Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Chemsex: el peligroso cóctel de drogas, sexo y riesgo que vuelve tras el confinamiento

La organización de reuniones sexuales en grupo ligadas al consumo de estupefacientes se multiplica en la provincia tras la reclusión por el coronavirus. Especialistas sanitarios constatan la escasa utilización del preservativo y alertan del aumento de hepatitis C por consumo de sustancias vía intravenosa

Algunas de las sesiones de sexo y drogas se llegan a alargar hasta 72 horas mientras los médicos alertan de los graves riesgos. Shutterstock

Cae la noche de viernes y Javier prepara su casa y su cuerpo para entregarse a una comunión entre sexualidad y consumo de drogas que se alargará cerca de 24 horas. La luz del salón se torna tenue, suena música electrónica y el exhausto sofá cama que domina la estancia ya está abierto. Un amigo y compañero de orgías es el primero en llegar a esta suerte de refugio pasional que, varias veces al mes, cobija a conocidos y extraños. La mesa principal no tarda en cubrirse de un polvo blanco (mefedrona) que se dispone en forma de rayas que se esnifan. A pocos centímetros hay un pequeño tarro de cristal repleto de un líquido transparente (GHB), un bote de lubricante tamaño XL y otro pequeño con "popper". En algún cajón permanece olvidada una bolsa llena de preservativos que, confiesa sin rubor, apenas se utilizan. Son las 23 horas y en este piso ubicado en una ciudad de la costa alicantina todo esta preparado para comenzar un encuentro de "chemsex" al que asistirán seis o siete personas. Se practicará sexo en grupo aderezado con diversos tipos de estupefacientes, cruzando muchas veces líneas rojas como la ausencia de la protección más elemental: el condón. Es una realidad que constatan los especialistas sanitarios, que advierten de los peligros de un fenómeno en auge que pone en riesgo severo la salud física y psíquica con consecuencias que pueden llegar a ser irreparables: desde la transmisión del VIH hasta serios problemas físicos y mentales. Incluso la muerte.

Las "chills" o sesiones, como se denomina a las "chemsex" en el argot que utilizan los participantes, son maratones de sexo y policonsumo de drogas a las que, habitualmente, acuden hombres que mantienen sexo con otros hombres. Por lo general se organizan en domicilios particulares, casas de campo o saunas. Con mayor frecuencia en ciudades como Alicante, Elche, Benidorm o Torrevieja, pero también en localidades más pequeñas. Aparentemente quedaron en gran parte interrumpidas durante el confinamiento por el coronavirus, pero todo apunta a que ahora, en plena fase de desescalada, vuelven a extenderse de norte a sur de la provincia. Es algo que se puede comprobar en las Apps que se utilizan para ligar o buscar compañeros sexuales (Grindr, Wapo, Scruff, Chill...). En los casos más extremos, facilitan el contacto entre usuarios que desean consumir estupefacientes por vía intravenosa.

"Normalmente organizo una sesión cada 15 dias, aunque a veces es semanal. Lo hago desde hace dos años. Quedamos varias personas en mi casa para practicar sexo y tomamos sustancias químicas. Habitualmente consumo mefedrona, GHB y popper porque me dan más ganas de hacerlo. Yo particularmente no lo hago en plan 'heavy', como mucho se alarga unas 24 horas, pero hay gente que comienza viernes y termina domingo o lunes y está drogándose constantemente. A algunas personas las conozco, otros son amigos de amigos, y también quedo con chicos que conozco por Apss del móvil. Es algo que ocurre en muchos lugares de la provincia, aunque creo que pasa desapercibido para la población general. Con el confinamiento había menos actividad, pero ahora se está retomando", relata Javier.

Una persona esnifando sustancias estupefacientes.Shutterstock

En realidad Javier no se llama así, pero accede a revelar su experiencia con las "chemsex" a cambio de absoluto anonimato. Hablamos de un hombre que roza la cuarentena, trabaja para una empresa que factura millones de euros y afirma que toma a diario medicación antirretroviral prescrita por su médico (profilaxis preexposición, PrEP) para blindarse ante un posible contagio de VIH. "La gente que queda para este tipo de sesiones no utiliza preservativo. Da igual que con las drogas te deshinibas más o menos y puedas perder la capacidad de identificar riesgos, la mayoría van dispuestos a hacerlo sin condones", afirma. "Sé que esa medicación sólo me protege del VIH, pero es importante porque creo que la mayoría de gente que acude a estas fiestas son seropositivos. La mayoría se medican y no te podrían contagiar al ser intransmisibles e indetectables, pero me quedo más tranquilo tomándolo. También es cierto que al no usar goma estás expuesto a coger una gonorrrea o una sífilis, pero esas sí tienen cura", prosigue. Lo sabe por experiencia, porque asegura que se ha contagiado al menos una vez. También reconoce que se ha llevado algún susto al ver cómo algún compañero de cama quedaba semiinconsciente por el efecto de los narcóticos.

