Coincidiendo con el paulatino regreso a las actividades de ocio, a esta sociabilidad condicionada que se ha dado en llamar nueva normalidad, la evolución de la pandemia ofrece comportamientos diferentes dependiendo de las franjas de edad analizada. Es algo que comenzó a verse con mucha claridad conforme iba controlándose la crisis y se avanzaba en las fases de desescalada, y que termina de confirmarse ahora, desde que se puso fin al estado de alarma.

Tomando como referencia los datos de la Conselleria de Sanidad del pasado 21 de junio, día en que quedaba levantado el estado de alarma, el número de casos confirmados hasta ahora ha crecido un 12,9% entre los niños de entre 0 y 9 años, y un 13,2% entre los adolescentes y jóvenes de entre 10 y 19 años.

Son, con muchísima diferencia, las franjas de edad donde más se ha acelerado el ritmo de contagios en las dos últimas semanas; aunque son también con muchísima diferencia las etapas en las que menos casos se han detectado.

Por ejemplo, apenas hay 192 positivos acumulados entre menores de 10 años durante toda la pandemia: 22 de ellos han sido sumados a la lista desde el 21 de junio, con lo que corresponderían, en principio, a contagios de la última fase de la desescalada y la nueva normalidad. En el caso de los jóvenes entre 10 y 19 años, son 325 casos, casi 40 de ellos de los últimos días.

Cabe destacar que estas cifras, disponibles en el Portal de transparencia de la Generalitat Dades Obertes, incluyen el total de casos de covid-19 considerando todo tipo de pruebas diagnósticas.

Si se compara a los jóvenes con otras franjas de edad se evidencia que, en los mayores, el ritmo de contagios es claramente menor. Entre los 50 y los 59 años, se acumulan ahora mismo 3.336 positivos, de los que 143 se han sumado desde el fin del estado de alarma. Es un 4,47% más, según los datos disponibles. Menor es todavía el avance entre los que están en la sesentena (+3,4%) o más de 70 (+3,4%). Entre los 80 y los 89, la cifra acumulado solo ha sumado 40 nuevos positivos en los últimos doce días, apenas un 1,9% más.

¿Qué supone todo esto? La evidencia numérica de que el ritmo de nuevos contagios es cuatro veces mayor entre los jóvenes que entre los mayores puede alimentar el relato de la irresponsabilidad de muchos adolescentes que, tras el fin del confinamiento, han regresado a la normalidad sin apenas precauciones, frente a la mayor prudencia de unos mayores que ven con temor el demoledor impacto de un virus frente al que son más vulnerable. Por ejemplo, la cifra total de casos acumulados de Sanidad de menores de 20 años ha crecido en 60 positivos en los últimos días. En los mayores de 80, una franja mucho más vulnerable a la covid-19, la cifra es de 50 nuevos positivos.

La mayor sociabilidad de los jóvenes, en efecto, puede tener su parte de responsabilidad, incluidos algunos comportamientos cuestionables como se ha visto en multitud de casos, pero conviene evitar generalizaciones injustas. Y es que también es evidente que, desde el inicio de la desescalada, una de las exigencias del Gobierno a las comunidades para pasar de fase era acreditar la capacidad de rastrear el virus y tener el mapa de contactos de cada paciente, con lo que se volvió a autorizar la prueba PCR a cualquier persona sospechosa que hubiera tenido contacto con un afectado.

Es decir, que la extensión de las pruebas a todos los sospechosos puede haber aflorado multitud de casos que en los momentos más duros de la pandemia permanecían ocultos dentro de la recomendación general a los casos leves o asintomáticos de simplemente permanecer confinados. Incluso se están detectando positivos en análisis PCR que, según los especialistas, serían contagios antiguos, previos.

Y es que en aquellas primeras semanas, los análisis se reservaban a las personas hospitalizadas o con síntomas más graves, es decir, mayoritariamente a personas de mayor edad o con patologías previas que son los que acudían a los centros en una mayor proporción. Puede haber habido, en definitiva, una bolsa de jóvenes en confinamiento con síntomas leves o asintomáticos no localizados.

Ya a principios de junio, tras varias semanas de desescalada pero también tras un periodo amplio de test masivos, pudo constatarse un incremento descomunal de positivos entre los más jóvenes. Un grupo que, durante el confinamiento, había recibido la consigna de permanecer en casa a la menor sospecha, frente a la mayor monitorización de los mayores, que por su negativa respuesta a la enfermedad sí tuvo mayor presencia en hospitales y vigilancia en residencias de mayores.