La operación exprés activada de manera autónoma por el Consell para revertir la escasez de material de protección frente al imparable avance del Covid-19 comenzó a plasmarse ayer con la llegada del primer avión repleto de cargamento adquirido en China. La remesa, compuesta principalmente por guantes, mascarillas, equipos de protección y respiradores, comenzará a distribuirse masivamente a partir de hoy entre los hospitales, centros de salud y residencias de toda la Comunidad Valenciana.

Al primer envío procedente de la potencia asiática (que ocupaba alrededor de 200 metros cúbicos de volumen) le sucederá una segunda descarga más grande (unos 400 m3) prevista para mañana. En total, esta semana se calcula que se repartirán alrededor de 54.000 kilos de material sanitario, el equivalente a entre ocho y nueve tráilers de mercancía. Y la Generalitat abre la puerta a que se produzcan más entregas la semana próxima en el marco de la operación «Ruta de la Seda», cerrada con proveedores chinos por un montante global de 11 millones de euros

El primer avión aterrizó a última hora de la mañana de ayer en el aeropuerto de Zaragoza. En la gestión de la logística intervinieron el presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), Salvador Navarro, junto al presidente y el vicepresidente de la Federación de Transporte de València, Carlos Prades y Juan Francisco Ortega. Éste último fue el encargado de poner sus vehículos al servicio del Consell para trasladar por carretera hasta suelo valenciano el material descargado en Zaragoza.

Los camiones debían llegar anoche a un almacén de la Conselleria de Sanidad ubicado en el área metropolitana de València, desde donde hoy se coordinará el reparto, según fuentes del Consell.

Los kits de provisiones se distribuirán de manera prioritaria entre el personal sociosanitario y los efectivos de las fuerzas de seguridad. A continuación, en la medida de la disponibilidad, también debería llegar material a las cadenas alimentarias y a las empresas privadas que necesitan elementos de protección frente al virus.

La operación comenzó a fraguarse hace diez días, cuando se observó que el instrumental sanitario se agotaba de forma tan galopante como crecía la curva de contagios por coronavirus. Entonces se bautizó como operación Mao, pero luego se prefirió Ruta de la Seda, más correcto. La Administración autonómica decidió actuar por su cuenta ante la «muy insuficiente» situación de recursos en España, según el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que ayer rebajó el tono y calificó el material de «complementario» a la ayuda del Estado en un marco de «cooperación» dentro del cual la Comunidad recibió 4.000 tests de detección rápida del virus. En cualquier caso, el Consell ha tratado de ser muy discreto con la operación en todo momento para evitar el enfrentamiento con Madrid. La embajada china estaba al tanto de la transacción, para garantizar su seguridad.

La escasez sistémica de equipamiento sanitario en toda Europa ha elevado los precios y ha dado pie a la picaresca. De ahí que el Consell haya extremado la cautela antes de cerrar cualquier trato, para evitar estafas como la de la EMT o la que ha estado a punto de incurrir Cataluña. Encima de la mesa había varias ofertas, pero resultó clave el papel de intermediario del empresario chino Chen Wu Keping, propietario de un centro comercial en Ontinyent. Ofreció fiabilidad sobre la procedencia del material. La transacción ha sufrido continuos vaivenes: primero iba a ser un único avión, luego dos el mismo día, finalmente dos con 48 horas de margen. Pero ya está aquí, sin sorpresas ingratas.

Puig agradece las 4.000 camas en hospitales

El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, agradeció ayer que la «inmensa mayoría» de las cadenas hoteleras que operan en la Comunidad Valenciana hayan puesto a disposición de la Generalitat 4.000 camas para hacer frente a la crisis del coronavirus. «Afortunadamente todas no van a ser necesarias», dijo el jefe del Consell, que pidió el apoyo del Ejecutivo central para contar con más liquidez y poder pagar y ayudar a las empresas, puesto que la situación actual ha conllevado un empeoramiento del estrés de tesorería de la Generalitat.

Estudian alternativas para permitir a los familiares despedirse en las UCI

En el protocolo ya está trabajando el equipo que colaboró en la Ley de Cuidados al Final de la Vida

La crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus y las estrictas medidas que se han tomado para contenerla han robado a miles de españoles la posibilidad de decir adiós a sus seres queridos y buscar consuelo en los más cercanos. Con 115 familias que ya se han visto en esta situación, la Conselleria de Sanidad ha empezado a trabajar en un protocolo para intentar, de alguna manera, permitir algún tipo de despedida a las personas que van a fallecer por coronavirus. Así lo adelantó ayer la consellera de Sanidad, Ana Barceló, a preguntas de los periodistas reconociendo que era un tema «muy sensible» y que ya estaban viendo cuál era la «fórmula» y en ello estaba trabajando un equipo de profesionales que ya colaboró para sacar adelante la Ley de Cuidados al Final de la Vida aprobada por la Generalitat. Además de restringir las visitas en los hospitales, el Ministerio de Sanidad primero recomendó velatorios con el ataúd cerrado para los fallecidos con coronavirus y un estricto manejo del cadáver en bolsas selladas. Sin embargo, a los pocos días y después de un brote con origen en un velatorio estos se prohibieron totalmente. Del hospital o de las residencias, los fallecidos van directamente a la funeraria.

Sin posibilidad de despedirse ni de compartir el dolor después, la Conselleria quiere intentar que la despedida sea en el último momento organizándolo en las unidades de cuidados intensivos aunque el riesgo de contagio y la falta de equipos de protección personal pueden complicar la medida. Desde la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) han previsto este escenario y en su plan de contingencia sobre cómo trabajar en las UCI en mitad de la pandemia ponen las condiciones a cumplir para hacer posibles estas visitas ya que, en principio, la restricción de visitas es absoluta.

En el documento sí prevén que en situaciones concretas y por «necesidades imperiosas» como la cercanía de la muerte se podría permitir «de manera excepcional» visitas «limitadas, controladas, cortas y supervisadas, entrenando al familiar en la colocación y retirada del equipo de protección individual (EPI) ayudándolo y supervisándolo». Este sería el camino para facilitar esas despedidas en las UCI en las que los profesionales recomiendan también intentar separar a los enfermos críticos con Covid-19 de los que tienen otras patologías.