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Un fortín frente al Covid-19

Las viviendas intergeneracionales de la plaza América en Alicante se convierten en un modelo a seguir en la cuarentena y ninguno de los 90 vecinos se ha contagiado

A las 20 horas hay aplauso desde los balcones, pero a las 20.05 hay ovación de puertas adentro, en los rellanos. Una atronadora señal de agradecimiento de unas 70 personas mayores hacia una veintena de jóvenes que les hacen la vida más fácil. Son las viviendas intergeneracionales de la plaza América, un edificio modélico, singular desde su creación, que se ha convertido en todo un fortín contra el coronavirus por la rapidez en actuar de un grupo de vecinos que despierta la admiración más allá de nuestras fronteras. Son jóvenes que ayudan a mayores, pero también al revés, una mezcla genial.

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Las viviendas intergeneracionales de la plaza América en Alicante, un modelo a seguir en la cuarentena

«Cerramos el edificio una semana antes de que se decretara el estado de alarma, vimos que esto podía ser perjudicial para nuestros mayores y nos adelantamos», explica David Pérez, uno de los jóvenes que conforma el vecindario. «Se cerraron zonas comunes y ya no ha habido más reuniones de vecinos», aclara Madelin, una de las personas mayores y que además es la presidenta de la comunidad.

El edificio presume de que ninguno de los más de 90 vecinos se ha contagiado del Covid-19 y que la ayuda mutua, ya de por sí bandera de estas viviendas, se ha multiplicado en estos tiempos de pandemia. «Nos hemos volcado más todavía, tomamos la decisión de que en cada planta dos jóvenes se hicieran cargo de unos 15 mayores para así extremar precauciones», revela David. «Salimos a comprarles a ellos y también para nosotros únicamente dos veces a la semana».

Las viviendas intergeneracionales de Alicante se convierten en un modelo a seguir en la cuarentena

Las viviendas intergeneracionales de Alicante se convierten en un modelo a seguir en la cuarentena

David, que apenas lleva un año en el edificio, se fascina del buen funcionamiento de un proyecto que nació en 2008 y que ha acaparado multitud de premios internacionales. «Es el proyecto estrella, el más mediático, pero es todo cosa de ellos, los vecinos lo han hecho grande», explica Gaspar Mayor, gerente del Patronato de Vivienda. El objetivo de estas viviendas fue transformar la vida de los mayores: de la soledad a la compañía, del aislamiento a la relación social, del miedo a la seguridad, de la inactividad a la participación en los diferentes programas. En definitiva, de la depresión a la ilusión. ¡Y vaya si se ha conseguido! «Cuando vienen por primera vez, hay muchos que toman antidepresivos y ansiolíticos para combatir la soledad y al cabo del tiempo dejan de tomarlos, ése es el mejor síntoma», explica Mayor, que reconoce que una de las máximas iniciales fue recrear el ambiente de una «corrala vecinal» y alejarse de una retahíla de pasillos fríos y asépticos.

Inteligencia artificial

El Patronato ultima la implantación de asistentes virtuales en las viviendas intergeneracionales de la plaza América. La inteligencia artificial llegará a los hogares en octubre, cuando se instalarán altavoces y pantallas inteligentes para facilitar aún más la vida de los mayores. Se busca atender las necesidades específicas, desde la salud hasta las relaciones sociales (llamadas y videollamadas), también el ocio (televisión, radio), iluminación del hogar de manera inteligente por voz e incluso sensorizar la vivienda para alertar de posibles caídas. Al proyecto se ha sumado la Universidad de Alicante (Ars Innovatio), el primer paso es instalar Wi-Fi en todo el edificio y el coste total será de unos 180.000 euros para que el se busca financiación.

«Me ha cambiado la vida». Es una de las frases más repetidas de los vecinos desde que este edificio, que vive en constante renovación, abrió sus puertas hace más de una década. Pero no sólo del grupo de los mayores, también de los jóvenes, que al llegar se comprometen a atender a sus vecinos (charlas, talleres, deporte...). No ha hecho falta firmar nada en esta cuarentena, ha fluido la solidaridad de buzón en buzón. «Nos llaman continuamente los familiares para agradecernos lo que estamos haciendo por sus padres, a los que no pueden ver», cuenta David, agasajado por sus vecinos mayores.

«Día sí, día también, recibo bizcochos y tuppers de comida en mi puerta. Nos hemos convertido en una familia, de pronto yo tengo 40 abuelas», cuenta orgulloso David, uno de los jóvenes a los que los vecinos aplauden cada noche desde el descansillo.

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