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La cuarta vía

Sin orla, sin graduación, sin viaje de fin de curso, sin el cumple de los 18 años y, en un mes: la EVAU

Alumnos, pasando las pruebas de la Selectividad, en junio de 2019, en un aula de la UA. PILAR CORTÉS

Elena, Teresa, Blanca, Sergio, Nuria, Pedro, Berta, Fernando, Miranda, Paula, Esmeralda... son solo algunos de los nombres de los miles de alumnos y alumnas de la provincia que a primeros de julio, un mes después de lo previsto por culpa del covid-19, ese maldito virus que se ha empeñado en arruinar la vida a muchas familias, y complicárnosla a todos, se enfrentarán a la pruebas de acceso a la Universidad, la selectividad de toda vida, hoy rebautizada con el nombre de EvAU. Vamos, casi como si de la denominación de un virus se tratara. Y lo harán tras meses de confinamiento e incertidumbre que, en su lugar, debían haber sido meses especiales para tantos jóvenes de institutos y colegios que viven esa etapa irrepetible de sus vidas, la que marca el último curso de su formación, Segundo de Bachiller, y que coincide con la entrada en la mayoría de edad, cuando se alcanzan los 18 años y arranca una nueva vida. Esa de los sueños inmediatos como el poder sacarte el carnet de conducir, tener, por fin, un «as» para pelear el horario de regreso a casa, o de perfilar cuál será tu futuro profesional. En definitiva, comenzar a dibujar por donde irá ese camino laboral al final de la etapa universitaria y que marcará sus vidas. Pero este tiempo nada ha tenido que ver con el que pensaban, y todo ha quedado pospuesto para después de la segunda semana de julio, pese a que en los planes iniciales, allá por octubre de 2019, más de uno pensaría en tener todo resuelto para encarar el mejor verano de su vida.

Pues no, el covid-19 lo ha trastocado todo. No ha habido orlas ni graduaciones, no ha habido fiestas por las mayorías de edad, no ha habido viajes de fin de curso, no ha habido Semana Santa, no ha habido festivales escolares, no habrá Hogueras, los planes del verano han saltado por los aires, y desde hace casi tres meses las clases se reciben en el portátil o, incluso, en el teléfono móvil cuando de una de videoconferencia se trata. Hoy, a punto de entrar en junio y en la fase 2, para los alumnos y alumnas que preparan la EvAU comienza, sin embargo, un mes de nervios ante lo que les espera en julio y sin tener una idea clara de cómo será. Ni siquiera los profesores la tienen.

La Generalitat anunció a finales del pasado mes de abril que las pruebas se celebrarán en los centros, no en el campus como viene siendo habitual, por aquello de preservar las distancias de seguridad, más exigentes de las reglamentarias en una prueba de este tipo. Pero, a día de hoy, desde la Conselleria de Educación aún no se ha definido al cien por cien la hoja de ruta e, incluso, se han lanzado mensajes cargados de dudas e incertidumbre como si habrá suficientes profesores voluntarios para vigilar las aulas. No voy a entrar a valorar el asunto porque me niego a pesar que podríamos llegar a protagonizar en Alicante tamaño sainete. Con lo cual, la única consigna que deben recibir nuestros bachilleres es la de estar tranquilos, preparar los exámenes lo mejor posible y encararlos con seguridad y aplomo. Se juegan mucho. De los resultados que les lleguen a partir del viernes 10 de julio dependerá que la nota de corte refleje su esfuerzo y sea suficiente para entrar en la facultad deseada para seguir con su formación. Esa formación que empezó hace 15 cursos, cuando con tres años esos mismos alumnos bachilleres que mencionaba al principio y todos los demás entraban por primera vez en un aula, incluso en el mismo centro del que hoy se despiden, con las mismas lágrimas que las de muchos padres.

El covid-19 lo ha cambiado todo en las aulas pero más a estos estudiantes, los de Segundo de Bachiller, que ya es un curso muy complicado, y encima con la EvAU de postre. Tres días con multitud de materias que trasladar, negro sobre blanco, y con esos límites de tiempo nunca terminados de preparar. El virus les ha vuelto locos durante estos cuatro meses que nunca olvidarán.

Y todo esto cuando aún sobrevuela sobre sus cabezas el funesto recuerdo de la Selectividad de 2019 para los compañeros y compañeras entonces de un curso superior. Aquella con un examen de Historia de España que despistó a más de uno con preguntas que no se esperaban, y con una prueba de Matemáticas II que la mayoría no supo muy bien cómo resolver arruinándoles el acceso, por ejemplo, a Medicina, esa profesión tan importante y tan poco valorada por la Administración. La prueba de Matemáticas II de la rama de Ciencias fue imposible a juzgar por la reacción de los estudiantes en la Comunidad Valenciana. En menos de 24 horas, la campaña recogió 27.000 firmas de apoyo en contra de la prueba. Demasiado tarde, pero esperemos que haya servido para que los examinadores y, sobre todo, los estudiantes, hayan tomado buena nota de aquella célebre reflexión de René Descartes -entra en la EvAU, por cierto-. Cógito ergo sum -pienso luego existo-. Existimos ya que somos capaces de pensar.

Pues eso, queda un mes para acabar esta pesadilla, a nivel académico, en la que un virus ha convertido el curso 2019-2020 en un laberinto repleto de obstáculos pero que tiene salida, por supuesto que la tiene. Aunque se haya hecho cuesta arriba, lo mismo que pasamos de fases, superaremos la Selectividad. Por cierto, a mí me tocó Platón en Filosofía. ¿Denso eh? Mucha suerte y, volviendo a Descartes, ante la duda un minuto para reflexionar, aunque sea mirando al techo del aula, esa a la que no habéis vuelto desde marzo.

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