Lo que más impacta a cuatro de los jóvenes que se han incorporado al voluntariado en Cruz Roja durante la pandemia son las familias con niños que acuden a los repartos de alimentos, y que piden sobre todo potitos y pañales; los vendedores ambulantes y chatarreros que han pasado a tener cero ingresos; y las palabras de agradecimiento de las personas mayores por su ayuda. Adrián García, Carlos Giménez, Carlos Hernando y Pilar Acosta no lo dudaron y optaron por aprovechar el parón en sus estudios y en sus oportunidades laborales a causa del confinamiento para acudir a la ong a ofrecer su ayuda a los más afectados por la emergencia social derivada del coronavirus. De marzo a mayo, en lo peor de la pandemia, Cruz Roja, que cuenta en total con 8.249 voluntarios y afiliados en la provincia, recibió 1.311 ofrecimientos de ayuda y se incorporaron finalmente 828 personas, muchas estudiantes.
Las redes sociales e incluso el whatsApp se han convertido en los últimos meses en un canal de ayuda a la entidad para ser voluntario o realizar donaciones.
«Cuando entré, algunas personas me decían que estaba un poco loca, que cómo no me quedaba en casa con todo lo que estaba pasando. Pero con cuidado, mi mascarilla, guantes y distancia se puede hacer», afirma la única chica de este grupo de cuatro voluntarios, de 19 años, y que estudia grado medio de Química. Ella siempre quiso hacer voluntariado y su madre le aconsejó que fuera a Cruz Roja para ayudar cuando estalló la pandemia. También quiere probar con acogida a niños y a personas necesitadas.
Los chicos, de entre 19 y 20 años, estudiantes de un módulo de fabricación mecánica; Administración y Finanzas, y Turismo, optaron por el voluntariado al tener demasiado tiempo libre. «Estando en casa, me pregunté qué hacía. La gente necesitaba ayuda y decidí echar una mano», apuntó Adrián García. Su compañero Carlos Giménez se queda con las palabras de las personas mayores a las que llevan a casa los alimentos: «te dicen Dios te bendiga, qué amable eres. Todo el mundo lo agradece un montón». Carlos Hernando afirma tras la experiencia que «como individuo sientes que haces algo bueno. En este tiempo es cuando más hay que ayudar, cuando más conciencia social hay que tener». Estos cuatro voluntarios, amigos y que han hallado en Cruz Roja «una pequeña familia», están en la sección de alimentos: se dedican a hacer entregas de comida y a rellenar los carros a las familias necesitadas. Una labor diaria que ahora realiza la entidad con cita previa para garantizar la necesaria distancia social entre las personas beneficiarias de este tipo de ayuda, en lo que la ong es rigurosa para evitar cualquier tipo de contagio.
La dedicación semanal de los voluntarios de Cruz Roja es de 1 hora y 50 minutos de media. El perfil tipo es el de una persona (hay paridad de género, es decir, tantos hombres como mujeres; con un 22,45% entre 21 y 30 años; y el 44,23% con estudios secundarios. El 13,31% son estudiantes.
La labor de reparto de alimentos se combina con intervención social, emergencias, juventud y organización y gestión.
Volviendo a los alimentos, Cruz Roja distribuirá 652.876 kilos en la provincia de Alicante entre personas vulnerables dentro de la primera fase del Programa 2020 de Ayuda Alimentaria. La distribución la llevan a cabo la ong y la Federación Española de Bancos de Alimentos, un 50% cada organización. Desde los centros de almacenamiento de las dos organizaciones se harán entregas a más de 5.600 entidades asociadas de reparto, que las harán llegar a las personas más desfavorecidas, de manera que éstas puedan preparar fácilmente una comida completa para una persona o para una familia con varios miembros, incluidos bebés.
En esta primera fase del Programa de Ayuda Alimentaria, Cruz Roja Española trabajará en la provincia de Alicante con 89 entidades de reparto y, en total, distribuirá alimentos a más de 41.600 personas, un 35% más que el año anterior. Esto supone que, entre Cruz Roja y el Bancos de Alimentos se atenderá a más de 83.000 personas en la provincia.
