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Las consecuencias económicas del Covid-19

¿Cuánto puede aguantar un negocio sin ingresos?

La media de pymes y autónomos apenas tiene efectivo para soportar menos de un mes de sus gastos habituales

Ángel Pineda: «Nuestro problema ahora es contratar» Información

Es la pregunta del millón que se hacen todos los empresarios, especialmente las pymes y los autónomos. ¿Cuánto tiempo puede sobrevivir un negocio sin generar ingresos? La paralización forzosa de la mayor parte de la actividad económica para frenar la expansión del Covid-19 ha colocado a los propietarios y gestores de las compañías en una situación para la que realmente nadie estaba preparado, aunque habrá quien lo pueda sobrellevar mejor o peor dependiendo del tipo de negocio, de las facilidades que tengan para recortar sus gastos, y de las pólizas de crédito que tuviera contratadas o que pueda conseguir con las nuevas líneas que pondrá en marcha el Gobierno. Pero lo que sí parece claro es que son muy pocas las que pueden aguantar con sus propias reservas, y más en un país donde la mayoría está acostumbrado a vivir al día.

Aunque por entonces seguramente nadie podía imaginar una situación como la actual, en 2016 el JP Morgan Institute -el gabinete de estudios del banco homónimo- publicó un ejercicio teórico en el que, precisamente, midió cuántos días podía aguantar una pequeña y mediana empresa con su propias reservas, con el efectivo que guarda en caja. Un estudio que puede encontrarse en su web. Para ello analizó las entradas y salidas de las cuentas de casi 600.000 pequeños negocios durante nueves meses y su conclusión fue que la media de las pymes sólo tiene riñón para soportar 27 días de sus gastos habituales, en caso de un shock económico inesperado y severo.

El estudio se realizó en Estados Unidos, pero tanto el catedrático de Organización de Empresas de la Universidad Miguel Hernández José María Gómez Gras, como el presidente de la Confederación Empresarial de la Comunidad Valenciana en Alicante, Perfecto Palacio, consideran que los resultados no serían demasiado diferentes en el caso de España o de la provincia. De ahí, la insistencia de las patronales -y el interés de las administraciones- en la necesidad de que la liquidez prometida llegue cuanto antes al tejido productivo y se evite que muchos de los negocios que ahora han cerrado por el estado de alarma bajen la persiana para siempre.

«Creo que esas cifras reflejan bastante la realidad. Muy pocas empresas, y menos las pymes, pueden estar un mes sin ingresos. De hecho, muchas van a tener problemas ya este mismo mes para pagar las nóminas», se lamenta el presidente de la patronal, que reclama «agilidad y flexibilidad» en la aplicación de todas las medidas que ha anunciado el Gobierno para aliviar a los empresarios.

¿Falta de previsión?

Sobre la cuestión de si también hay una cierta falta de previsión por parte de estos empresarios, Palacio recuerda que estamos ante una situación «sin precedentes» y se pregunta: «¿Cuánta gente vive en este país al día? En muchos casos, aunque se quiera, no ha habido capacidad de ahorro».

José María Gómez Gras coincide sólo en parte en esta apreciación y lamenta que, en algunos casos, «las empresas se guían sólo por la rentabilidad y no miran la seguridad y la liquidez, no guardan el equilibrio». Aún así, recuerda que la situación actual es bastante mejor que la de hace unos años, ya que muchas empresas han logrado reducir su nivel de endeudamiento, por lo que están en mejor disposición de afrontar esta crisis.

En cualquier caso, también señala que la capacidad de resistencia depende, además de las circunstancias específicas de cada compañía, del sector en que trabaja cada una de ellas, y de las necesidades de cash flow que genera cada actividad.

El propio informe de JP Morgan que recibe el significativo título de «Cash is king» («El efectivo es el rey», en inglés), ya apunta estas diferencias entre sectores. Así, señala que son los bares y restaurantes los que más rápidamente pueden tener problemas ante una falta total de ingresos, ya que la media apenas tiene reservas para afrontar sus gastos normales de 16 días. Del mismo modo, los servicios de reparaciones y mantenimiento sólo disponen de 18 días de efectivo, y la media de los comercios llega a 19.

