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CORONAVIRUS

La Generalitat coordinará a los voluntarios para imprimir miles de pantallas protectoras

La logística colaborativa sin precedentes de los «Covid Makers» rebaja la falta de viseras sanitarias en hospitales y residencias

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Los Covid Makers han fabricado miles de pantalla protectoras en tres semanas

Una legión de voluntarios particulares, empresas y centros educativos se organizaron de forma espontánea hace más de tres semanas para hacer llegar a los trabajadores de servicios esenciales, sobre todo sanitarios, viseras faciales protectoras contra el contagio de coronavirus. Les une un avance tecnológico: la impresión 3D. Son los grupos «Covid Makers». Estructurados por áreas de salud a través de Telegram, orientan la demanda, también el stock diario y la logística de entrega puerta a puerta a través de Protección Civil, y de adquisición del material necesario a través de donaciones. Desde ayer la Generalitat centraliza su gestión a través la plataforma «Juntos Somos Más Fuertes», desde la web del Colegio Oficial de Ingeniería Técnica Industrial de València con el objetivo aglutinar a «todos los movimientos maker» y facilitarles material de impresión.

Uno de los grupos más activos es el organizado por Salvador Hurtado, un vecino de Calp con un negocio de robótica, que gestiona la labor de más de 60 voluntarios de la Marina Alta, Marina Baixa y Vinalopó. Han entregado ya más de 1.500 unidades en estas zonas, pero también fuera de la Comunidad, en centros sanitarios de Madrid y de Castilla-La Mancha. Sus previsiones: pasar de fabricar 200 al día hasta a 11.000 diarias.

En el área de salud de Torrevieja el grupo de Covid Makers -algo más de 30 voluntarios-, quiere destinar al Hospital Universitario mil viseras. La administración sanitaria, al contrario de lo que ha sucedido en Madrid, no les pone pegas porque en realidad las peticiones llegan del propio personal sanitario que necesita con urgencia más material de protección. Aunque conforme se va regularizando la llegada -por fin- de protecciones homologadas a los hospitales, el reparto se extiende a geriátricos, farmacias, policías locales, supermercados, tiendas 24 horas, empresas de seguridad y personal de limpieza o empleados de gasolineras.

Casi todo lo ponen de su bolsillo aunque en el caso de los Covid Makers de la Marina Alta se están realizando campañas de donación en las que colaboran empresas y particulares, en especial para conseguir material de impresión y lograr una producción en cadena. Las viseras se deterioran con el uso y las esterilizaciones, y deberían ser desechables. Vicente Sanz, miembro de este mismo grupo, explica que el objetivo ahora es realizar las unidades con plástico similar al que se emplea en la industria alimentaria, algo más resistente.

Félix Fernández Arguelles coordina el grupo 3D Covid Makers de Torrevieja. Aficionado a la tecnología utiliza desde hace cuatro años la impresión 3D para desplegar la creatividad en los materiales que utiliza en las actividades extraescolares a las que se dedica profesionalmente. La Concejalía de Educación del Ayuntamiento de Torrevieja, que dirige Ricardo Recuero, les respaldó a la hora de lograr una provisión muy importante de acetato recogida en los distintos centros de Infantil y Primaria e Institutos de la ciudad. También se están destinando al Hospital del Vinalopó en Elche. Es Protección Civil la que se encarga de acudir al domicilio de los voluntarios y pedir las viseras. Este tipo de PVC, que se utiliza de pantalla acoplada a la visera, todavía se encuentra sin problemas en las papelerías abiertas y apenas supera los 9 euros por cien láminas. Sin embargo ya se están cometiendo abusos. Un establecimiento de la Vega Baja cobró a un voluntario un euro por lámina cuando se percató del destino del material.

Experiencia

Las pantallas protectoras tienen una apariencia sencilla pero detrás hay trabajo de diseño y comunicación de experiencia de uso. Las más simples utilizan goma elástica, la misma que se emplea para la ropa- otro material que se ha convertido de la noche a la mañana en oro puro en estos tiempos de pandemia- como sujeción a la cabeza. También se están elaborando otras ajustables y de acetato para la pantalla. No basta sólo contar con una impresora 3D -incluso con una básica-. No es un juguete. Es necesaria experiencia para trasladar los diseños a través de un software específico y calibrar la máquina,con el fin de obtener piezas de una buena calidad. La impresora puede estar funcionando inyectando material plástico a alta temperatura las 24 horas, pero bajo supervisión. La mayoría de voluntarios y voluntarias, muchos de ellos jóvenes universitarios, son apasionados de esta tecnología desde hace años. «Hacen falta miles y miles. Seguiremos adelante», subraya Vicente Sanz.

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