La descripción de este asiduo a las "chemsex" no difiere demasiado de la realidad que los especialistas en sexualidad e infecciones y enfermedades contagiosas se encuentran en los centros sanitarios alicantinos. "Por supuesto que está extendida la no utilización del preservativo. Incidimos mucho en este tema entre personas seropositivas o que toman PrEP. Se ha perdido el miedo al VIH pero sigue habiendo riesgo de clamidia, sífilis...", señala Josefina Belda, coordinadora del Centro de Información y Prevención del Sida (CIPS) de la provincia. Belda afirma que entre pacientes se admite la asistencia a sesiones de "chemsex" y es un tema que se aborda en las entrevistas. "Es importante dejar claro los riesgos que se corren. Cada uno elige el riesgo que quiere correr, pero deben estar informados y asesorados", subraya.

También la jefa de servicio de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital General de Elche, Mar Masiá, afirma que las practicas de sexo grupal en las que se utilizan estupefacientes se registran entre usuario ligados a su área de salud. "Claro que es algo que sucede en nuestro entorno. Cuando hablas de este tema con los pacientes compruebas que es más frecuente de lo que pensabas, no es una práctica limitada a grandes núcleos de población. Unas veces lo practican de forma esporádica y otras con cierta frecuencia", prosigue.

La doctora constata que "por desgracia" la escasa utilización de profilácticos en este tipo de encuentros está generalizada. "Con mucha frecuencia la mayoría reconoce que no se pone protección. A pesar de todas las campañas que hacemos y todos los esfuerzos por intentar que el sexo sea protegido vemos que no se cumple, por eso se preconiza el uso de la PrEP, que permite la protección frente al VIH. Por lo menos esa, que es la más grave en cuanto a lo que implica de mortalidad y por ser una infección crónica, está protegida", explica. Y son los propios pacientes los que, según aclara, solicitan esta medicación, financiada por el sistema nacional de salud desde finales del pasado año como estrategia de prevención. A su juicio, no es que los usuarios dejen de usar condones porque se medican con antirretrovirales, que también los hay, sino que en su mayoría no los utilizaban antes de ingerir farmacología como tratamiento preventivo.

La Profilaxis Preexposición (PrEP), la pastilla que previene el VIH, es dispensada en hospitales.Antonio Amorós

Masiá apunta que durante el confinamiento han disminuido mucho las atenciones a pacientes que acuden al centro hospitalario en busca de tratamiento tras haber mantenido relaciones sexuales de riesgo y que, habitualmente, precisan profilaxis postexposición, una potente mezcla de antirretrovirales que sirve para tratar de evitar contagios de VIH tras un posible contacto con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana. Generalmente, se les somete a diferentes pruebas serológicas para detectar otras posibles infecciones de transmisión sexual. Sin embargo, desde que se han relajado las medidas de distanciamiento social "se observa un repunte", sostiene la doctora.

Usuarios geolocalizados

Encontrar una de estas sesiones de sexo y drogas y solicitar participación es del todo sencillo a través de apps que utilizan la geolocalización para indicar donde se organizan las más cercanas. Son herramientas que, según diversos expertos, han servido como catalizador para facilitar relaciones inmediatas con personas del mismo entorno y que permiten encontrar usuarios con preferencias similares. En algunas de esas "chemsex" el acceso es gratuito y cada cual acude con los estupefacientes que desea consumir. En otras, según indica Javier, se establece un precio de entrada que sirve para costear los gastos del arsenal de sustancias prohibidas entre los asistentes.

Por lo general, los participantes en orgías de este tipo emplean drogas como la mefedrona, metanfetaminas, GHB, poppers, MDMA, cocaína o ketamina, siendo muchos de ellos habituales en el policonsumo. Se introducen en el organismo fumadas, inhaladas o, en menor medida, empleando jeringuillas e inyectadas directamente en vena. Con su utilización se busca facilitar o prolongar el acto y conseguir un mayor rendimiento sexual. También es popular el empleo de fármacos para tratar de potenciar la erección, como puede ser la viagra. Ese cóctel, maridado a veces con bebidas alcohólicas, facilita en ocasiones la pérdida de control y reduce la percepción de estar realizando prácticas de riesgo y, por tanto, se dispara la exposición a situaciones de peligro. Una auténtica bomba de relojería de consecuencias impredecibles.

