Alicante dista mucho de estar desierta en la décima jornada del confinamiento decretado por el Gobierno para acabar con la pesadilla del Covid-19. Aunque la mayoría responsable permanece enclaustrada en sus casas como única vía para frenar la cadena de contagios, el tráfico por la Gran Vía a media mañana de ayer lunes era fluido. Pero era. Y el ir y venir de viandantes por las aceras, también.

En los supermercados, da igual la cadena, se suceden largas colas cuyos integrantes respetan escrupulosamente la distancia de seguridad aguardando a la intemperie con resignación el tiempo necesario para poder reponer sus neveras. Pero no todos lo tienen tan fácil. En la zona norte, probablemente la más deprimida de la ciudad si exceptuamos la barriada del cementerio, además de cuarentena y miedo, hay necesidad.

Agentes del Cuerpo Nacional de Policía han localizado un grupo de toxicómanos arremolinados en los accesos a un narcopiso clausurado junto a otros cuatro más hace unos días en las inmediaciones de Maestro Enrique Granados, territorio comanche de Juan XXIII. Un par de mujeres, el resto hombres y pocos con mascarilla. Los agentes, que les conocen por sus nombres («Sole, bonica, hoy no quiero que te vayas a drogar»; «Vete al fondo, Nicolasa»; «Ureña, aquí quieto»...), les conminan a que guarden al menos un metro y medio de distancia entre ellos y les entregan unos bocadillos que ha donado el colegio Santo Ángel de la Guarda. Pero ellos lo que buscan no es comida. Después les indican que se marchen a casa. ¿A cuál?

Asomados a las ventanas de sus viviendas, como si fueran las de un tren desvencijado, los vecinos de este barrio aprovechan la presencia de los uniformados para pedir: comida para ellos, comida para sus hijos, ayudas con las que aguantar este encierro para gente que vivía de la calle... Más que de agentes de Policía, en ese punto y en ese momento hacen las veces de agentes sociales.

Detención en un gimnasio

Pero no todos los escenarios que ofrece la ciudad en tiempos de pandemia para los encargados de hacer cumplir las normas de un estado de alarma son iguales. En la otra punta de la ciudad, en el barrio de Carolinas, el desenlace de una intervención policial es bien distinto: la detención del propietario de un gimnasio en plena actividad, que además le plantó cara a los agentes, y el apercibimiento de sanción al grupo de usuarios que, simulando con un carro que iban a la compra (una de las actividades por las que se puede salir de casa) se dirigían en realidad a hacer deporte. Algo que se pudo cortar gracias a la colaboración ciudadana, imprescindible para atajar comportamientos irresponsables que atentan contra la salud de todos.

Como el detectado por la Policía en la reforma de un local en la calle López Torregrosa, en pleno centro de la ciudad y no prohibido por el decreto, donde cerca de una veintena de obreros trabajaban hacinados sin respetar las normas más elementales de seguridad.

Sanciones

Del bingo vecinal a jugar al pádel en la calles

La Policía Local de Alicante continuó ayer con los controles a vehículos y personas e interpuso 18 multas, cerró una cafetería y una panadería y se disolvió un botellón, así como un bingo en la calle León XIII, donde los vecinos estaban con un megáfono jugando y causando molestias. En Elche se pusieron durante el fin de semana 649 denuncias, detuvieron a 10 personas y cerraron dos establecimientos por saltarse las restricciones. La Policía Local de Dénia interpuso nueve denuncias, entre ellas a dos jóvenes que estaban jugando al pádel en la calle. La Policía Local de Orihuela levantó 14 actas ayer por la mañana, mientras que en Alcoy sancionaron a 13 personas y detuvieron a otra. En Elda los sancionados fueron 17. Además de las intervenciones de las policías locales, la Policía Nacional y la Guardia Civil detuvieron el domingo a ocho personas y tramitaron 890 propuestas de sanción contra ciudadanos de la provincia.