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Estudiantes en la zona cero de la pandemia

Seis alumnos de último curso de Enfermería de la provincia se trasladan dos meses a Madrid para trabajar en un hospital colapsado por el covid-19

Andrea Carpena en un control de enfermería.

La crisis sanitaria del coronavirus ha marcado un antes y un después a seis alumnos de Enfermería de la provincia. A los pocos días de decretarse el estado de alarma por el avance de la pandemia en España, en marzo, surgió para ellos la posibilidad de dejar durante unas semanas sus hogares y sus familias, con quienes estaban confinados, para trasladarse a Madrid a trabajar en un hospital, como muchos otros, colapsado por la covid-19. Se trata de seis estudiantes de cuarto curso del grado de Enfermería de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Elche, que de un día para otro se marcharon a ayudar a Madrid, a la zona cero de la pandemia en España.

Lydia Lahuerta (22 años y vecina de Petrer) explica que «como me quedaba poco para acabar el grado y ya no íbamos a hacer más prácticas, lo consideré como una oportunidad de empezar a trabajar con el respaldo de otros enfermeros en Madrid, ya que nuestra función era ayudarles en un momento complicado, y con falta de medios». Esta futura enfermera asegura que «al principio sí que me lo pensé un poco, pero luego decidí ir y no me arrepiento de lo que he hecho».

Lydia, que ya está de regreso en la provincia, recuerda que «me mandaron a la UCI, y allí vi como habían habilitado camas para cuatro pacientes en un quirófano por falta de espacio». Esta estudiante confiesa que «al principio fue duro, ya que cuando entré estaban todos sedados, pero poco a poco, gracias a nuestra ayuda, se fueron despertando y recuperando, fue muy gratificante verles salir de esa situación». Tras la experiencia reconoce que «espero que cuando vuelva a trabajar sea más fácil, ya que lo normal no debe ser la falta de medios a los que nos hemos tenido que enfrentar en todos los hospitales».

Acogida

«Tuvimos muy buena acogida», recuerda Nadia Hermosa (22 años de Benidorm), que no duda en admitir que «los más duro fue ver a pacientes que lo estaban pasando mal, y que al final fallecían». En este sentido Nadia recuerda que «cuando llegué estaba toda la planta llena de pacientes con covid-19, había mucho trabajo, pero con el paso de las semanas se fue suavizando la carga asistencial».

Eduardo Román (25 años de Alicante) relata que «llegué el 24 de marzo por la tarde, y empecé a trabajar esa misma noche. Hacíamos mucha falta, cuando llegué solo había una enfermera para toda la planta, y las habitaciones estaban dobladas, eran individuales pero se habían habilitado para meter a dos pacientes ante la avalancha de casos. Fue un poco locura, pero me sentí muy apoyado por la compañera con la que estuve, que se alegró mucho al verme llegar para ayudarle».

Eduardo reconoce que «vas con miedo, y es todo nuevo, pero me lancé sin pensarlo y nunca tuve miedo al contagio». Durante su estancia, y cuando acabó, fue sometido a tets que dieron negativo por coronavirus.

Directa a la UCI

Dos semanas trabajando en una UCI estuvo Patricia López (22 años de Alicante) nada más llegar a Madrid, que reconoce que «ha sido mi primer contacto con este servicio». Esta estudiante de Enfermería del CEU explica que «nosotros llegamos después de lo peor en cuanto a falta de medidas de protección para los sanitarios, por lo que siempre tuvimos buenos EPIs a nuestra disposición». Patricia también pasó durante su estancia, que fue de unos dos meses, por una planta con enfermos de coronavirus y recuerda con pena como vio fallecer a varios pacientes solos. «Son momentos muy duros en los que todos deberíamos estar acompañados», confiesa Patricia López.

«Ha pasado como un abrir y cerrar de ojos» dice Andrea Carpena (21 años de Alicante), que explica que «cuando nos surgió la oportunidad de ir a Madrid estábamos todos encerrados en casa, y aunque confieso que al principio sentí miedo, también sentía que tenía que hacerlo, forma parte de nuestra vocación». Andrea confiesa que «lo más agobiante es el calor que se pasa con los equipos de protección, que nos poníamos nosotros mismos, pero hacía falta porque el hospital estaba lleno de pacientes». Esta estudiante afirma que «fue la primera experiencia de ir a vivir sola a una ciudad distinta a la mía, y me sentí muy bien acogida por los compañeros y por los pacientes, que han sido muy agradecidos».

Aislados

Laura Erades (21 años de Jávea) relata que «cuando me enteré que iban a llamar a estudiantes me interesé». Le llamaron un miércoles y jueves ya iba de camino a Madrid para incorporarse lo antes posible al Hospital Vithas, en el que también trabajaron sus compañeros. En Madrid todos los estudiantes se alojaron en habitaciones individuales de un hotel, y solo tenían contacto a la hora de ir a por la comida. «Lo del hotel también fue duro, ya que teníamos que permanecer en la habitación aislados, al no poder hacer uso de las zonas comunes, pero era necesario por la situación», recuerda Laura Erades.

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