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Barcala rebaja el tono y apela al diálogo para las medidas anticrisis tras aprobar gracias a Vox el Presupuesto de Alicante

El bipartito saca adelante las cuentas de 2020 pese al «no» en bloque de la izquierda

Barcala, frente al ordenador de su despacho, durante un instante previo al inicio del pleno de ayer. pilar cortés

Alicante ya tiene presupuestos para este año: 261.997.771 euros, con una inversión de unos 17 millones de euros. La aprobación definitiva llegó ayer, con cinco meses de retraso, gracias a la abstención clave de los dos concejales de Vox. A partir de ahora, con el documento ya en vigor, se debe ajustar a la nueva realidad, al escenario «poscoronavirus», a través de modificaciones de créditos que se someterán también a la votación del Pleno. En Alcaldía, los primeros cambios se esperan para mediados de junio, en menos de un mes.

Mientras tanto, el bipartito, liderado por Luis Barcala (PP), superó ayer una fecha clave: sacar adelante las cuentas municipales de 2020 pese a un «no» en bloque de la izquierda justificado, en general, en la falta de diálogo con la oposición y el tejido asociativo del gobierno local a la hora de abordar la crisis derivada del covid-19. En la aprobación inicial, hace casi dos meses, la situación fue más placentera para Barcala: entonces la oposición en bloque se abstuvo (trece), salvo los dos miembros de Unidas Podemos. Ayer el resultado fue más ajustado: trece en contra y dos abstenciones, frente a catorce apoyos del PP y Cs. Y todo por el cambio de postura de los concejales del PSOE y Compromís: de la abstención al rechazo.

Pese a ese anunciado «no» de los tres grupos de la bancada de enfrente, Barcala mostró ayer otra cara, con un tono conciliador, muy distinto al del último pleno, el ordinario de abril: de agitar el avispero como el que más, pasó a tender la mano a toda la oposición para negociar cambios inminentes en un texto que nace desfasado, ya que se redactó -y no ha experimentado modificaciones hasta la fecha- antes de que estallara la pandemia del coronavirus. «Tomo buena nota de lo que se ha puesto encima de la mesa, especialmente de aquello que afecta al diálogo, que es fundamental para sacar adelante a los alicantinos de esta situación», afirmó Barcala en su única intervención durante el pleno, tras escuchar el debate y antes de levantar la sesión. Y es que el alcalde intentó ayer rebajar la crispación municipal de las últimas semanas, incrementada estos pasados días por la polémica en torno a la edil Julia Llopis (PP), debido a la gestión de Acción Social, agravada además por sus formas.

Desde el primer minuto, el bipartito recibió críticas por la falta de cintura política, incluso antes de que la izquierda tomara la palabra en la videoconferencia. Y todo porque en el turno inicial de las intervenciones vecinales, ya se afeó la nula participación ciudadana en la tramitación de este Presupuesto de 2020: ni Juntas de Distrito ni Consejo Social. Nada.

Luego llegó el turno de la izquierda. Unidos los tres grupos en la votación, también coincidieron en los argumentos: sin lealtad no hay confianza. El socialista Miguel Millana -no intervino el portavoz, Francesc Sanguino- reprochó falta de «empatía» y sugirió a Barcala gobernar con «más equilibrio y sin clasismo», además de subrayar la falta de «voluntad política y liderazgo para paliar la emergencia social». Desde Unidas Podemos, Xavier López recordó a Barcala su pérdida de apoyos en apenas un año, cuando sólo el PSOE se opuso a las cuentas en la previa de las elecciones: «¿Por qué en 2019 pactó a izquierda y derecha y ahora desprecia todas las propuestas? ¿Se siente más cómodo ahora que está la extrema derecha? La culpa siempre es de todos los demás: usted, señor Barcala, es el centro del universo. Sólo vale su verdad». Por último, desde Compromís, Natxo Bellido enfatizó que el «clima de cooperación con la oposición se ha deteriorado», a la vez que afeó que las cuentas salgan adelante gracias a los ultras: «Vox es la muleta cómoda del bipartito. Son dóciles camaradas, ya sea para subir sueldos o aprobar el presupuesto».

En respuesta, el portavoz de Vox, Mario Ortolá, defendió la abstención de su grupo como una necesidad («no es un voto de confianza, es de emergencia») y pidió valentía al alcalde para afrontar los cambios necesarios en el documento, con una advertencia incluida: «Si no abandonan el miedo al qué dirán, tendrán que buscar apoyos en la extrema izquierda».

Frente al tono de «mano tendida» defendido ayer por Barcala en el cierre del debate y acogido con escepticismo en la oposición, el resto de intervenciones previas desde el gobierno municipal fueron de críticas moderadas hacia la izquierda por su «no» al Presupuesto: tanto la edil de Hacienda, Lidia López (en un papel impostado), la vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez (Cs), y la portavoz del PP, Mari Carmen de España.

Julia Llopis, protagonista pese a decir una única palabra en todo el pleno

Pese a tomar la palabra en una única ocasión para decir el «sí» de rigor en el turno de votaciones, la concejala de Acción Social, Julia Llopis (PP), fue ayer una de las protagonistas de la sesión plenaria. Lo fue por su polémica gestión al frente de los servicios sociales municipales y por sus formas con las asociaciones vecinales que luchan, desde primera línea, contra las consecuencias del coronavirus entre la población más vulnerable de la Zona Norte. Todos los grupos de izquierdas, de una manera más o menos explícita, abordaron una situación que ha llevado a esa bancada a pedir la dimisión o el cese de la edil. Y no sólo ellos, también trató el asunto Luis Almarcha, como representante vecinal de la Zona Norte, que se mostró muy crítico con la concejala por su gestión y por sus palabras, como aquellas en las que acusaba de «ladrar» a entidades por haberle reprochado la tramitación de las ayudas. Llopis sigue, pero su talante le persigue.

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