Y de repente ¡un alud humano! La Semana Santa de 1970 llenó Alicante de gente, no hubo rincón de la provincia que no tuviera turistas. Se batieron todos los récords conocidos hasta el momento y eso que no era verano. Más de medio millón de foráneos alojados en toda la provincia en esos siete días. Jávea colgó el cartel de "no quedan camas" y Torrevieja estuvo hasta los topes. La Albufera rezumaba acentos de todo tipo, nadie se salvó. En los primeros días el sol no acompañó del todo pero las playas estaban igual que en agosto. Los campings tampoco dieron abasto. Las procesiones fueron hasta el mar, el verdadero Santo Grial.

Entre tanta fiesta, Crevillente celebró una Expo nacional en la que, cómo no, puso a la venta cientos de alfombras. Pinoso, por su parte, había evolucionado en los últimos años gracias al mármol. Nadie en la provincia tenía que más que el municipio, que contaba con 50 canteras. "Aquí hay mármol para dar y vender", explicaba el alcalde, orgulloso de la transformación de Pinoso.

Pasada la liturgia religiosa, llegó la mona y en los castillos alicantinos se agolpó la ciudad. Tanto Santa Bárbara como San Fernando o el Hipódromo lucieron máximos. Una nueva ola de celebraciones, siguieron llevándose guitarras para amenizar las comidas pero un nuevo baile comenzó a calar, el pop. Más separado y no tan agarrado como antes. Algún que otro veterano no entendía nada: "Es muy zigzagueante, nosotros éramos más de agarrados". Sin embargo, seguía la tradición de que la chica debía llevar la merienda al chico: un conejo frito con tomate, una tortilla, aceitunas, bonito€ La época pre-empoderamiento, ya saben. El chico, eso sí, era el encargado de llevar la bebida y pagar "el resto de gastos".

En el deporte, un joven alicantino lucía como nunca en el Elche de Primera División. Tanto que a los pocos meses fue fichado por el Barça, donde se convertiría en una leyenda culé y de la Selección Española. Era Asensi, que ese fin de semana había hecho dos goles para los franjiverdes ante el Mallorca. Altabix había celebrado al mismo tiempo la victoria del Atlético al Deportivo (entonces, simplemente el Coruña). Así los ilicitanos se alejaban del descenso.

Al filo del mar, el Obras del Puerto comenzaba a fraguar un mito, aunque todavía era demasiado pronto. Ese fin de semana el equipo alicantino terminaba la liga como tercer clasificado de la Segunda División de balonmano. Fue una victoria ante el Arrahola y en las filas del Obras del Puerto ya estaba Pitiu, santo y seña de los posteriores éxitos nacionales e internacionales del club. Pero ésa es ya otra historia...

Al mismo tiempo, España veía con cierto recelo la carta que había enviado Nixon a Franco en la que explicaba que tenía ganas de visitar el país. No hubo otro Bienvenido, míster Marshall...