Helado a domicilio como alternativa al confinamiento. Este sector artesano se enfrenta a su temporada más incierta por la crisis del Covid-19. La temporada empezaba el 19 de marzo, aunque el grueso del negocio se genera en verano. Y confían en que para entonces se haya vuelto a una relativa normalidad que permita «salvar los muebles». Mientras, algunos negocios han optado por poner en marcha un servicio a domicilio para dar salida al género y tener un pequeño ingreso con el que cubrir algunos gastos.

El presidente de la Asociación Nacional de Heladeros Artesanos (Anhcea), Marco Miquel, explicó ayer que «algunas heladerías han optado por poner en marcha el servicio a domicilio. De momento, son pocos, y el resto estamos a la expectativa a ver cómo funciona. Para ello, la asociación ha elaborado una guía con recomendaciones higiénicas para el cierre, servicio a domicilio y para cuando se permita la reapertura de los negocios».

El dirigente heladero, que a su vez preside Artglace, la patronal europea del sector, recuerda que «no es lo mismo un servicio a domicilio en un pueblo que en una capital. En un pueblo, a priori, es siempre más difícil poner en marcha un servicio así de reparto, mientras que en una capital puede haber más demanda».

Por ello, explica que están en contacto con sus socios para ver cómo evoluciona esta experiencia y su rentabilidad, aunque destaca que «son ideas que no hay descartar, pero no son más que tiritas. Si funciona lo hará más gente, pero no va a salvar la campaña».

Marco espera que en un mes se empiece a regresar progresivamente a una normalidad que permita ir reabriendo los centenares de negocios que los heladeros artesanos, que tienen su sede en Xixona, disponen por toda la geografía nacional. Pero también la incerteza es máxima. «No sabemos qué medidas habrá que tomar después: limitaciones de aforo, distancia entre las mesas...». De cualquier forma, confía en que «la gente tendrá ganas de salir después de tanto tiempo confinada. Eso sí, no esperamos que haya grandes desplazamientos externos, por lo que dependeremos mucho del turismo nacional y, sobre todo, de las segundas residencias. Las ciudades con ese tipo de turismo tendrán ventaja».