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CORONAVIRUS

Atrapada a 1.600 kilómetros

Una joven de Altea que reside en Leeds describe con pesar cómo ha sido su confinamiento sola en Reino Unido

Atrapada a 1.600 kilómetros

El confinamiento ha pasado factura a muchas personas que han visto como su mundo se venía abajo y que un peso se colocaba sobre sus espaldas al tener que pasar una cuarentena solos, alejados de los suyos y sin trabajo. Si además esa situación se ha pasado a 1.600 kilómetros de casa, los días pesan y los problemas y la melancolía aparecen cada cierto tiempo. Y eso es lo que le ha pasado a Carla Bernabeu, una joven de Altea que partió el pasado mes de octubre hacia Reino Unido en busca de una nueva vida y una oportunidad profesional. La pandemia ha dejado su vida en «stand by» muy lejos de su casa y de los suyos y sin posibilidad por ahora de poder volver a su hogar mientras no se permita viajar entre países.

Carla tiene 26 años y es nutricionista. Como muchos jóvenes españoles, un día decidió coger la maleta y sus estudios e irse a Inglaterra. Allí, según narra, las posibilidades de trabajar eran más que en España donde emplearse en la Sanidad pública es más complicado así que «emigré para intentarlo» y de paso aprovechar para aprender el idioma. Reside en Leeds, una ciudad al norte del país, y comparte piso con otra joven inglesa. Sin embargo, su empleo es en una empresa de comida aunque ahora mismo «no estamos trabajando» por la pandemia. «Nos han despedido a todos pero sí recibimos el 80% del salario durante esta situación», así que eso le permite seguir en el país británico mientras no pueda volver a España.

Y eso es precisamente lo que le pesa más. Con una pandemia mundial que ha modificado todo y ha obligado a confinarse en casa, estar cientos de kilómetros de distancia de los suyos no ayuda. «La última vez que fue a altea fue en diciembre, por Navidades» y llegó a Leeds «el 30 de diciembre». A partir de ahí solo viajó a Madrid un fin de semana antes del estado de alarma y a Berlín y volvió a Reino Unido justo cuando en España empezó el confinamiento lo que la dejó sin posibilidad de volver a casa hasta que todo acabara.

Medidas más relajadas

Carla Bernabeu relata cómo es estar confinado en Reino Unido: «aquí llevar mascarilla o guantes no es lo más frecuente. Podría decir que prácticamente el 90% de las personas no las llevan», apuntó a este diario. Ella sí que las utiliza «al ver que en España sí lo hacen, pero era difícil encontrar así que mi madre me mandó algunas hechas a mano», añadió. Además, los geles «solo los ves en algún supermercado. Desde hace unos días además puede salir a dar algún paseo sin hora establecida y explica que las distancias sociales «no se respetan mucho aquí», en un país donde «no tenemos fases de desescalada como allí» sino que el presidente Boris Johnson cada 15 días «dice las nuevas medidas y van cambiando».

La joven ha pasado por varias fases en estos meses. «Al principio lo llevaba bien pero luego empecé a cambiar», asegura. Comenzó a «caer en depresión y no podía dormir... unos días no dormía nada, otros unas horas...», explica a este diario mientras su voz va cambiando y casi se puede sentir su tristeza cuando habla. «También tenía pesadillas... lo he pasado muy mal», añade. En estos meses «me planteaba objetivos pequeños para el día y no era capaz de cumplir nada», asegura Carla. Aún así ha intentado mantener la «mente ocupada» y aprovechar para hacer cosas como mejorar su inglés aunque «me daba ansiedad». Una situación a la que tampoco ayuda el tiempo que «solo deja 2 o 3 días de sol al mes y eso también afecta psicológicamente». Además asegura que «es frustrante no tener trabajo en tu país e irte a otro a buscarte la vida y que vivamos todo esto».

La joven buscó cosas que hacer y «los domingos intentaba hacer directos en mi perfil cocinando para animarme». Una tarea que la ha llevado a cocinar platos saludables que ha unido a sesiones de ejercicios o de videollamadas. «Poder hablar con mi familia aunque sea por el móvil me ha ayudado. Mi compañera inglesa no entendía que estemos todo el día en el teléfono y que todos los días tuviera cosas que contar. Aquí tienen otra cultura en ese sentido», explica la joven alteana. Carla recalca que tiene sentimientos encontrados a veces con el confinamiento: «por una parte ha sido un poco positivo al estar sola pero estar encerrada así en cuatro paredes no lo es».

Como ella, miles de españoles están pasando por la misma situación. «Aquí el confinamiento y la desescalada van diferente, todo empezó más tarde y ahora es más lento, por lo que todavía tenemos más incertidumbre de cuando podremos trabajar y cuando podremos volver a ver a nuestras familias». A ello se suma que no pueden volver a casa por la falta de medios o de opciones de transporte. «Algunos decidieron volverse y lo han tenido muy complicado», afirma. Desde la ciudad en la que vive dejaron de volar aviones a España y la opción más cercana era Londres: «hubo quien viajó allí pero era difícil y costoso económicamente» a lo que se suma la cuarentena decretada por el Gobierno de Pedro Sánchez.

Precisamente, las palabras de Sánchez de que el 1 de julio se podrá retomar la llegada de turistas internacionales ha sido como «una luz», aunque tiene doble filo: «si podemos viajar, al volver tendremos que guardar cuarentena aquí» lo que podría no ser viable si se está trabajando así que «igual hasta agosto no puedo ir a casa». Una idea que también empieza a pesarle.

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