones de cajetillas de tabaco (se han vendido 45.627.823 paquetes), de 3,4 millones en puros (venta de 35,9 millones de unidades) y de 50.000 paquetes de tabaco de liar. El tabaco de pipa, curiosamente, es el único producto que crece en lugar de desplomarse: con 31.000 unidades, crece alrededor de un 20%. Sánchez no cree que los fumadores hayan abandonado el hábito durante este semestre, al menos no en una proporción significativa. Sí nota, sin embargo, que se ha dado un pequeño porcentaje de sustitución de cigarrillos y productos de combustión por vapeadores y otros sistemas de calentamiento de tabaco. Ninguna de estas categorías está contemplada específicamente en la estadística que elabora el Ministerio.

Verano de pipas

Tras la estadística hay comerciantes con tono de resignación. «Estamos vendiendo como mínimo un 40% menos. Desde lo de la cuarentena de los ingleses esto se ha quedado vacío, el 98% de mis clientes son extranjeros», cuenta el propietario de un estanco enclavado en plena zona «guiri» de Benidorm.

Tanto este autónomo como el compañero de la expendeduría más cercana, en Rincón de Loix, se adaptan como pueden al menor tránsito de clientes. «Éramos nueve empleados el año pasado, ahora estamos cinco y hemos sido solo dos durante tres meses», resume el estanquero. Su vecino sigue la misma estrategia de reducir sueldos y horarios para acoplar al máximo los gastos a la demanda.

«De momento, la licencia no peligra», aclaran. El precio oficial de las licencias de explotación que concede el Estado es de 80.000 euros, por lo que es el activo más valioso de estos vendedores.

La situación es parecida en Torrevieja. María Lucía Vera, administradora de la expendeduría número dos de la ciudad, explica que la bajada de visitantes «se nota» en el casco «pero menos que en el puerto», donde casi todo el tránsito es foráneo.

Vera sí que ha notado que un grupo de clientes se ha pasado al tabaco de pipa. «Es más barato que el de liar y si lo cortas se hace más fino y es prácticamente igual», explica por teléfono la estanquera.

Este semestre, en la provincia se han vendido 6.500 paquetes más de este producto que el año pasado. Si continúa la tendencia, la picadura de pipa puede ser a la crisis de la covid-19 lo que el tabaco de liar fue a la Gran Recesión.

En esa categoría podría entrar también el tabaco para shishas. «A mí me están salvando las cachimbas. Vendo muchas y se puede sobrevivir, porque este año no hay nadie de fuera. No he visto a ningún italiano y normalmente esto está lleno», cuenta por su parte el estanquero del puerto de Alicante. Es completamente dependiente de la temporada y de los visitantes nacionales y extranjeros de esta zona de ocio.

La tendencia a fumar en pipa de agua continúa en el verano del covid y son muchos los turistas que compran estos aparatos de entre 30 y 150 euros. «A veces la usan un día y la dejan por aquí, y si la cachimba es buena se la llevan», cuenta el vendedor.

Pilar Pastor, dueña de un establecimiento con licencia en el centro de Pinoso, no sabría decir «si el año es mejor o peor». «No noto mucho cambio. Es un año más o menos normal», asegura esta comerciante del interior. El balance de este pequeño establemiento del interior es hoy la envidia de los estancos playeros.

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