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Aitana Sogorb: «La cuarentena afectó a los enfermos mentales y, lo que es peor, ahora la crisis frenará la inversión para su investigación»

Investigadora alicantina de neurociencias en Londres

La alicantina Aitana Sogorb, en el laboratorio. información

La pandemia del coronavirus lo paró todo. Ahora, en plena desescalada, cada sector trata de recobrar la normalidad, pero va a ser imposible. Muchos laboratorios siguen cerrados, otros comienzan a reabrir gradualmente. De poco vale, tener cuatro meses cerrada una investigación supone volver a empezar. La alicantina Aitana Sogorb (1990), investigadora sobre la demencia frontotemporal en el UK Dementia Research Institute de Londres, explica sobre cómo ha afectado el covid-19 a los pacientes con problemas mentales y el futuro que sobreviene.

P Qué difícil debe de ser teletrabajar si trabajas en un laboratorio.

R Desde luego. Hemos estado parados, sin poder ir, trabajando desde casa y mi laboratorio no está abierto todavía. Ahora parece que va a ir gradualmente pero vamos a tardar en poner al día todo.

P ¿Tanto bloqueo ha supuesto?

R Sí, claro. Las máquinas con las que trabajamos tienen un mantenimiento semanal y ahora hemos estado tres meses sin ir, imagínese. Ahora, conforme nos vayamos incorporando, nos han dicho que no puede entrar nadie externo al laboratorio, pero las máquinas deben ser calibradas por ingenieros...

P ¿Qué hace una alicantina en un laboratorio de Londres?

R Trabajar de lo mío y de lo que me gusta, algo muy difícil en Alicante y en España. Yo estoy investigando sobre la demencia frontotemporal en el UK Dementia Research Institute, donde todo el equipo trabaja con enfermedades neurodegenerativas como alzhéimer, párkinson o ELA.

P ¿Cómo llegó hasta allí, trabajó antes en Alicante?

R Sí, yo soy bióloga y después hice el doctorado en Alicante, en el Instituto de Neurociencias de San Juan. Después, para optar al postdoctorado se necesitaba que el laboratorio tuviera mucho dinero o tener una beca del Gobierno, que es muy difícil conseguirla. Así que la opción que queda es irse al extranjero.

P Y usted tuvo suerte.

R La verdad es que sí porque tampoco es fácil. A través de mi jefe de Neurociencias y gracias a que yo había hecho unas estancias en Suecia, pudimos contactar con un investigador muy prestigioso sobre el alzhéimer y me ofreció un puesto en Londres.

P ¿A qué se dedica exactamente?

R Desde hace unos meses estoy en un proyecto de dos años investigando sobre la demencia frontotemporal, que es el nombre que se le da a una serie de patologías diversas y difusas que no tienen una separación muy clara.

P Cuente...

R Pues se dividen en dos grupos. Una de ellas son las cognitivas, como la alteración de la personalidad o la pérdida de memoria. La otra son las semánticas, en la que los pacientes olvidan el significado de las palabras, o no saben construir frases o también pueden no recordar el nombre de una palabra pero sí su significado.

P ¿Qué causas tiene esa demencia frontotemporal?

R Muchas. A veces se mezcla con el alzhéimer, otras con pacientes de ELA... A un gran porcentaje de los enfermos les aparece esporádicamente y no se saben las causas pero hay una pequeña parte que tiene causas genéticas, hay una mutación y es hereditario.

P E investigan sobre ese pequeño porcentaje, ¿no?

R Sí, somos un equipo y nos dividimos. Unos hacen visitas a pacientes, otros están con el diagnóstico de imagen con TAC o resonancias y yo me dedico a la búsqueda de proteínas alteradas para hacer el diagnóstico. Esas proteínas están en los líquidos del cuerpo y se puede diagnosticar la enfermedad si se hace un análisis de sangre y se ven niveles alterados. Sería más fácil si se analizara el líquido cefalorraquídeo porque es una enfermedad del cerebro pero habría que emplear métodos más invasivos que un simple análisis de sangre. En ello estamos.

P ¿Ha supuesto la pandemia del coronavirus

R Desde luego. El tener pérdida de memoria requiere una rutina diaria muy estricta y la pandemia ha alterado esa rutina, tanto a la gente que vive en residencias como las que tienen cuidadores en casa. Esos paseos marcados o ejercicios se perdieron durante el confinamiento. El estado mental de los pacientes, por lo general, ha empeorado. Sobre todo a la gente que está en sus casas, el hecho de no poder salir ha sido muy duro.

P Aunque no es ése el único problema que se avecina con las enfermedades mentales...

R No, aquí en el Reino Unido ya estamos notando otros y así será en todo el mundo, también en España. Aquí la investigación se basa en mecenas, la gran mayoría de la financiación que reciben las universidades son de fundaciones privadas, que recogen el dinero de donativos. Ahora con la crisis económica muchas de ellas no van a tener fondos y eso va a suponer un receso en las investigaciones.

P ¿Cómo está la situación en España?

R No es tanto por mecenazgo, pero recibe financiación europea y del Gobierno, pero ya sabemos que el recorte en investigación en España es muy grande en los últimos años y con la pandemia, más aún.

P Ese recorte en investigación es el motivo por el que usted y muchos españoles más trabajan en el extranjero.

R Sí y da mucha rabia. La mayoría de españoles que estamos fuera, estamos obligados y queremos volver pero no podemos. Es un lástima que con todo lo que el Gobierno ha invertido en nuestra educación, ahora estemos contribuyendo a la ciencia en otro país.

P No tiene pinta de volver pronto.

R Es que en ciencia tampoco se pueden hacer planes a largo plazo. Yo por ejemplo tengo dos años de contrato aquí en Londres para un proyecto y después ya no sé qué va a pasar. Si volviera a España no puedo pensar en un proyecto muy largo porque no los hay. Eso sí, no será en Alicante, aunque me duela, sería en Barcelona o en Madrid, que es donde hay más opciones.

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