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«La gente ha encontrado en la fe religiosa algo para refugiarse del coronavirus»

Sacerdotes alicantinos aseguran que aumenta el número de personas que se escudan en la religión para superar la dura crisis y que su misión es «ayudar y abrir una gran ventana a la esperanza»

Ramón Egío, deán de la Concatedral de San Nicolás, oficiando una misa. PILAR CORTÉS

« Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed». Este versículo de San Juan en la Biblia es a lo que se aferran en estos momentos muchas personas creyentes como refugio a las duras situaciones que está provocando el coronavirus, según sacerdotes alicantinos, que tratan de amoldarse a las circunstancias de la nueva normalidad. Crece el sentimiento religioso en la sociedad, «aunque es muy difícil de cuantificar», afirma Ramón Egío, deán de la Concatedral de San Nicolás. «Todo lo que estamos viviendo con este virus ha hecho que mucha gente se haga muchas preguntas y reflexione», afirma el sacerdote, que sin embargo no ha notado una mayor afluencia de asistentes a misa. «Es normal porque muchos tienen miedo al ser grupo de riesgo, pero hemos aumentado los medios técnicos y hacemos la celebración a través de internet».

Por su parte, José Luis Casanova, capellán del monasterio de la Santa Faz, sí que ha notado que la gente acude más a misa entre semana. «Viene bastante más gente que antes, pero los fines de semana se mantiene igual porque las personas mayores son de alto riesgo», afirma el sacerdote, que trata de inculcar a sus creyentes que la fe «es una ventana a la esperanza».

Egío tiene claro que los malos momentos que se han vivido y los que están por vivir ha servido para aumentar la solidaridad de las personas. «He tenido varias anécdotas en la calle que me ha demostrado el buen espíritu de la gente en esta crisis. El día de Pascua me puse en la cola de una panadería para comprar monas para los necesitados y me pusieron el primero sin necesidad de esperar», recuerda el sacerdote, que no olvida el momento en el que fue a un supermercado a realizar una gran compra para los más vulnerables de la iglesia. «Cuando estaba en el cajero a punto de pagar se me acercó una persona y me pagó toda la compra para agradecernos el trabajo que estamos haciendo», señala Egío con una sonrisa.

Para José Luis Casanova la gente acude a Santa Faz «en busca de una esperanza a los malos momentos que estamos viviendo. Vienen a refugiarse en la fe de una crisis que ha azotado con fuerza a toda la sociedad». «A la gente se le ayuda en todo lo que podamos y si necesitan bienes de primera necesidad se les indica dónde puede dirigirse», señala el capellán de Santa Faz, que no olvida la muerte de un voluntario por el coronavirus. «Colaboraba mucho con nosotros ayudando a las personas más necesitadas que no tienen hogar, pero se contagió y no pudo soportar la enfermedad», explica el sacerdote, consciente de que han cambiado muchas cosas en la sociedad. «En cualquier año en esta fechas tenemos bodas todas las semanas y ahora se han aplazado prácticamente todas», afirma Casanova.

Egío saca un lectura positiva de todo lo sucedido, la mejora de los medios técnicos para que los creyentes puedan escuchar Misa desde su casa. «Tuvimos que cerrar la Concatedral pero no podíamos dejar a las personas sin misa, por lo que celebramos la Eucaristía de forma online, de forma que hemos podido cubrir las necesidades de los creyentes», señala el deán de San Nicolás.

Destaca además la ayuda que se ha brindado a los más necesitados. «Hemos repartido todos los días más de 100 bocadillos y desayunos y mensualmente atendemos a más de 50 familias para distribuirles alimentos básicos».

«La gente lo que ha sentido es la cercanía de la Iglesia en todo momento, los sacerdotes y todos los que formamos parte de ella nos hemos volcado», asegura.

La nueva normalidad ha traído cosas nuevas en las iglesias. Se ha prohibido el agua bendita, se sitúan geles hidroalcohólicos en la entrada y en el pasillo y se obliga la mascarilla. Además, el aforo debe ser máximo del 75 por ciento. En lo que respecta a la comunión, el sacerdote debe desinfectarse antes las manos y no se puede dar en la boca a los fieles, solamente en la mano. Por supuesto, la distancia de seguridad es obligada, por lo que en los bancos están marcados dónde se puede sentar la gente dejando localidades vacías.

Normas en las iglesias

Normas en las iglesias1. Aforo del 75% en todas los templos.

2. Geles hidroalcohólicos en la entrada y pasillo.

3. Desinfección de los bancos.

4. Se prohíbe el agua bendita.

5. La comunión se da solo en la mano.

5. Mascarillas.

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