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Generación maldita

Más de la mitad de los parados por la crisis del covid-19 son jóvenes menores de 35 años

Estudiantes de la Universidad de Alicante, futuros ingenieros, en el laboratorio de estructuras de la facultad. INFORMACIÓN

Del millón de personas que han acabado en el paro en los primeras semanas de la crisis del coronavirus, el 53% han sido jóvenes menores de 35 años con un sueldo anual de unos 20.000 euros. Una pandemia que, además del drama sanitario las miles de muertos, ha provocado un tsunami económico que amenaza con llevarse por delante empleos y los sueños de miles de recien graduados o estudiantes en los últimos años de la carrera, que contemplan desesperados y desencantados la evolución de la pandemia también en lo laboral. La destrucción del empleo se ceba en las personas con contratos temporales, sobre todo en los jóvenes. «Los que tengan trabajos precarios los perderán y a los que coja desempleados lo tendrán todavía más difícil», subraya Liberto Carratalá, sociólogo, profesor de la Universidad de Alicante, que apela, no obstante, a la excelencia, porque, según los expertos la cualificación académica ofrece la mejor vacuna contra la crisis. Muchos de los jóvenes llevan años en crisis. A lo largo de este reportaje Gonzalo, Dolores y Sergio, nos cuentan sus historias, una mínima parte del corolario de trabajos temporales y mal pagados a los que se tienen que enfrentar, como el resto de españoles, los jóvenes alicantinos.

La crisis del covid-19 puede llevar el déficit por encima del 10 %, como resultado del alza del gasto y la fuerte caída de los ingresos, según señalan expertos, que subrayan la incertidumbre que rodea las estimaciones y las diferencias frente a la anterior recesión. A la hora de hacer previsiones se trabaja sobre dos datos clave: el incremento del gasto que va a conllevar esta crisis, tanto desde el lado sanitario como por el paquete de medidas de protección social y económica adoptadas, y la caída de la economía fruto del fuerte parón de la actividad y el consumo.

La CEOE ha cifrado entre 25.000 y 30.000 millones las necesidades de gasto público adicional que suponen las medidas tomadas hasta ahora. La patronal calcula una reducción de la recaudación de impuestos de hasta 60.000 millones. En un escenario muy optimista las medidas podrían aumentar el déficit público durante 2020 en 3,5 puntos del PIB del covid-19. En los cálculos de la CEOE, con un escenario más optimista de caída del PIB del 5 % y otro más duro del 9 %, el déficit público se sitúa entre 80.000 y 120.000 millones.

Liberto Carratalá, profesor e investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Alicante, subraya que «los jóvenes siempre han formado en España un grupo sociodemográfico caracterizado por padecer la lacra del desempleo. Más todavía en periodos de crisis económica y en esta que empezamos a transitar, también». En líneas generales y en el contexto socioeconómico en el que nos encontramos, las personas entre los 16 y los 30 años presentan las tasas de temporalidad en el empleo más altas de entre todos los grupos de edad. Según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid, en el último cuatrimestre de 2019 esta tasa era del 47% para los individuos entre 25 y 29 años, y del 66% para los de 20 a 24 años.

El informe apunta a que la destrucción de empleo se va a concentrar en los asalariados con contratos temporales. «Así, los jóvenes sufrirán, una vez más, los aspectos más negativos de la crisis económica»,señala Carratalá. Los que tengan trabajos precarios los perderán y a los que coja desempleados lo tendrán todavía más difícil. En este sentido, una empresa de reclutamiento (JobTeaser) ha realizado un estudio internacional en el que se dice que un 71% de las compañías han paralizado total o parcialmente sus procesos de selección de personal a raíz de la pandemia.

Sergio Sotos, ingeniero civil por la Universidad de Alicante, en la que se graduó en 2018 no esperaba, ni por asomo, que a sus 26 años se encontraría en el paro después de haber comenzado a trabajar casi desde el primer momento. Ahora llevaba ocho meses como ingeniero en la terminal del aeropuerto de Alicante-Elche en una ingeniería subcontratada por Aena. La paralización temporal de las obras en el aeropuerto le ha llevado al paro junto al resto de sus compañeros. «La verdad es que no me lo esperaba porque vivíamos un buen momento, incluso habían mejorado los sueldos, y de repente, casi de la noche a la mañana me he visto en el paro. Ahora a volver a echar currículums pero con una gran incertidumbre sobre el futuro porque nadie sabe decir exactamente cuanto va a durar esta crisis. A nosotros no los han hecho un ERTE. Nos han echado directamente».

Gonzalo Dal Molin, un joven periodista alicantino, ha visto como la crisis del covid-19 se ha llevado por delante la compañía aérea en la que trabajaba desde hace tres años como personal de cabina. A sus 27 años y tras ser pasto del cáncer que sacude a los periodistas, se había labrado un futuro en Norwegian, una de las compañías top en el sector de las «low cost», pero desde hace unas semanas está en un ERTE que acaba a mediados de junio, pero con pocas esperanza de reingreso. «Ya nos han dicho que vallamos pensando en ir entregando credenciales y uniformes, porque parece que tras recibir una inyección económica del gobierno de Noruega, su intención ahora es replegarse a Noruega y empezar con seis aviones desde el principio. ¿Llamarme? Somos muchísimos trabajadores que habíamos crecido con la compañía y ahora nos hemos quedado colgados». Gonzalo se graduó en Periodismo por la Miguel Hernández, domina en inglés, acababa de independizarse y ahora se encuentra en el paro y con pocas esperanzas de poder reincorporarse a su empresa.

