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CORONAVIRUS

Los mercadillos vuelven a abrir a cuentagotas solo con alimentación y aforo limitado

Rafal retoma la venta ambulante el primer día hábil en la provincia tras la fase aguda de Covid-19 y fija medidas de distanciamiento y desinfección

Una mujer espera su turno para comprar fruta y verdura en uno de los puestos de Rafal. tony sevilla

La desescalada en las medidas de confinamiento y la reactivación de la actividad económica está permitiendo ya, aunque a cuentagotas, recuperar prácticas que hasta hace dos meses eran de lo más cotidiano. Tan cotidiano como acudir al mercadillo para llenar el frigorífico de fruta y verdura fresca. El municipio de Rafal, en la Vega Baja, ha sido el primero de la provincia en retomar la venta ambulante tras el bloqueo impuesto por el Covid-19. Ayer, por primera vez desde que se decretó el estado de alarma, los comerciantes de productos alimenticios y de primera necesidad volvieron a la calle y evidenciaron lo que significa la nueva normalidad tras el coronavirus, que incluye controles de acceso al recinto para evitar aglomeraciones, vigilancia policial y uso generalizado de guantes, mascarillas y geles desinfectantes.

La reapertura del mercado de los jueves movilizó ayer a decenas de vecinos que desde primera hora de la mañana acudieron al nuevo punto de venta para reencontrarse con sus vendedores de confianza. El protocolo establecido por la Generalitat Valenciana para regular la vuelta a la actividad ha obligado al Ayuntamiento de Rafal a buscar un espacio alternativo para cumplir los requisitos y garantizar el distanciamiento social.

Los mercadillos vuelven a abrir a cuentagotas solo con alimentación y aforo limitado

Los mercadillos vuelven a abrir a cuentagotas solo con alimentación y aforo limitado

El concejal de Mercados, Pedro Maciá, explicó que el zoco se ha cambiado de ubicación a la calle Félix Rodríguez de la Fuente, con entrada desde la calle Ruperto Chapí, para poder controlar el aforo, habilitando solo un punto de acceso y salida. Para ello, todas las calles adyacentes fueron bloqueadas con vallas y en el lugar de entrada se dispusieron botellas de gel desinfectante. También se pintaron líneas sobre la calzada para marcar la distancia a la que tenían que esperar los compradores que, por supuesto, no podían palpar el género para elegir. Además, entre las diferentes paradas se fijaron separaciones de dos metros.

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Rafal retoma su mercadillo semanal

«Lo más importante es controlar el aforo y que se cumplan medidas de higiene para evitar contagios. El protocolo lo hemos diseñado entre personal del Ayuntamiento y la Policía Local y esta mañana (por ayer) todo está funcionando de forma correcta. Al tratarse de un municipio pequeño es quizá más fácil controlarlo», destacó el edil.

En condiciones de normalidad son 37 comerciantes los que operan en este mercadillo, aunque ayer solo acudieron 14. Por ahora sólo pueden trabajar los que ofrecen alimentos o productos de limpieza e higiene. Quedan fuera los que venden, por ejemplo, artículos textiles o menaje, según la resolución de la Conselleria de Sanidad. Según algunos comerciantes, el volumen de ventas fue inferior al habitual.

Ayer, en Rafal, el trasiego de compradores fue un constante ir y venir de personas empujando carritos de la compra, pero el jolgorio inherente al ambiente y la jerga de los mercadillos resonó con menos intensidad que nunca. Tampoco se vieron los tradicionales corrillos de vecinos conversando. La consigna era acudir, comprar y volver a casa a la mayor brevedad. Y eso es lo que, probablemente, ocurrirá en el resto de mercadillos de la provincia. Se trata de un sector de actividad fundamental que da sustento a cientos de familias alicantinas y que tiene especial trascendencia en comarcas como la Vega Baja, donde se centraliza la producción agrícola de sello alicantino.

Primer mercadillo en Rafal tras el coronavirus

Primer mercadillo en Rafal tras el coronavirus

«Hay personas que no pueden salir, les seguiré llevando pedidos a casa»

Vendedores de fruta y verdura como Ton Carmona mantendrán las entregas a domicilio para personas mayores y de riesgo

A las 19 horas de ayer, Antonio Carmona, -conocido como Ton entre amigos- seguía repartiendo cajas de fruta y verdura fresca a domicilio. Su jornada laboral comenzó a las seis de la mañana en el mercadillo de Rafal, el primero en retomar la actividad en la provincia tras el bloqueo del coronavirus, pero el volumen de ventas no alcanzó ni mucho menos el de antes. Es algo que, de alguna forma, se esperaba. «Hay clientes que ya me dijeron que no irían a comprar al puesto. Son gente mayor o considerada población de riesgo y no pueden salir a la calle. Hay miedo por toda esta situación y seguiré llevándoles los pedidos a sus casas», explicaba a este diario mientras seguía de ruta con las entregas.

Las medidas de confinamiento social y el cambio de hábitos impuesto por la pandemia del Covid-19 ha dejado prácticamente un mes y medio en paro a los autónomos que, como Ton, se dedican a la venta de producto fresco en los mercadillos de la provincia. La entrega de lotes personalizados puerta a puerta ha sido parte de la solución adoptada por trabajadores del sector para sobrevivir a una crisis sanitaria que ha desembocado en crisis económica. «Yo he podido mantenerme, pero hay autónomos que lo están pasando muy mal. Las ayudas están bien, pero son insuficientes. Si te dan 680 euros y tienes que pagar 280 de cotización, ya me dirás como sobrevives».

Ahora, son los ayuntamientos de los municipios en los que Ton que trabaja -Callosa de Segura, Alicante y Onil- los que, como Rafal, «que se ha puesto las pilas muy rápido y es de agradecer», tendrán que ir articulando protocolos que le permitan retomar la actividad. «Está muy bien que se apliquen medidas para proteger a los clientes y protegernos también a nosotros, pero están exigiendo una serie de requisitos que no se piden a las grandes superficies comerciales, como los metros de separación entre el producto y el cliente o la distancia entre dos vendedores de un mismo puesto. Tendrían que haber sido un poco más flexibles con los mercados», valora este cojense de 42 años. «Creo que tardaremos en volver a la normalidad, pero tenemos que adaptarnos», admite.

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