Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La cuarta vía

El covid-19 obliga a tomar precauciones, pero también debemos acostumbrarnos a vivir con él

Aviones estacionados en el aeropuerto a la espera de pasajeros a principios de marzo. Despegando, un avión de Jet2.com. jose navarro

La Organización Mundial del Turismo (OMT) -órgano de la ONU con su sede en España por algún motivo más que evidente- ha anunciado que en julio espera que las islas Canarias reciban el primer vuelo de turistas monitorizados y con todas las garantías de que no portan el coronavirus. El Gobierno alemán ha dado marcha atrás, y tras recomendar a sus compatriotas que no viajaran este verano más allá del Castillo del Rey Loco (visita imprescindible en Baviera) o la vecina Austria, está dispuesto a autorizar los vuelos a Baleares a partir de finales de junio. Jet2.com, Ryanair, Easyjet y Tuifly, principales compañías aéreas en traer turistas británicos, belgas e irlandeses a la Costa Blanca, llevan ya casi dos semanas vendiendo billetes y prevén volar en julio, algo complicado, no obstante, para los británicos. El turismo se mueve, no queda otro remedio además, y, a medida que la desescalada va tomando cuerpo -mañana lunes por fin toda la provincia entra en fase 1 tras la enésima ceremonia de la confusión del Gobierno-, las ganas de viajar de los europeos y los españoles, crisis económica aparte, se mantienen intactas e, incluso, este verano van a superar a las de otros veranos, aunque, y es lógico, todos sigamos con el miedo en el cuerpo hasta que no haya una vacuna contra el covid-19, y los bolsillos están como están. Pero hablamos de ganas.

Por ello, ahora más que nunca, resulta clave y vital que las autoridades sanitarias y turísticas se coordinen para encontrar la fórmula que permita crear un pasillo sanitario para que la temporada turística de la provincia, ya muy castigada y con heridas difíciles de cicatrizar en los próximos meses, se desarrolle, con todas las precauciones del mundo, por supuesto, pero que se desarrolle. Y para ello, que el aeropuerto de Alicante-Elche entre en la «nueva normalidad» es clave y estratégico.

Nadie duda de que este verano, si todo va bien, nos comportamos y no recibimos nuevos sustos desde Madrid y desde el equipo sanitario que vigila la desescalada, arrancará en julio y se nutrirá del turismo nacional. El visitante madrileño, castellano-manchego, vasco, maño? y de Elda y Alcoy será estratégico, pero representa un 50% del total, por lo que, restricciones a la ocupación y el movimiento aparte, es necesario poder pelear también por el mercado extranjero. Por supuesto, nadie puede pensar en los «overbooking» de antaño, ni siquiera en llenar al 80% un hotel, pero en la medida en que se vaya avanzando en los protocolos de seguridad sanitaria se deben ir abriendo puertas.

Está claro que nada va a ser igual a lo que el sector turístico había vivido hasta el 15 de marzo, pero no es menos cierto que todos estamos obligados a ir acostumbrándonos a la nueva realidad, y a saber convivir con el coronavirus, como lo hacemos con la gripe o, desgraciadamente, con el riesgo de sufrir un infarto pese a que controlemos la hipertensión, un linfoma o un cáncer de pulmón o páncreas. Esos con los que, desgraciadamente, convivimos a diario, nos rompen la vida en muchas ocasiones, pero convivimos. Patologías letales que destruyen a las familias que tienen la mala suerte de toparse con las mismas, pero que no por ello dejan de viajar, tomar una cerveza o, sencillamente, vivir. Con miedo, con precaución, pero vivir al fin y al cabo.

El doctor Rafael Pinilla, gestor del exitoso hotel medicalizado de Sant Joan, considera que el comienzo de la gestión de la crisis sanitaria provocada por el covid-19 fue un desastre por la falta de medios, pero añade que la pandemia está ahora más controlada y que, con las precauciones pertinentes, no debe haber problemas en los próximos meses. Eso sí, ojo, también advertía de un más que casi seguro rebrote durante el otoño. La obligación: estar preparados, con camas en las UCI, y, algo tan sencillo como el que nuestros sanitarios cuenten con material (mascarillas, respiradores?) y no tengamos que ver imágenes de enfermeras y enfermeros con batas confeccionadas con bolsas de basura. Hay que acostumbrarse a vivir con el virus mientras llegue la vacuna, e incluso cuando ya dispongamos de ella en los centros de salud.

Pero mientras ésta llega, lo inmediato es que la economía de la provincia (turismo y hostelería aportan la cuarta parte del PIB), no se hunda. La rueda de los servicios debe comenzar y a rodar y para ello es fundamental que el aeropuerto, esa infraestructura que nos costó mil millones de euros y en la que trabajan 3.000 personas, la puerta de entrada y salida de 15 millones de turistas en la provincia, eche a andar. Distancias, protocolos, reducción de aforos en zonas comunes y en los propios aviones, pero no se puede dejar que el aeropuerto siga siendo un lugar fantasma.

El presidente de Provia, Antonio Fernández, lo recordaba en estas mismas páginas el domingo pasado. El 74% de los pasajeros que aterrizan en el aeródromo provincial lo hacen para pasar largas t temporadas en su segunda residencia. Quizá el porcentaje tuvo su parte de cocina, pero es cierto que el turismo residencial mueve 12.000 millones de euros al año en la provincia de Alicante, y no solo en las cuentas de los promotores.

El sector hotelero, las empresas que gestionan los apartamentos, los bares, los restaurantes y los comercios han hecho los deberes. Por no hablar de los proveedores de todos ellos. Llevan dos meses sin ingresos y muchos se han gastado los últimos ahorros en preparar sus establecimientos para recibir a los clientes con las nuevas exigencias de la seguridad sanitaria, ¿es eso la nueva normalidad? Responsabilidad toda, pero Gobierno, Consell y Ayuntamientos tienen que poner también de su parte. Lo mismo que nosotros, los ciudadanos, en esa nueva forma de vivir y, por supuesto, de seguir progresando. Pero todo bajo el prisma de la precaución, la higiene y las distancias. No nos relajemos, pero tampoco nos resignemos a vivir confinados. Y cuarentenas para los turistas que aterricen en España las justas y necesarias. Medios de prevención sanitaria existen para no condenar a todo aquel que aterrice en el aeropuerto de Alicante-Elche a estar dos semanas aislado. Un cosa es exigir el test y otra estigmatizar a los turistas. Ryanair prevé volver en julio. Abramos la sociedad, por supuesto, pero sin bajar la guardia, por el coronavirus sigue ahí.

Compartir el artículo

stats