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Javier González de Dios: «Muchos niños volverán al colegio tras la pandemia con una carga extra de tristeza, ansiedad y depresión»

Avisa de que cuando lleguen la bronquiolitis y la gripe, «será muy complicado» diferenciarlos del covid-19

Javier González de Dios es jefe de Pediatría en el Hospital General de Alicante. RAFA ARJONES

Con lo poco o mucho que ya sabemos de esta enfermedad, ¿qué efecto tiene en la infancia? ¿Sigue siendo en los niños una enfermedad leve como se decía al principio?

De la infección por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 y de su enfermedad, conocida como la pandemia covid-19, se saben muchas cosas ya, pero se desconocen aún muchas otras. Y como consecuencia de ello aún persisten interrogantes claves sobre la validez de las diferentes pruebas diagnósticas, sobre la eficacia y seguridad de los tratamientos utilizados, y sobre la protección que tendrán las futuras vacunas que se están investigando contrarreloj. Pero sí conocemos que la infección por SARS-CoV-2 en la infancia es menos frecuente y menos grave. Se desconoce el porqué de este excepcional buen comportamiento. Hay varias hipótesis y todas apuntan a un sistema inmunitario a esta edad en perfecto estado de forma y con menores factores de riesgo que los adultos.

¿Son los niños y niñas tan supercontagiadores

Las pruebas científicas se siguen generando aún en este sentido y sería temeroso posicionarse al respecto en estos momentos. Pero sí parece que todo apunta a que la idea inicial de que los niños eran más contagiadores que los adultos está cambiando. Por ser prudentes, cabe decir que los datos actuales solo permiten decir que los niños contagian igual que los adultos, pero no más. Si bien, es cierto que ya hay algunas investigaciones que apuntan a una perspectiva aún más favorable, como el informe del 23 de abril del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades que concluyó que «La transmisión de niños a adultos parece ser poco común... El virus se transmite principalmente entre adultos y de familiares adultos a niños. La propagación del virus entre niños o de niños a adultos es menos común». Además, el estudio de seroprevalencia llevado a cabo en nuestro país también detectó menos anticuerpos conforme menores eran los niños. Pese a la prudencia de todos estos datos, sí podemos afirmar que los niños y niñas no son hipercontagiadores. Y eso hay que tenerlo muy presente en la toma de decisiones frente a la infancia.

¿Cuál ha sido el comportamiento de la infancia durante el confinamiento

Simplemente ejemplar. El comportamiento de todos los niños, niñas y adolescentes ha sido excepcional y gracias al apoyo de sus familias, que han sabido aportar disciplina, temple y autocontrol durante esos difíciles meses de confinamiento, así como capacidad de aplicar las recomendaciones sanitarias y adaptarlas a los hábitos de vida, costumbres dietéticas, de ejercicio y juego, así como organizar las obligaciones escolares de forma telemática y mantener las disciplinas diarias (tareas domésticas, sueño, etc.). Y de ello cabe reflexionar: no ha sido ponderado que hayan sido los parques infantiles los últimos lugares en abrirse en una ciudad, muy por detrás de los comercios, bares, terrazas y playas. Y ahora cabe demostrar esta ponderación haciéndolo mejor con las recomendaciones que se den a la apertura del nuevo curso escolar. Los niños y niñas no son culpables de nada, son los más inocentes de esta pandemia de la covid-19.

¿Qué impacto va a dejar esta pandemia

El impacto en la infancia compartirá muchos de los efectos ya visibles en los adultos: ansiedad, tristeza, depresión y cansancio. Y el cómo se gestione la vuelta a los colegios será importante. Pretender que en las escuelas se mantenga la distancia de seguridad de dos metros entre los niños, y que en las terrazas estemos todos sentados unos al lado de otros, parece poco coherente. La escuela va a recibir a unos niños que están traumatizados (todos, también la infancia, ha salido tocada? no más fuerte) y podemos incrementar esta situación porque las condiciones que vamos a exigirles (mascarillas, pantallas, distanciamiento) no respetan ni sus necesidades ni sus derechos. Y muchos de estos alumnos vendrán con una carga extra de ansiedad, tristeza y depresión ante las condiciones en que verán a muchas de sus familias, donde el trabajo va a escasear y los problemas familiares van a aumentar. No se avecina la mejor época para las familias para acompañar a sus hijos hacia una infancia feliz. No hagamos del otro entorno común a ellos, el colegio, un lugar problemático.

¿Qué hay que tener en cuenta para organizar esa vuelta a las escuelas?

Son muchos profesionales vinculados y conocedores de la infancia (educadores, pediatras, psicólogos, pedagogos, etc.) los que piensan que las escuelas se deben organizar priorizando las necesidades de la infancia y adaptando con mesura las medidas de prevención frente a la covid-19. Y su principal necesidad es aprender a cuidarse unos a otros en un entorno no traumático. El miedo no puede ser un recurso educativo. Busquemos una gestión consensuada a las soluciones frente a la covid-19 en la infancia. Y siempre con una premisa: analicemos si estamos utilizando unas medidas en la infancia que puedan provocar unos efectos colaterales más graves que el impacto que tiene el virus en ellos.

¿Nos espera un otoño/invierno «entretenido» con los virus respiratorios y el SARS-CoV-2?

En la época de otoño-invierno siempre nos acompañan dos infecciones respiratorias que provocan una importante carga de enfermedad y de ingresos: una es característica de la lactancia, la bronquiolitis y otra es común a todos, la gripe. Estas dos infecciones seguro que llegarán, como todos los años. Y en esos momentos será muy complicado discernir de qué enfermedad se trata, pues la covid-19 comparte los mismos síntomas: fiebre, tos, mucosidad y dificultad respiratoria. Además, no serán infrecuentes las coinfecciones. Las sociedades pediátricas ya se están preparando para esta eventualidad y trabajando en dos puntos: 1) la solicitud de la prueba rápida PCR multipanel para el estudio de virus respiratorios estacionales junto con SARS-CoV-2 para los niños que vayan a ingresar por procesos respiratorios; y 2) la agrupación de estas tres infecciones en zonas de hospitalización diferentes y con equipos de trabajo diferenciados, pues habrá que seguir identificando precozmente los afectados por covid.

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