Todos los esfuerzos realizados tanto por la ciudadanía como por las autoridades desde el estallido de la pandemia han tenido un objetivo común: ganar tiempo. Tiempo para descongestionar los hospitales, para dar una tregua al personal sanitario y para investigar sobre un virus todavía hoy desconocido y su posible vacuna. Pero sobre todo, tiempo para corregir los fallos de un sistema que se asomó al abismo entre marzo y abril y reforzarlo ante una hipotética segunda oleada de segunda oleadacovid-19.

En esa dirección, el Consell ha elaborado el 'Plan de Contingencia', donde recoge las actuaciones que se han acometido desde la Generalitat para reforzar el sistema sanitario valenciano durante los últimos meses. Algunas de las más importantes: la contratación de más de 10.000 sanitarios y de más de 1.000 rastreadores, la compra de más de 400 respiradores que amplían a 1.200 las camas de UCI y la capacidad de alcanzar las casi 19.000 plazas hospitalarias si la situación lo requiriese.

Según los cálculos que recoge el plan oficial, con estos recursos la Comunitat Valenciana estaría preparada para soportar una incidencia dos veces superior a la padecida durante el pico de la pandemia. Son los cálculos de la Conselleria de Sanidad tras analizar los datos de la covid-19 en toda España a día 7 de julio. Entonces había confirmados 252.130 positivos, de los cuales 125.616 requirieron hospitalización (un 49,8 %). De todos estos ingresados, 11.706 fueron posteriormente ingresados en unidades de cuidados intensivos, lo que supone un 9,3 % de las personas hospitalizadas y un 4,6 % del total de casos confirmados.

Ahora, Sanidad fija «el límite máximo de disponibilidad» en una incidencia diaria de 1.740 casos nuevos al día. Tomando los porcentajes de hospitalización del 7 de julio (49,8 %), supondría que en torno a 870 personas ingresarían en planta cada 24 horas y unas 87 requerirían de UCI. Con estas unidades vacías (ayer había ocho personas en toda la Comunitat Valenciana por covid), se podría soportar casi dos semanas a ese nivel de contagios diarios. Un ritmo que implicaría que la pandemia tuviera más del doble de incidencia durante 14 días que el pico marcado el 28 de marzo, cuando se registraron 750 positivos en una jornada.

La estrategia de contingencia también refleja un aumento en la capacidad de diagnóstico, uno de los pilares para poder realizar una detección precoz y el consiguiente aislamiento de los casos y no perder el rastro del virus. Según el Consell, Sanidad tiene hoy la capacidad de hacer hasta 13.972 pruebas PCR diarias a través de diferentes laboratorios de microbiología en las tres provincias (10.628) y de otros centros de investigación o universidades (3.344). También en relación con la detección y el rastreo, el texto destaca que se han multiplicado por cuatro los profesionales de salud pública (de 66 a 270) dedicados a la vigilancia epidemiológica.

En la misma línea de ganarle tiempo al SARS-CoV-2, el Consell va a ampliar la implantación del sistema de análisis de aguas residuales a otros territorios de la Comunitat Valenciana. Este mecanismo ha permitido detectar en esta misma semana el aumento de la carga genómica del virus en cinco barrios de València. Una señal de alerta que permite adelantarse y reforzar la prevención en estas zonas.

Otra de las angustias de las primeras fases de la pandemia fue la escasez de material sanitario. Según el documento, la Generalitat dispone de más de 32,6 millones de unidades en stock entre mascarillas y equipos de protección para sanitarios y tiene pendiente de suministro otros 181 millones de piezas. Asimismo, el texto refleja la ampliación y el avance de la campaña de vacunación contra la gripe, que este año se hará antes y cubrirá a un mayor abanico de colectivos, especialmente los más vulnerables y expuestos a la covid: mayores de 64, sanitarios y personas con patologías de riesgo.

La última parte define el escenario actual y diseña hojas de ruta ante eventuales empeoramientos de la situación. Según el texto, la C. Valenciana se encuentra en «fase de contención». En ella, las recomendaciones son las conocidas tanto para ciudadanos (mascarilla, higiene y distancia) como para el sistema sanitario (detección precoz, capacidad de diagnóstico...). Tras ellas, plantea tres fases de «mitigación», que se endurecen conforme la transmisión comunitaria avanza. Si está controlada, las actuaciones se ceñirían al municipio o incluso a barrios. Si se generaliza, se podrán aplicar en departamentos de salud y si la misma rebasa estas áreas, se trabajaría sobre toda la autonomía.