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CORONAVIRUS

Elena Arráez: «Ver morir a pacientes en aislamiento es lo más duro que he vivido»

En 24 años como enfermera Elena Arráez asegura que no ha vivido nada parecido

Elena Arráez con el equipo de protección en el servicio de la UCI del Hospital de San Joan.

Además de enfermera en la UCI del Hospital de Sant Joan, y de los terribles momentos que está viviendo a nivel profesional, Elena Arráez es psicóloga y trata de desplegar con cada uno de sus pacientes, junto a los consabidos cuidados que derivan de su ejercicio profesional, el apoyo que sin duda precisan a nivel emocional. Lanza un deseo para cuando acabe esta pesadilla tan real:«Que no se nos olvide lo que estamos viviendo y salgamos con la lección aprendida. Que no volvamos al consumismo, al materialismo, que queramos a las personas por lo que son sin importarnos su ideología, su color de piel , su estatus; y que el compañerismo y la corriente de humanización y solidaridad que estamos viviendo hayan venido para quedarse».

¿Le ha cambiado a usted en algo la crisis del coronavirus

Sí, cómo no. Tanto a nivel personal como profesional tus valores cambian. Nos veíamos envueltos en un mundo de prisas, materialismo, ego y orgullo, y obviamente esta crisis nos está haciendo recolocarnos y poner la mirada en lo que realmente es importante, que desde mi punto de vista es el amor y la solidaridad.

¿Qué es lo más duro de lo que le rodea?

La verdad es que mi trabajo como enfermera de UCI es duro en sí. Nos dedicamos a cuidar a los pacientes que están muy graves y siempre ha sido así, aunque ahora estamos desbordados de trabajo y emocionalmente, lo que hace que las condiciones sean especialmente duras, a lo que sumamos la peligrosidad como un factor añadido que no siempre se daba en nuestros pacientes, con el consiguiente miedo.

¿Algo que les desespere?

Especialmente duro para mí es saber que están solos, de ahí mi empeño en intentar divulgar que «nuestras manos son las manos de sus seres queridos». Si ya era duro morir en una UCI, verles morir en tiempos de aislamiento es lo mas duro que he vivido en mi experiencia profesional. Se puede imaginar lo difícil que es hacer un duelo por la muerte de un familiar del que ni siquiera se han podido despedir y ni tan siquiera velar. Por eso ofrezco a los familiares en el duelo, el apoyo gratuito de la fundación para la que trabajo como psicóloga, Metta-Hospice.

¿Su momento más crítico en esta crisis por el coronavirus?

Me resulta especialmente duro tratar a personas conocidas. Cada día llego al hospital con el temor de encontrar ingresados a conocidos o familiares y, por desgracia, esto ya está ocurriendo.

¿Cuándo empieza su tarea?

Hacemos en la UCI turnos de 12 horas, desde las 8:00 a las 20:00 horas y al día siguiente desde las 20:00 a las 8:00.

¿Se prolonga más de lo habitual?

Me imagino que en cada hospital se han organizado de distinta manera. En nuestra UCI en particular tenemos una supervisora, Cristina Fernández, que está realizando una labor impresionante y luchando para que no nos falte de nada. Estoy muy agradecida.

Obviamente se han tenido que retocar los turnos y hemos tenido que hacer esfuerzos extras, pero la verdad es que estamos dándolo todo por el servicio y en general el ambiente es muy bueno, a pesar del agotamiento.

¿Se ha sentido flaquear?

Claro, siempre hay pacientes que te llegan de una forma especial, y que te remueven mucho emocionalmente. A esto hay que sumar que estos días estamos trabajando bajo un estrés añadido. Es muy duro trabajar con los equipos de protección. Cuando estás en el box de un paciente con coronavirus, con todo el equipo, al pasar una hora sientes que te asfixias, no se puede respirar bien y el casco da mucho dolor de cabeza. Salir y retirar el equipo es un momento muy importante porque no puedes tener ningún fallo.

Un compañero te vigila detrás de un cristal para asegurarse de que lo estás haciendo bien. Y también es muy duro no poder abrazar a tus compañeros cuando nos sentimos desbordados.

¿Qué hace para aguantar?

Las buenas causas siempre me han motivado, así que eso es lo que me mantiene en pie y con fuerza.

¿Dónde pone el acento en su trabajo en estos momentos?

Mi labor consiste en cuidar a los pacientes y pasa desde hacerles análisis de sangre, ponerles los tratamientos que pautan los médicos, aspirarles secreciones cuando están conectados a respiradores, hacerles cambios posturales para que no se les hagan heridas -al estar la mayoría sedados y por tanto inmovilizados-, monitorizar sus constantes vitales al menos cada hora, controlar la entrada y salida de líquidos, cuidar su higiene personal porque ellos no pueden hacerlo, alimentarles por la vía que cada uno precise, canalizar vías para administrar la medicación o la alimentación. Necesitaría un día entero para enumerar todo lo que hacemos, cada paciente precisa técnicas específicas, pero el denominador común, lo que todos necesitan, sin duda, es nuestro cariño.

¿Y a usted qué le espera al llegar a casa?

Siempre me acompaña el miedo de contagiar a mis seres queridos y yo soy la que estoy mas expuesta, pero, al final, mi decisión es vivir el día a día con los míos y protegerme al máximo en mi trabajo. Desde que se instauró el estado de alarma, mi madre, que tiene 71 años y vivía sola, se vino a casa. Este es un tema peliagudo. Cada uno hemos tenido que tomar nuestras propias decisiones poniendo, en una balanza los pros y los contras.

¿Y el resto de familiares qué le dicen?

Bueno, todos mis familiares están orgullosos de nuestra labor. Con esta pandemia se ha hecho muy visible nuestro trabajo y nos llegan agradecimientos por todas partes.

¿Qué significan para usted los aplausos desde los balcones?

Me emocionan mucho, muchísimo. Todos estamos haciendo un esfuerzo enorme y reconforta la empatía de la gente. Esos aplausos me templan el alma.

¿Le preocupa especialmente algo de lo que le rodea?

Lo que más me preocupa es la incertidumbre. No sabemos lo que va a ocurrir. La gente dice por ahí que si nos están engañando, que no nos lo cuentan todo, pero es que esto es nuevo para todos. No es tiempo de criticar, ni a políticos ni a nadie, está claro que todos hacemos lo mejor que podemos y todos nos podemos equivocar. Es tiempo de estar unidos.

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