Las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) de este año serán extraordinarias tanto por el desplazamiento de su celebración a julio (serán los días 7, 8 y 9) como por los modelos de examen a los que se tendrán que enfrentar unos 20.000 estudiantes que se juegan el acceso a los estudios superiores. Si tradicionalmente la antigua selectividad planteaba por cada asignatura dos opciones A y B sobre propuestas cerradas, entre las que el estudiantado escogía una de ellas y contestaba obligatoriamente a las cuestiones planteadas, la pandemia de la Covid-19 ha provocado que en la próxima PAU se aumente «considerablemente» la optatividad, pues el alumnos tendrá muchas más opciones de preguntas y más flexibilidad para elegir las que más se sepa de cara a superar las pruebas.
Por ejemplo, en el examen de Historia de España se presentarán hasta cuatro textos y diferentes alternativas de preguntas sobre ambos (ver cuadro con las principales materias y sus posibilidades). Según los modelos aprobados por la comisión gestora de las PAU en base a las instrucciones del Ministerio de Educación que dirige Isabel Celaá debido a la situación excepcional de suspensión de las clases presenciales por la pandemia, en la prueba de castellano, por poner otro ejemplo, habrá dos bloques. El primero, denominado Comunicación escrita, es obligatorio y el segundo, denominado Conocimiento de la lengua y Educación literaria, plantea un listado único de diez preguntas, de las que el alumno deberá contestar la mitad.
En Matemáticas II, donde el año pasado hubo un suspenso generalizado entre los alumnos de ciencias que realizaron esta prueba con una nota media de 4,5 -la más baja de la década-, en la próxima PAU se ha acordado que el alumnado contestará solo tres problemas entre los seis propuestos. Cada problema se puntuará hasta 10 puntos. La calificación del ejercicio será la suma de las calificaciones de cada problema dividida entre 3 y aproximada a las centésimas.
