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CORONAVIRUS

El marisco cotiza al alza en las lonjas con la vuelta de la actividad hostelera

Crustáceos y moluscos recuperan valor tras caer un 60% por falta de consumo durante la cuarentena del coronavirus

El marisco cotiza al alza en las lonjas con la vuelta de la actividad hostelera tras la crisis del coronavirus

El marisco cotiza al alza en las lonjas con la vuelta de la actividad hostelera tras la crisis del coronavirus

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El marisco cotiza al alza en las lonjas con la vuelta de la actividad hostelera tras la crisis del coronavirus M. A. Rives

El sector de la pesca está recuperando poco a poco su valor de mercado en la provincia tras el descalabro sufrido durante las semanas más duras de la crisis sanitaria del coronavirus. El confinamiento decretado para hacer frente a la pandemia y el bloqueo de la actividad hostelera motivó una caída en picado del consumo de marisco y, con ello, un desplome del precio de venta sin precedentes que alcanzó una media del 60%. Ahora, con la apertura de terrazas en bares y restaurantes, este producto premium se reposiciona al alza. No obstante, su cotización en lonja sigue siendo un 20% inferior a lo que sería habitual en la antesala de la temporada estival.

La gamba roja es una de las variedades que registró un mayor desplome de precio mientras la ciudadanía estuvo confinada en casa y la economía se tambaleaba. Si en condiciones normales un kilo de este crustáceo se hubiera vendido a una media de entre 80 y 90 euros, su valor cayó hasta los 30 euros por la escasez de demanda. Desde la semana pasada, cuando parte de la provincia empezó a navegar en la fase uno del plan de desescalada, lo que permitió reabrir en parte los establecimientos hosteleros, el precio ha subido hasta alcanzar los 55 euros el kilo, según detalla a este diario el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Santa Pola, Ángel Luchoro. Y lo mismo ha sucedido con la gamba blanca, la quisquilla o la cigala, que «pegaron un bajón muy por debajo de los precios normales y motivaron que los barcos dedicados a las capturas de marisco cambiaran de caladero y se entregaran a la merluza o al salmonete, que tenían más aceptación» en la línea de venta. Son pescados que, hoy por hoy, se comercializan a precios normales, asegura Luchoro. Mientras el primero se vende a una media de entre 12 y 15 euros el kilo, en función de su tamaño, el segundo se despacha en subasta entre 8 y 10 euros.

Desde la cofradía de pescadores de Santa Pola esperan que con el paso de toda la provincia y de otras zonas del país a la fase uno el consumo siga al alza y, con ello, los precios vuelvan progresivamente a la normalidad. En términos totales, la flota santapolera es la que más ganancias registra en la provincia. Las capturas generadas durante el año 2018 -el último del que se tienen datos- un beneficio bruto de más de 22 millones de euros. Su lonja cuenta con uno de los canales de venta más modernos de la zona e incorpora una doble cinta transportadora cuyo objetivo pasa por mejorar la eficiencia en las transacciones, que se realizan a compradores que acuden personalmente a las instalaciones y también a través del canal de venta remoto online que facilita las importaciones.

Lonja blindada

Habitualmente los patrones de las embarcaciones con sede en Santa Pola -alrededor de un centenar- asisten a los procesos de subasta para observar cómo se coloca su producto en el mercado, pero en estos momentos se quedan fuera del edificio. Toda la facturación se realiza con medios telemáticos. Según cuenta Ángel Luchoro, aunque la difícil situación generada por la pandemia en los momentos iniciales ha remitido, las instalaciones de la lonja siguen sometidas a un estricto control decretado por Sanidad para mantener alejado el covid-19. «Se aplica un plan de prevención que consiste en la utilización de equipos de protección individual, uso generalizado de guantes, mascarillas y batas o tomas de temperatura. Los compradores se sitúan dejando entre sí el espacio de seguridad marcado por la autoridades y todo ello está permitiendo que no haya habido ni un solo contagio», sostiene el pescador. «Aunque tenemos unas medidas que muchos compradores dicen que son muy duras, es lo necesario ahora, ajustarnos a todo lo que exige Sanidad», insiste. Todo ello ha posibilitado que la lonja haya seguido operativa cada jornada, sin excepción, desde el inicio de la pesadilla del coronavirus.

En estos momentos, el patrón mayor de la Cofradía de Santa Pola calcula que el 50% de la flota pesquera «ya está saliendo a faenar con normalidad», mientras que el resto permanece amarrada al encontrarse en tiempo de parada biológica. Según subraya, hay una decena de barcos cuyos equipos siguen en proceso de ERTE por la situación generada por el covid-19 y, por ahora, se desconoce cuándo volverán a la actividad.

Un verano incierto en beneficios por la previsible caída del turismo

Recuperar el ritmo de ventas y sobre todo los precios de determinadas variedades de pescado será muy difícil si uno de los principales motores de la provincia, el turismo, sigue bloqueado por la crisis del coronavirus. Así lo vaticina el secretario de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Alicante, Juan Mulet, que ratifica, eso sí, que el mercado ha ido mejorando desde que la hostelería ha iniciado su despegue durante la fase uno de la desescalada del confinamiento.

«Los precios se irán normalizando poco a poco siempre que no haya un repunte de la pandemia, pero está claro que no se llega a los niveles que había porque no hay turismo ni gran consumo en hoteles», subraya. A juicio de Mulet, se ha experimentado cierto cambio de hábitos domésticos durante el encierro en casa y poco a poco se ha animado el consumo de variedades de pescado que, normalmente, se degustaban en bares y restaurantes.

La actividad pesquera de la provincia genera un volumen de negocio de 119 millones de euros, según el balance del año 2018. Durante dicho ejercicio se capturaron 24.000 toneladas de pescado y marisco, mientras que el 45% de la facturación total fue por acuicultura.

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