Mantener el contacto directo con los alumnos a partir de clases virtuales, siempre que sea posible, es el objetivo en el que anda inmerso buena parte del profesorado de la provincia mientras se mantenga la suspensión de las clases presenciales. Dar clase online no puede ser simplemente colgar un pdf, como subrayan con cuantos ha contactado este diario a lo largo de la primera semana de aislamiento contra el coronavirus.

Constatan que las plataformas web generalizadas por la Conselleria de Educación por etapas educativas se saturan a diario y esto obliga a bloquear el acceso al alumnado por las mañanas para que los docentes puedan subir sus lecciones y actividades.

Para esquivar este tráfico ingente docentes de colegios e institutos optan por conectarse con sus alumnos a través de apps y programas de Google, en presencia de los padres si son menores. Y en los casos de familias sin recursos, les llaman por telefono para que se sientan vinculados y hagan los ejercicios de los libros que, en previsión, se llevaron a casa el último día de clase.

«La conexión en directo ayuda mucho. Hacemos tres sesiones porque el programa online las limita a diez personas al mismo tiempo y hay que abarcar a toda la clase. Con las familias, vía telegram y gmail. Pueden contactar en cualquier momento, las 24 horas, son momentos excepcionales», explican del colegio El Palmeral. Juan Francisco imparte Música, Valenciano e Inglés en el colegio María Auxiliadora y para implicar a sus alumnos con los aplausos a los sanitarios ha preparado una partitura de Flauta para que la practiquen en el balcón. «Son muy activos en la classroom de google y mantengo el contacto en cualquier momento del día», corrobora.

Vanesa Alguacil imparte clases de Geografía e Historia del programa plurilingüe en inglés a alumnos de primero a tercer curso de la ESO en el IES Cavanilles.

En su caso ya subía «materiales extra y recursos informáticos para que los alumnos los usaran cuando quisieran», y gracias a esta dinámica previa le ha resultado «mucho más fácil» generalizar la clase online. «A los de primero les cuesta más porque tienen que interactuar. Veo si están presentes, todos con su ordenador al mismo tiempo, con el mismo horario, y pendiente de las preguntas porque hay muchas dudas a la hora de reenviar los ejercicios». Google Drive les saca de apuros. Los estudiantes hacen una foto de la libreta en la que escriben en inglés y la suben al programa. «Me interesa que practiquen», explica.

El único problema que advierte esta profesora, y que transmiten el resto de docentes, es que no todos tienen recursos tecnológicos. En esos casos se echa mano del móvil del padre. También llama por teléfono cuando alguno no interactúa para implicar a la familia. Todo para que no ninguno se quede descolgado el tiempo que duren las clases a distancia.

«El año que viene plantearé la instrucción online como parte de la asignatura. Ahora voy cambiando de metodología según surgen problemas», añade. Está convencida de que «los alumnos van a madurar y serán más autónomos después de esto». El primer día preguntaban hasta por el color para escribir en la libreta. Y para los profesores implica también un esfuerzo extra. «Tengo que pensar actividades muy claras y concisas sobre lo que quiero que aprendan». En ello están.