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CORONAVIRUS

Personal sanitario y de los supermercados sufre rechazo vecinal

Los conflictos se agudizan en los pequeños municipios

Personal sanitario y de los supermercados sufre rechazo vecinal

Miedo. Una sola palabra describe el rechazo de vecinos de algunas comunidades de propietarios a que residentes en el mismo edificio que trabajan en primera línea frente al coronavirus sigan compartiendo espacios comunes. Se expresa en mensajes anónimos puestos en pasillos o zonas comunes que luego se han hecho virales en las redes sociales porque demuestran además que ese miedo es irracional.

Algunas son notas manuscritas, otras más elaboradas, de quienes probablemente luego les aplauden a las ocho de la tarde en el balcón de su casa. Mensajes de engañosa educación «te pido que lo pienses»; otros más directos apelando a un bien común mal entendido «por el bien de todos (...) no queremos más riesgos», en los que nada más y nada menos, se «invita» en especial a personal sanitario y cajeros y cajeras de supermercado a buscar otro lugar donde vivir y aislarse para no contagiar a la comunidad.

Entre estos vecinos del miedo los hay también más expeditivos que se dedican a rociar con lejía puertas, pomos y cerraduras de las viviendas. Lo positivo es la reacción de solidaridad inmediata del resto de vecinos que apoyan a esos trabajadores.

«Es sobre todo miedo», explica a INFORMACIÓN la doctora y profesora asociada de la Facultad de Sociología de la Universidad de Alicante, Alba Navalón, que además es enfermera, «pero las relaciones que se dan en una comunidad de vecinos son complejas, y pueden incidir muchos factores para que se produzcan esas reacciones», indica. «Hay un miedo al contagio ahora que se informa que el número de casos se está rebajando. Piden a los sanitarios que dejen su casa para no contaminar espacios comunes cuando es precisamente ese personal el que realiza todo un protocolo diario para evitarlo, al tiempo que los vecinos que no dejan de ir al supermercado casi a diario no toman esas precauciones». Navalón explica que de forma puntual cuando en una comunidad se han dado muchos casos positivos, el edificio entero se ha puesto en cuarenta. Un tipo de confinamiento más exigente en el que los residentes no salen en ningún momento y reciben comida del exterior.

En comunidades pequeñas todo se sabe... como en los pueblos. En Dolores (7.500 vecinos) el alcalde Joaquín Hernández, ha tenido que lidiar con las exigencias de una parte importante de sus vecinos que le pedían que identificara la vivienda en la que se ha producido un caso de coronavirus con un fallecido. La irracionalidad se transforma ahora en estigma social. El alcalde se ha negado a dar esa información, aunque también la familia del fallecido le amenaza ahora con acciones judiciales por desvelar en una entrevista pública la visita que la persona fallecida recibió de un familiar residente en Madrid.

Los responsables públicos están lidiando además con la falta de información de la administración autonómica, que se niega a informar sobre el número de casos y fallecidos por municipios, esgrimiendo la legislación de protección de datos. Hernández, por ejemplo, ha tenido que aclarar en un vídeo que las personas enfermas en el municipio estaban ingresadas en el Hospital Vega Baja y que sus familiares no habían dado positivo. Pero para el miedo no hay mascarillas.

Reacciones de ánimo y mucha solidaridad

La mayor parte de vecinos de enfermeros, médicas, cajeros, celadores o policías son solidarios. Y además han reaccionado con mensajes de apoyo y ánimo a quienes sufren la presión de quienes les piden que se aislen en otra vivienda y se prestan a ayudarles, como en este mensaje.

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