Tampoco andan sobrados de reservas las pequeñas empresas del sector de la construcción, que apenas tiene efectivo para 20 días, o las de servicios personales, como las peluquerías, que dispondrían de 21 días. En el lado opuesto, el estudio señala que son las inmobiliarias las que podrían resistir más tiempo sin problemas en una situación como la actual, con 47 días, seguidas por las empresas de servicios tecnológicos avanzados y los servicios profesionales -como asesorías o bufetes de abogados-, con 33 días.

Mano de obra

En buena parte, estas diferencias se explican, según los autores, por el peso que tienen las nóminas en su estructura de gasto. Aquellas actividades con un uso más intensivo de mano de obra tienden a necesitar más liquidez inmediata, mientras que en negocios donde pesan más otros factores, como la tecnología o la propiedad intelectual, presentan una mayor capacidad de resistencia.

«Es normal que la hostelería lo tenga más complicado. No sólo por el personal que empleamos, que es mucho, también compramos muchos productos perecederos y género de toda clase constantemente», señala Javier del Castillo, presidente de la Asociación de Bares, Restaurante y Cafeterías de Benidorm y propietario de La Cava Aragonesa. «Sin recortar gastos y sin ayudas, es imposible que podamos sobrevivir mucho tiempo. Y más en esta época del año, que venimos del invierno, cuando hay menos negocio. Si nos hubiera pillado al final de verano, aún tienes más riñón, pero ahora es imposible», insiste el restaurador. En su caso, ha tenido que aplicar un ERTE a los 45 trabajadores que tiene en plantilla y ha negociado un aplazamiento de los alquileres, como están haciendo muchos negocios, para sobrevivir. Y lo que más le preocupa es qué ocurrirá cuando se levante el estado de alarma. «El negocio no va a remontar de un día para otro. Lo lógico es que primero vuelva el turismo nacional, a lo largo de este verano, y que ya en octubre o noviembre empiece a recuperarse el turismo de larga distancia, pero quién sabe», reflexiona el empresario.

Por su parte, el propietario de Ábaco Servicios Inmobiliarios, Juan Carlos Sempere, reconoce que en su sector los gastos son otros y que están más acostumbrados a planificar. «Febrero, marzo y hasta abril suelen ser flojos y ya sabes que tienes que guardar para cubrir esa temporada», explica Sempere que, por ejemplo, ha seguido realizando algunas operaciones que ya tenía en marcha, a pesar del decreto de alarma. «Había casos que tenían que ejecutar la compra porque les vencía en alquiler del piso donde estaban», señala.

Aún así, también ha optado por rebajar al máximo los gastos, con un ERTE para sus trabajadores y un acuerdo para postergar el alquiler de su local. «En esta situación de stand by yo podría aguantar un año», asegura, aunque, como al anterior caso, también le preocupa el día después. «Yo no solo necesito riñón para aguantar ahora, también necesito tener reservas para el momento en que volvamos a arrancar, porque mientras vienen los compradores y preparamos las operaciones, no entrará dinero antes de 45 días», señala Sempere.

Más trabajo

Una situación diferente es la que viven en la tecnológica Orizon, donde ya están acostumbrados a operar en remoto con sus clientes, por lo que el teletrabajo no les ha supuesto mayor problema, según su CEO, Ángel Pineda. Al contrario, especializados en la optimización de procesos para el sector de la banca, ahora tienen más trabajo al haber aumentado la utilización de los canales online por parte de los usuarios de estas entidades. «De hecho, el problema para nosotros ahora es contratar. Tenemos nueve posiciones abiertas, pero en estas circunstancias es imposible», explica Pineda. «Sí nos ha afectado a la hora de captar más negocio. Ahora no puedo reunirme con posibles nuevos clientes», apunta, por su parte, el director general de la firma, José Manuel Desco, que, en cualquier caso, asegura que la compañía mantiene sus previsiones, que apuntaban a un fuerte aumento de la facturación para el presente ejercicio. Eso sí, Desco también deja claro que no todo el sector está en la misma situación. Por ejemplo, los desarrolladores tienen problemas porque las compañías han aparcado sus nuevos proyectos para reforzar sus infraestructuras actuales, ante el aumento de la carga que deben soportar ahora estas dotaciones.

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