Los datos que maneja la Conselleria de Sanidad revelan que cada tres días se produjo un contagio de VIH en la provincia de Alicante durante el año 2018, con un total de 135 nuevos casos (418 en el total de la Comunidad Valenciana), gran parte de ellos entre varones de 25 y 39 años. Por su parte, los contagios de sífilis y gonorrea se han multiplicado por cinco en la última década por la no utilización de profilácticos. La doctora Mar Masiá indica que también se ha registrado un aumento de casos de pacientes con hepatitis C y lo atribuye, en parte, al auge de las "chemsex", donde ciertas drogas como la mefedrona o la metanfetamina se llegan a consumir por vía intravenosa, una práctica conocida en la jerga como "slam" o "slamming". "Es un motivo de preocupación puesto que era algo que estaba superado y vemos que hay un rebrote y resurge", destaca.

"Los usuarios deben ser conscientes de los riesgos que se corren. A los hospitales llegan pacientes que han sufrido infartos, trombosis o íctus cerebral por el consumo de drogas", subraya. Entre los efectos adversos del consumo de esa serie de estupefacientes se pueden registrar convulsiones, síntomas psicóticos, pérdida de control motor, taquicardias, síntomas paranoides y, por supuesto, dependencia, según advierte el Ministerio de Sanidad.

Las Apps con geolocalización son utilizadas para encontrar compañeros sexuales. Foto de Héctor Fuentes

Universitarios y treintañeros

Lejos de lo que pudiera parecer, el perfil de los usuarios que participan en las "chemsex" difiere mucho del prototipo de drogodependiente ochentero y noventero. En 2016, las ONG Imagina Más y Apoyo Positivo realizaron una encuesta sobre esta práctica entre hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres. El estudio, subvencionado en la convocatoria gestionada por la Secretaria del Plan Nacional sobre el Sida, tenía como objetivo caracterizar a la población que lleva a cabo estas orgías en España y reveló que casi el 83% de los participantes tenía entre 25 y 45 años, que un 68% disponía de formación universitaria y el 83,5% se encontraba trabajando. Así, el 48% de los encuestados reconoció ser VIH+ y el 54% indicó que no solía utilizar preservativo.

Desde la Dirección General de Salud Pública Calidad e Innovación del Ministerio de Sanidad se ha determinado en un informe fechado en septiembre de 2019 que por el momento en nuestro país "aún hay escasos estudios epidemiológicos" sobre este fenómeno y sobre sus "consecuencias para la salud pública". En este momento se encuentra en fase de redacción un documento técnico para el abordaje de este fenómeno a cargo de la Secretaría del Plan Nacional sobre el Sida, cuya versión preeliminar fechada en 2020 ya se puede consultar en la web de Sanidad, aunque se indica que se encuentra en fase de revisión. El estudio señala que "existe una preocupación creciente por el auge de estas orgías con drogas ya que la práctica intensiva y continuada de 'chemsex' puede facilitar no solo la transmisión sexual del VIH y otras infecciones, sino también ocasionar otros problemas y complicaciones para la salud física, mental y social de las personas que lo practican". Con este estudio abordado desde una perspectiva multidisciplinar se trata de "facilitar una mejor comprensión de este fenómeno a los distintos profesionales implicados en la prevención y en el abordaje del chemsex".

Coordinado por Raúl Soriano Ocón, consultor en salud sexual y "chemsex", está previsto que su versión final sea presentada en breve por el citado Ministerio. Incluye una revisión del fenómeno en sí mismo, análisis de los contextos en los que se practica, sustancias habituales y patrones de consumo así como motivos por lo que se lleva a cabo. Además de razones relacionadas con el uso instrumental de las drogas para conseguir experiencias sexuales sensorialmente más poderosas, también se sumarían factores de índole psicológico y/o social. Algunos participantes en diferentes estudios han identificado la práctica del "chemsex" como vía de escape a situaciones personales difíciles o dolorosas; otros han señalado que es una estrategia para afrontar conflictos internos por su homosexualidad o sentimientos producidos por el estigma asociado a la infección por el VIH; siendo un medio para manejar la angustia, para mantener la estabilidad emocional, o para aliviar el sentimiento de soledad no deseada "muy habitual en este colectivo". En ocasiones se hace referencia a la existencia de una cierta presión de grupo al contemplar que la gran mayoría de participantes consume o que refieren experiencias sexuales positivas consumiendo drogas.

Compartir el artículo

stats