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CORONAVIRUS

Unos huyen al campo y otros a la ciudad

Unas familias pasan el confinamiento en viviendas rurales buscando más seguridad, otras las dejan y van a núcleos con más servicios

Unos huyen al campo y otros a la ciudad

Pasadas dos semanas desde que el Gobierno decretó el estado de alarma, limitando el movimiento de personas, son varias las localidades de la provincia que han sido testigos de un éxodo de sus habitantes, que cuando vieron la que se venía encima prefirieron trasladarse a segundas residencias para pasar el confinamiento. Se están dando dos tipos de casos. Por un lado están las familias que han abandonado los cascos urbanos para pasar la cuarentena en viviendas del campo tratando de alejarse de la concentración de personas y el virus, a la vez que buscando más espacio para moverse. Por otro lado, hay casos de personas que han hecho lo contrario, han dejado atrás sus residencias habituales en el campo para pasar estas semanas en la ciudad, con la idea de tener más a mano los servicios básicos y no tener que hacer uso de los vehículos. Ambos casos buscan lo mismo, que no es otra cosa que sentirse más seguros mientras pase lo peor de la pandemia, y son desplazamientos que se hicieron al principio, antes de que arrancasen los controles policiales.

Uno de estos casos lo encontramos en Elche donde Alba Romero, viendo cómo se iban sucediendo los acontecimientos, hace dos semanas decidió quedarse a pasar toda la cuarentena con su madre en un chalé del Camp d'Elx, en lugar de seguir en el piso en el que residen habitualmente en la ciudad. «Teníamos la oportunidad de quedarnos en el campo y aquí estamos mejor, aisladas del resto de personas y con más espacio para movernos y hacer actividades durante el día», explica Alba que detalla que «al principio hicimos una compra para poder aguantar y así evitar tener que desplazarnos y estar más seguras, ya que mi madre tiene 64 años y creo que en el campo estamos mejor».

Esta ilicitana asegura que «al tener más espacio para movernos no nos sentimos encerradas como si estuviésemos en el piso de Elche, y estamos aprovechando para hacer tareas de cara a preparar el campo para el verano. La sensación de confinamiento es diferente, y solo vemos a nuestros vecinos a lo lejos, ya que por nuestra zona no hay muchas casas».

Mario Rico y Herminia Romero son una pareja joven de Crevillent que también ha preferido pasar la cuarentena en un chalé de la sierra alejados del casco urbano y del resto de familiares, a los que con esta medida han querido proteger. Mario explica que «normalmente solemos estar con nuestros padres en el pueblo, pero pensamos en venirnos al campo para no estar con ellos y que pasen la cuarentena lo más aislados posible en casa».

Esta pareja solo se desplaza al casco urbano cuando necesita hacer la compra, que es algo que tratan de espaciar al máximo durante estas semanas. Mario, que ahora está parado ya que trabajaba para una empresa de hostelería, al igual que Herminia, añade que «estar en el campo también nos da mucha libertad de movimiento y lo estamos llevando mejor que si tuviésemos que estar encerrados en un piso. Teníamos esta opción y la vimos correcta».

Por sorpresa

Andrés Maciá y Mari son otro matrimonio a los que la aprobación del estado de alarma les pilló pasando el fin de semana en su chalé de Crevillent, como suelen hacer habitualmente. «Ya estábamos aquí, y solo tuvimos que preocuparnos de ir a comprar comida, que es lo mismo que hubiésemos hecho estando en el pueblo», explica Andrés para justificar que él y su mujer decidiesen quedarse en el campo a pasar la cuarentena. Además, este matrimonio dice que «aquí estamos mucho más aislados que si estuviésemos en el pueblo, no tenemos contacto con nadie, y tomamos medidas de seguridad cuando hemos ido al supermercado a comprar».

Además, explicaba Andrés Maciá, «nuestra hija vive en el chalé de al lado durante todo el año, y nos apoyamos con ella y su marido para comprar, con el fin de hacer el menor número de desplazamientos mientras dure la cuarentena por el coronavirus. Pensamos que aquí estamos mejor que encerrados en el piso del pueblo».

Casos así se repiten en zonas del diseminado de la provincia, que durante el confinamiento han visto incrementado el número de habitantes que han optado, sobre todo los primeros días, por dejar atrás el encierro en los edificios de los núcleos urbanos, para tener más libertad en las fincas de las pedanías, donde pueden salir sin romper el confinamiento. Incluso se están dando casos de personas con mascotas que han preferido estar en el campo para no tener que salir a la calle en la ciudad a pasear el perro, por miedo a entrar en contacto con otras personas que puedan contagiarle el coronavirus.

Al contrario

El lado opuesto a estos casos lo encontramos en familias que habitualmente residen en el campo pero que durante la cuarentena han preferido estar en la ciudad. Desde la Associació per al Desenvolupament Rural del Camp d'Elx (ADR) admiten que esto está sucediendo y lo achacan al miedo de personas que, dadas las circunstancias, se sienten solas e indefensas en el campo por la lejanía de los servicios básicos. Marga Guilló de ADR explica que «son personas que han preferido estar en la ciudad para evitar coger el coche para realizar desplazamientos, y porque en la ciudad tienen más a mano los supermercados y el centro de salud en caso de necesidad». Desde este colectivo añaden que este tipo de circunstancias pone más de manifiesto la falta de servicios en las pedanías si éstas carecen de núcleo urbano con tiendas y servicios básicos. «Las personas que viven en los núcleos urbanos de las pedanías lo llevan mucho mejor que las que no tienen y dependen más de los vehículos», indicaron desde la Associació per al Desenvolupament Rural del Camp d'Elx.

María (nombre ficticio de una mujer de Elche) explica que «al ver lo que pasábamos cogimos las cosas y nos vinimos a la ciudad». María, con 66 años, vive en un chalé de una pedanía ilicitana junto a su marido y confiesa que «nosotros vamos juntos a comprar con el coche, nunca vamos solos, y ahora nos sentimos mucho más seguros en el piso». Esta vecina relata que «aunque tengamos menos espacio para movernos, aquí no usamos el coche y tengo la tienda muy cerca, por lo que es más fácil hacer la compra. En el campo nos hubiésemos sentido indefensos».

Mayores aislados en casas de la huerta de la Vega Baja

El éxodo a viviendas en el campo o la playa por parte de muchas familias de la Vega Baja es una constante desde el 14 de marzo. En algunos casos las familias han decidido «aislar» a sus mayores no dependientes para protegerlos en casas de la huerta, a las que trasladan lo imprescindible para toda la semana. Viviendas con más espacio y margen para relajar, en un espacio libre, las medidas de confinamiento. Es algo que está ocurriendo en núcleos familiares donde uno o dos de sus miembros sigue trabajando y el riesgo para los mayores es mayor. Los controles de la Guardia Civil y la Policía Local, muy estrictos en los accesos a Torrevieja y Orihuela, están permitiendo esos recorridos en coche de «respaldo» a quienes han escogido pasar lo peor de la pandemia fuera de los núcleos urbanos.

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