Lo que nunca pensó María Lorenzo Chazarra es que tuviese tantas ganas de volver a su país y a su ciudad para darle un abrazo a los suyos en esta pesadilla en la que se ha convertido la epidemia

de coronavirus. Esta ilicitana de 45 años marchó hace unos meses a Holanda con su hijo Unai de 23 para volver a Elche con un sueño cumplido, que era el de montarse un pequeño bar familiar en su barrio, cerca del Sector V, después de amasar un dinero en el extranjero. Por ahora sus planes están en duda ya que su estancia en los Países Bajos seguramente se tenga que acabar en los próximos días porque no se siente segura tan alejada de su entorno.

Reconoce, además, que no se están respetando todas las medidas de seguridad en la fábrica en la que trabaja y duda de la eficacia del confinamiento que ha puesto en marcha el gobierno holandés, que apela a la autodisciplina, por lo que la mayoría de negocios siguen abiertos y apenas hay restricciones para la movilidad de la población, ya que cada cual elige si quiere salir o no «porque aquí la economía no la piensan parar y es un país rico». Por esta razón esta ilicitana está preocupada por la situación que se vive en España, al ver que «medio mundo está paralizado» y que sus padres deben permanecer confinados sin contacto con el exterior porque son grupo de riesgo, ya que su padre ha pasado por más de una operación de corazón y tiene diabetes. También está preocupada por su hijo menor, de 16 años, que durante este periodo esta viviendo con los abuelos.

María trabaja actualmente en una gran empresa de más de 3.000 trabajadores de Oosterhout que se dedica al embalaje de prendas textiles de conocidas firmas y a preparar pedidos online. Relata a INFORMACIÓN que las precauciones que se han tomado en su empresa son «absurdas», ya que a pesar de que se mantiene el metro y medio de seguridad entre trabajadores «luego cualquier compañero se acerca a tu mesa y te tocan» e incluso se manipulan los pedidos sin que necesariamente todos los empleados lleven guantes ni mascarillas, explica.

El principal problema tiene que ver con el alojamiento que les gestiona una Empresa de Trabajo Temporal (ETT), ya que conviven en la misma vivienda seis personas que cada cierto tiempo van variando. Indica, además, que Holanda tiene un acuerdo con Polonia para reinsertar a personas con problemas en el ámbito laboral, por lo que entre los inquilinos de las viviendas hay personas con antecedentes penales a las que van realojando, por lo cual cuando salen del trabajo no siempre van con los mismos ocupantes en el vehículo. Por ello duda del criterio que se está siguiendo para proteger a la población y a los trabajadores, ya que asegura que cuando se alertó de la epidemia muchos compañeros suyos de España y otros países de Europa del Este decidieron marcharse, por lo que lamenta que estén compartiendo casa y vehículo con tantas personas cuando debería haber más recursos disponibles para que no se saturen estos servicios. María Lorenzo explica que las medidas de protección se empezaron a tomar en Holanda cuando en España estaban subiendo las cifras de contagiados, y que hace solo un par de semanas se empezaron a cerrar las cafeterías. Afirma, sin embargo, que sigue la actividad comerciales porque hay algunos restaurantes abiertos o las tiendas de ropa, por ejemplo.

Señala que a pesar de que se ha cesado la docencia en los centros escolares sí que se puede transitar por los parques y son pocos lo ciudadanos que llevan mascarillas por la calle a pesar de que hay más de 17.000 contagiados y se sitúa entre los quince países del mundo con más casos de Covid-19, aunque, eso sí, muy por debajo de los que hay en España. Aunque los datos no son alarmantes, esta ilicitana tiene miedo de enfermar «y mi miedo no es el virus, si no que te pongas enfermo y no tengas una atención mínima, porque tenemos seguro de salud y conozco gente que ha pedido que lo vea el médico y no los ven».

En caso de hacer uso de la cobertura sanitaria tendrían que pagar ellos mismos los cuidados y reclamarles el coste a la ETT después, pero no saben cuánto tiempo podrían tardar en ingresarles un dinero que ahora necesitan, ya que prácticamente todo lo que ganan es para mandarle a sus padres y a su hijo para cubrir la manutención. Aunque la idea que tenían era volver en verano, el viaje podría adelantarse por estas razones, aunque también les preocupa la inestabilidad para coger vuelos, ya que la frecuencia se ha reducido, el coste es caro y se están dando casos de anulaciones.

Maria y Unai son un ejemplo de los cientos de ilicitanos que seguramente estarán en una situación similar durante esta crisis sanitaria. «No creo que España esté para montar bares pero quiero volver aunque sea para estar en casa porque aquí tengo ansiedad de pensar en mis padres por si les pasa algo» . Por ahora esta ilicitana sigue dándolo todo en su trabajo ya que le interesa aclarar la situación con la empresa para que pueda tener las puertas abiertas la próxima vez que emprenda el viaje.