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La nutrición se aprende en el «cole»

Un profesor plantea que los alumnos estudien hábitos de comida saludables para después aplicarlos en su entorno familiar

Bolsas de patatas después de hacer deporte, chuches y gominolas en cumpleaños, dulces como premios por las buenas notas... son hábitos de alimentación que muchos padres y madres enseñan a sus hijos durante el crecimiento. Pero ¿y si los niños y niñas fueran capaces de rechazar una tarta por la cantidad de azúcar que contiene? Ese es el planteamiento que ha puesto encima de la mesa José Antonio Hidalgo, profesor de Educación Física con un máster en Dietética y Nutrición. Su devoción por los hábitos saludables a la hora de comer le ha llevado a proponer un proyecto innovador: que los escolares sean los que enseñen a los adultos en materia de alimentación.

Este intercambio de roles puede resultar de lo más utópico, pero según lo plantea este alicantino, el secreto está en la formación de los menores y que estos sean capaces de aprender las propiedades de los alimentos ya en la educación Primaria. «Dentro de la Educación Física se puede aprender nutrición pero muy por encima, mi proyecto se basa en hacer que los escolares adquieran los conocimientos necesarios sobre la comida y hábitos saludables durante su etapa en el colegio», explica el profesor, sin obviar que «la función principal la tienen los padres y madres». Ahora, Hidalgo trabaja para poner en marcha el proyecto el próximo mes de septiembre en el colegio donde trabaja. Entre los principales objetivos de esta enseñanza resaltan: «sensibilizar a los alumnos sobre la importancia de una correcta alimentación y determinados hábitos, y reforzar el conocimiento sobre la importancia que tiene, para su salud, el cuidado de la alimentación, la nutrición y el ejercicio», detalla. También pretende que, además, puedan ser transmisores de dichos hábitos saludables, y así incidir en su entorno como familia, amigos y compañeros.

Todo ello a través de bloques diferenciados de contenidos para que los alumnos adquieran los valores y competencias que les permita ser «autónomos» y «responsables» en el cuidado de su cuerpo. Para conseguirlo, el docente ha ideado una materia distinguida por edades, entre 1º y 6º de Primaria, y no descarta ampliarlo a Secundaria y Bachiller. «Busco que los jóvenes tengan la suficiente capacidad personal para abordar su propio plan de nutrición y ejercicio una vez acaben los estudios», subraya el profesional. Hidalgo pone de manifiesto también que los problemas de obesidad infantil y sobrepeso en edades tempranas están a la orden del día, por lo que resulta «muy importante» empezar a enseñar y a hacer cosas relacionadas con la nutrición cuando los niños y niñas tienen entre 5 y 6 años. «El fallo está en el modelo convencional, que es el de casa, cuando se da de comer pizzas o hamburguesas (...) pero si los más pequeños cuentan con información fidedigna del colegio al respecto de lo que están comiendo, luego en sus hogares se controlarán y evitaremos que se desborden con la comida», señala el profesor.

En definitiva, este planteamiento del docente sirve para que los niños y niñas sean capaces de rechazar una comida si han estudiado que no es muy saludable. «Si enseñamos a los escolares que los fritos son malos o que hay determinados alimentos que contienen mucha grasa, luego en casa sabrán que no deben comerlos porque lo habrán aprendido en el colegio», concluye. Además, considera que para que el proyecto llegue a buen término y sea efectivo, la mejor manera de abordarlo es a través de un contenido distribuido por edades y cursos.

Cocinar alimentos

Otra de las inquietudes que alberga el proyecto es la de enseñar a los alumnos diferentes formas de cocinar los alimentos, así como reconocer y catalogar los productos. Al ejemplo de los fritos se le pueden añadir múltiples opciones, como inculcar en primero de Primaria distintas formas de hacer comidas y cenas de la manera más saludable posible. «Los escolares de tercero pueden aprender que existen varias formas de cocinar un huevo o cuáles son las propiedades de los mismos, dependiendo del color de sus yemas, así como sus ventajas nutricionales», indica Hidalgo. La intención es que esa materia llegue también a las familias y se haga un registro en casa con lo que los niños van aprendiendo en la escuela sobre la comida y la nutrición. «Además, los más golosos pueden descubrir que resulta mucho más sano merendar tostadas francesas que bollería industrial, entre otros conocimientos», expone el docente. Y así con innumerables alimentos.

Catalogar productos

También pretende que los niños y niñas sepan reconocer qué alimentos son aconsejables y cuáles son sus propiedades. ¿De qué están hechos los productos que compramos? Esa es una pregunta que pueden llegar a hacerse los escolares y aprender así a leer las etiquetas y saber las propiedades de dichos artículos.

«Mi propuesta es también enfocarlo a la educación Secundaria y Bachiller como una tercera parte del proyecto; tenemos que llegar a la conclusión de que los escolares deben acabar su etapa estudiantil con la suficiente información sobre nutrición», explica.

Por último, Hidalgo acude a un ejemplo más para plasmar su idea: «Muchos de los jóvenes están doce años estudiando inglés y luego no saben hablarlo, lo mismo ocurre con la Educación Física y la alimentación, debemos pensar en esa situación», culmina el docente alicantino, quien espera triunfar con su idea.

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