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Toni Cabot

Postales del coronavirus

Toni Cabot

«Chuanet», el ruandés que bendice Relleu

Relleu adora a Juan Berchmans, aunque si van por allí escucharán hablar de Chuanet o Juanito. Se trata del sacerdote nacido en el Congo, pero criado en Ruanda, que el Obispado envió a ese pueblo de la montaña alicantina hace 17 años al quedar vacante la plaza. La jubilación del veterano Pascual Candela se cubrió con un par de párrocos que no duraron mucho al entrar en una crisis de fe que les llevó a colgar los hábitos para contraer matrimonio. Tras ese «impasse», la plaza quedó cubierta con un joven ruandés, al que la genocida guerra en aquel territorio llevó a trabajar en campos de refugiados con Cáritas, organismo que le ayudó a llegar a España.

Ya en el destino, desde el primer momento, Berchmans entró en el corazón de los habitantes de Relleu, un pueblo con poco más de mil habitantes que sigue volcado con la agricultura, mimando su tierra y cuidando sus tradiciones con profundo cariño. Por eso, el pasado mes, en pleno confinamiento y con el calendario apuntando a la Mare de Deu de Abril, comenzó a rondar la más que probable interrupción de la tradición nacida en 1710, el año del «Miracle» de las lluvias que acabaron con una larga sequía tras súplica divina con procesión incluida. Aquel acontecimiento, que solucionó un grave problema anegando las sedientas tierras del término, puso fecha a una festividad puramente religiosa en Relleu, que contempla una ofrenda, una procesión y una misa en honor a la Virgen del Milagro en la iglesia de Sant Jaume.

El espinoso asunto que amenazaba la sensibilidad del relleuero se solucionó cuando «Chuanet» sugirió al alcalde, Lino Pascual, buscar una mano con conocimientos en tecnología para cumplir con la costumbre a través de una misa telemática que pudiera ser seguida por todos los feligreses desde sus casas a las doce de la mañana del día 11. El edil encontró al técnico e internet hizo el resto con un apoyo añadido: dos altavoces en lo alto del campanario para que quien no se manejara con YouTube escuchara la ceremonia religiosa asomándose al balcón. De esta forma, el feligrés del pueblo se dividió en tres tipos: el que siguió la misa por la red, el que lo hizo afinando el oído desde el balcón y el que utilizó ambas vías. La ceremonia recorrió muchos kilómetros hasta llegar a puntos insospechados, puesto que varios relleueros repartidos por el mundo (Venezuela, Buenos Aires, Miami?) se conectaron y la siguieron en directo en tan señalada fecha para honrar a su patrona.

Cubierto el objetivo, «Chuanet» se apuntó otro tanto entre unos parroquianos que le veneran. De hecho, hoy es el encargado de administrar una herencia estimada en cien mil euros que uno de ellos dejó para arreglar la iglesia. En eso, precisamente, se ha empleado mucho el sacerdote ruandés, que hace unos años, mientras ejercía funciones de albañil para reparar el tejado de la parroquia, se topó con una pareja de inspectores de Trabajo que le sorprendió encima del andamio. La escena generó una confusión que el mismo Berchmans recuerda con una sonrisa:

«¿Qué hace ahí ese negro?», preguntó la inspectora que llevaba la voz cantante un segundo antes de ordenarle que bajara a la tierra.

«Le dije que era el cura, pero no se lo creía», rememora el párroco ruandés.

Berchamns también se ocupa de la parroquia de la vecina Orxeta y del hospital de la Marina Baixa, donde durante estos dos últimos meses ha dado la extremaunción a una decena de enfermos por el coronavirus.

«¿Miedo? Al principio un poco, hasta que vi a jóvenes sanitarios cuidando, pinchando y lavando a los enfermos. Me decía a mí mismo que mi vida no valía más que la de esa gente tan admirable que no fallaba ni un día».

Palabra de Chuanet, el retor de Relleu y de Orxeta.

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