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CORONAVIRUS

La patronal del comercio estima que el 20% de los negocios cerrará tras la crisis

Confecomerç afirma que las ayudas públicas son insuficientes y que llegarán tarde

La patronal del comercio estima que el 20% de los negocios cerrará tras la crisis

Un 70% de los comercios de la provincia tuvo que bajar la persiana cuando se aprobó el decreto del estado de alarma para frenar la extensión de la pandemia del Covid-19, según cuantifica la patronal autonómica Confecomerç. Salvo los que venden servicios básicos, los negocios de textil, de calzado, de regalos, de joyería o de juguetes no paran de hacer cálculos porque, con sus tiendas sin actividad, y sin ingresos, tienen que afrontar los pagos básicos mensuales y las cuentas no les salen.

«Las ayudas de la Administración central y la autonómica no son suficientes y se recibirán tarde. Se necesitan ya», advierte Rafael Torres, presidente de Confecomerç. Además, dice que los avales para la financiación «difícilmente llegarán a las microempresas, que son mayoría en el sector. Estas tienen menos colchón económico y sus balances están deteriorados con la actual situación. Si su rating no es suficiente, tienen más complicaciones para que el sector bancario les conceda los préstamos», afirma.

Con esta coyuntura que describe el responsable de la patronal del comercio es con la que está lidiando gran parte del sector en esta crisis; y Torres estima que, «de seguir así la situación, un 20% de los negocios tendrá que cerrar después de la emergencia sanitaria».

El motor de ciudades y pueblos

En la provincia, el sector aglutina a unas 26.000 tiendas y a casi 60.000 empleados, según datos de la Federación Provincial del Pequeño Comercio (Facpyme), que preside Antonio Sáez. En línea con Torres, el representante provincial, también vicepresidente de Confecomerç, destaca que «es necesaria la ayuda de las administraciones (local, provincial, autonómica, estatal y europea) para que esta actividad estratégica siga siendo motor de la economía y el desarrollo de las ciudades y pueblos. Está en juego la supervivencia del pequeño comercio», alerta.

Si el 70% de los establecimientos está cerrado por obligación, el 30% restante se supone que está activo. Pero la realidad es otra. «Muchos de los que están abiertos no tienen grandes ventas», asegura Torres. Chelo Esquembre, con una óptica en Biar y otra en Villena, está «semi-cerrada». Con el primer decreto, estos negocios podían abrir, pero, ahora, el Colegio Oficial les ha informado de que pueden echar a medias la persiana, cubriendo siempre las emergencias, según cuenta Esquembre. Esta emprendedora, con su socia, Mercedes López, solo en la tienda de Biar está viendo que «no llegamos al 25% de las ventas que teníamos. Atendemos con cita previa la reposición de piezas o la venta de lentillas, además de las consultas. Cosas urgentes, porque, para guardar la distancia de seguridad, no podemos hacer las habituales revisiones». Chelo Esquembre pide al Gobierno «que se ponga las pilas y nos ayude, porque los autónomos somos el motor económico».

Muchos negocios cubren los servicios por teléfono, online o por e-mail. Pese a la grave situación, el comercio no se ha quedado paralizado. José Pedrós, tiene abierta la carnicería Casa Pichi, que gestiona con su hermana en Xàbia, y también atiende por teléfono. «Preparamos el pedido, llamamos a los clientes y ellos lo recogen, así no hay muchas personas en la tienda», añade. Además, hace reparto gratuito a personas mayores

Cae la venta online en el textil

Los negocios de textil sí están cerrados, «y las ventas online les están bajando un 80%, porque, ¿quién compra ahora ropa?», plantean desde Confecomerç. Gema Gil tiene en Ibi una tienda de moda de mujer que no puede abrir, pero está aprovechando esta cuarentena para reinventarse. ¿Qué está haciendo? Estar más presente en las redes sociales, hacer cursos y rediseñar su web. Ella es asesora de imagen y, cuando vuelva a abrir, hará «una atención online más personalizada, focalizando el producto y el cliente al que quieres llegar», destaca.

Gil va a intentar acceder a las ayudas del Consell, «aunque sea poco dinero» (hasta 1.500 euros). Por su parte, Pepa Garri tiene abierta su tienda de herboristería, dietética y nutrición en Santa Pola. Y, junto a otros negocios locales, ha creado una plataforma de servicio a domicilio, en colaboración con el Ayuntamiento, con especial hincapié en las personas necesitadas. Cree que «la gente se está dando cuenta de la importancia del comercio de cercanía». No obstante, alerta de que muchas tiendas de subsectores como el textil «lo están pasando mal, porque se han quedado con la mercancía sin vender y necesitan ayuda para salir adelante».

Por otra parte, el presidente de Confecomerç, Rafael Torres, también reclama a los ayuntamientos que partidas presupuestarias que no vayan a ejecutar las destinen a subvencionar a las pymes.

Casa Pichi: «Nos hemos adaptado al cliente, pero hemos perdido al de hostelería»

José Pedrós lleva una tienda de carnicería y embutidos en Xàbia. Está abierta, pero la compra física ha caído. Así, atiende pedidos por teléfono, los prepara, como se aprecia en la imagen, y los clientes los recogen. También hace reparto gratuito a quien lo necesita. Se adapta a sus clientes, pero ha perdido al de hostelería, que supone el 30% de su negocio.

Óptica Biar: «Ahora no llegaremos al 25% del negocio que teníamos antes»

Mercedes López, en la foto, es socia de Chelo Esquembre en la Óptica Biar. Atienden las urgencias, al no poder hacer las revisiones habituales para guardar las distancias de seguridad. Dan cita previa, asesoran en las consultas y llaman a los clientes para ver sus necesidades. Esquembre también tiene otra óptica en Villena y se ha acogido a las ayudas del Consell.

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