Dolores Fuentes es una joven oriolana que esta misma semana ha cumplido 34 años. En 2010 recibió su diploma con diseñadora industrial, en plena crisis económica tras la quiebra Brothers y la explosión de la burbuja inmobiliaria. Su pareja, Juan, también es diseñador industrial. Diez años juntos ya y ambos, afortunadamente, tienen hoy trabajos, precarios, pero sobreviven, pero diez años después no han podido trabajar ni un mes de lo que estudiaron. Dolores, en una tienda de decoración y Juan en una fábrica. «Me preparé, realicé prácticas de esas que no se pagan, hice un máster en la Universidad de València con la esperanza de quedarme, pero tampoco cuajó. En Yecla estuve un tiempo en una fábrica de muebles trabajando en algo que se parecía al diseño industrial. La fábrica cerró. Nunca he trabajado en lo mío y creo que nunca lo haré. ¿Frustrada? Pues ya me dirá. Diez años y mi única experiencia como diseñadora industrial es haber sido becaria».

Tomás Mazón, sociólogo, y experto en turismo lo tiene claro. «No va a ser fácil, ni va a ser igual que antes, pero tengo la esperanza de que el turismo sabrá rehacerse. Son tiempos difíciles, pero entre los jóvenes trabajadores del sector hay grandes profesionales que esperan incorporarse a todo tipo de empresas . El futuro se encuentra también en las aulas de la Universidad donde se están formando jóvenes estudiantes.

Liberto Carratalá: «Un nivel de cualificación alto es la mejor vacuna siempre»

Liberto Carratalá tiene su particular visión de cómo afrontar la crisis. «Un alto nivel de cualificación académica es siempre una vacuna efectiva contra la temporalidad. Estas trabajadoras y trabajadores son más difíciles de sustituir o prescindir. Tampoco digo que las personas recién graduadas o jóvenes ingenieros vayan a encontrar trabajo fácilmente. Me refiero a que una crisis es una oportunidad y una necesidad para innovar en las organizaciones, sobre todo las que tienen su actividad en el sector de la hostelería, el turismo, la sanidad o la robótica». Carratalá enfatiza que «los universitarios están capacitados para ello. Los que no puedan acceder a un puesto de trabajo tras graduarse optarán por seguir formándose y no perder un año. Si las instituciones gubernamentales y educativas les apoyan con ayudas, los másteres que promueven la innovación, la gestión y desarrollo de personas o la creatividad, pueden ser una elección pertinente para los tiempos que están por venir», subraya el sociólogo.

Francisco Menargues: «Los jóvenes no deben bajar la guardia, pero la salida será lenta»

Francisco Menargues, presidente de Colegio de Economistas, apunta que «la situación está muy complicada y lo que queda del año va a ser duro en todos los sentidos, tanto porque seguimos con riesgo sanitario como por el hecho de que la crisis económica es dura y se calcula que el empleo puede alcanzar el 22%. No obstante, la esperanza es que esta crisis no se ha debido a una fase económica decreciente, por lo que consideramos que la recuperación será rápida y se consolidará a lo largo de 2021 y 2022 aunque quizá la recuperación del empleo sea más lenta de lo esperado».

Menargues alerta de que «ahora mismo para evitar que la debacle sea mayor es importante las medidas que se tomen y la de prolongar los ERTE hasta el 30 de junio, en realidad modificarlos, no parece la más acertado» «¿Generación perdida. Insisto, no es una crisis económica por una fase concreta. Lo único que puede aconsejar es paciencia y no bajar la guardia pero la salida va a ser lenta y las medidas tienen que ser efectivas».

Salvador Ivorra: «La inversión pública es clave, el sector privado está muy débil»

Salvador Ivorra, ingeniero y profesor en la Escuela Politécnica de la UA advierte de que «la situación de los titulados universitarios ya es compleja. Se ha generado un exceso de titulados y aunque consiguen trabajo, éste es con un salario muy reducido y en muchas ocasiones con una cualificación profesional inferior a la de su formación. No percibo, no obstante, una situación dramática puesto que sólo se puede mejorar. Hay muchos sectores del mercado donde los jóvenes dominan o están en posición de dominar técnicas que los titulados senior a un coste mucho más reducido». Para Ivorra, la influencia directa sobre los jóvenes va a estar muy condicionada a las medidas de económicas que adopte el Gobierno, puesto que el sector privado está y estará muy debilitado. Si se retoma la inversión en obra pública e infraestructuras de forma inteligente se abrirán puestos de trabajo centros de producción eléctrica sostenible, transporte de mercancías, logística, entre otros. Aspectos básicos para hacer más competitiva nuestra industria».

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