Los familiares y amigos de los fallecidos en plena emergencia sanitaria del coronavirus ni siquiera podrán velarlos para darles el último adiós. Tanto quienes hayan dado positivo en Covid-19 como quienes hayan muerto por otra causa no tendrán velatorio ni ceremonias religiosas ni civiles, tanto en instalaciones públicas como privadas.

El objetivo es evitar la propagación de la enfermedad porque los familiares y allegados del finado forman parte del grupo de personas de alto riesgo. Desde el pasado jueves los cadáveres son trasladados directamente hasta el crematorio o al cementerio para ser incinerados o enterrados en la más estricta soledad. Únicamente pueden acceder al recinto los familiares directos del fallecido, el personal de la funeraria y los sepultureros, que deberán cumplir estrictamente el protocolo de autoprotección mediante el uso de mascarillas, guantes y equipos de protección individual homologados. Así lo ha establecido la Conselleria de Sanidad en su resolución sobre las medidas extraordinarias a adoptar por el coronavirus en la celebración de funerales y duelos.

Pero no son las únicas. En el manejo de los fallecidos portadores de la enfermedad el propio personal del hospital ya adopta, en la misma morgue, métodos de prevención. Los cuerpos se introducen en una bolsa sanitaria estanca, impermeabilizada, esterilizada y biodegradable cuya cremallera debe ser obligatoriamente sellada. Antes, se impregna el cuerpo del finado con hipoclorito sódico, un desinfectante similar al que se empleó en 2014 durante la crisis sanitaria del Ébola en España. A continuación el personal de los servicios funerarios coloca un nuevo sudario antes de depositar el cadáver en el ataúd, que deberá permanecer siempre cerrado. Y desde el hospital o la vivienda hasta el cementerio, en el coche fúnebre, para proceder al enterramiento o incineración en las condiciones en las que se realiza habitualmente.

Según los expertos, no hay evidencia de riesgo de infección a partir de cadáveres de personas fallecidas por el Covid-19. Sin embargo, en función de la evolución de otros virus respiratorios que sí entrañan posibles infecciones por contacto directo, el Ministerio de Sanidad prefiere extremar las medidas de precaución. Prueba de ello es que se está desaconsejando practicar autopsias en los casos positivos.

Limitaciones

En los primeros días de la emergencia sanitaria se optó por suprimir los velatorios únicamente para los fallecidos con coronavirus. En el resto de finados las restricciones se aplicaban, sobre todo, al número de personas que podían asistir tanto a las salas del velatorio como al campo santo. El personal de los tanatorios y los cementerios se entrevistaba previamente con las familias para reducir al máximo el aforo con el fin de evitar la propagación del virus.

Limitar el duelo a los familiares directos es doblemente duro pero necesario frente a una crisis sanitaria sin precedentes. Según se ha indicado desde el Tanatorio de Elda-Petrer, «los afectados estaban muy concienciados y se mostraban comprensivos con las medidas impuestas por las autoridades sanitarias. De hecho, solían ser ellos mismos quienes llamaban a sus parientes, amigos, compañeros y allegados para pedirles que evitasen riesgos y, por precaución, no acudiesen a darles el pésame. Prefieren que les hagan llegar las condolencias por teléfono o internet». Esto fue en los primeros días de la semana que acaba porque, desde el pasado jueves, la Conselleria de Sanidad ha prohibido todos los velatorios tras emitir un decreto con medidas especiales, que siguen las recomendaciones emitidas por la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Sanidad. Desde el Tanatorio Aljub de Elche se ha añadido al respecto que «hay a familias a las que les cuesta entender esta medida, ya que se enfrentan a dos situaciones complicadas, como son la unión de la pérdida de un ser querido con las limitaciones del estado de alarma por el coronavirus, aunque al final acaban colaborando».

Prohibiciones

Las parroquias de Elda y Petrer han cerrado al público y ya no se ofician misas. Únicamente responsos. Pero en la capilla del tanatorio los sacerdotes seguían celebrando funerales hasta el miércoles. No obstante, los feligreses debían situarse a dos metros de distancia y evitar las manifestaciones de condolencias a través de abrazos, besos y estrechamiento de manos. También quedaba prohibido darse la paz y formar filas de pésame al finalizar la misa.

Por su parte los profesionales de los tanatorios de la provincia han adoptado desde el primer momento las medidas preventivas que marca la normativa. Cabe recordar, asimismo, que los cementerios permanecerán cerrados hasta que remita la crisis sanitaria. Solo abren para realizar los enterramientos y, también en estos casos, se pide la máxima responsabilidad a los familiares de los difuntos en el acceso al recinto. Solo pueden entrar padres, hijos, hermanos y cónyuges guardando siempre la distancia de seguridad y evitando los contactos físicos entre los asistentes.