En zonas rurales, el envejecimiento y la despoblación están muy ligados e influyen de manera directa el uno en el otro. El turismo puede ser aquí una salida, tal y como explica Luis Alfonso Hortelano, que participó el sábado en l'Orxa en una jornada sobre el reto demográfico, organizada entre otros por el Colegio de Geógrafos y la UA.

n Luis Alfonso Hortelano, profesor de Geografía del Turismo de la Universidad de Salamanca, ha hablado este fin de semana en l'Orxa de «Turismo rural como herramienta ante el reto demográfico». Esta localidad de El Comtat, de 578 habitantes, refleja la problemática de la despoblación y el envejecimiento en el interior de la provincia.

P ¿De qué manera puede influir el turismo rural para combatir la despoblación y el envejecimiento de quienes se quedan?

R Uno de los efectos más destacados es el empleo directo que se genera, pero además hay que tener en cuenta todo el empleo indirecto, en actividades como el comercio, la artesanía y los transportes. Y también sirve para mantener ciertas costumbres o tradiciones, o incluso recuperarlas, al igual que ocurre con el patrimonio. Crea una serie de sinergias muy positivas.

P Sin embargo, el sector tiene el problema de una gran estacionalidad, ligada a épocas de vacaciones y fines de semana...

R Es una realidad, no se puede obviar. Pero dar esa vida, aunque sea de manera puntual, y aunque no sea la panacea, genera un flujo de actividad y de gasto, y crea todo ese empleo directo e indirecto que contribuye a mantener población, y población joven además.

P Se tiende a identificar el turismo rural como una actividad económica complementaria. ¿Cree que le falta profesionalización?

R Nació sin una orientación profesional, impulsada sobre todo con fondos de la Unión Europea en la década de 1990 más con vistas a compensar las rentas de agricultores y ganaderos. Sin embargo, muchos vieron ahí una actividad principal, y eso ha permitido que mejore la oferta y su calidad, y que con ello crezca la estancia media de los viajeros. Ahora bien, el sector necesita más formación, es cierto, y también una planificación estratégica, porque no todas las zonas son atractivas para el turismo rural.

P ¿Cuáles no lo son?

R Se ha visto que los entornos llanos o de campiña atraen menos que las áreas de montaña, donde las características naturales generan a priori más demanda.

P ¿Cómo cree que se encuentra la provincia de Alicante en ese aspecto?

R Aún queda camino por hacer; el sector tiene una actividad, y hay un territorio con un gran potencial en ese sentido como es el área de montaña del interior, pero el territorio aún admite más oferta.

P ¿Considera adecuado el impulso actual de la administración al turismo rural?

R El turismo rural es una de las patas de las medidas que se deben articular para frenar la despoblación. Debe formar parte de lo que se ha llamado reto demográfico, puesto que no sólo fija población, sino que además tiene beneficios para la gestión del paisaje y la cultura.

P Y eso requiere de inversión...

R Así es. Requiere de la existencia de servicios básicos en estas localidades, tanto para el día a día de los vecinos como para toda la población flotante. Lo mismo ocurre con actividades y servicios más de ocio, o con los transportes y las comunicaciones. Y hay que tener muy en cuenta el aspecto tecnológico; no puede ser, por ejemplo, que sea imposible pagar algo con tarjeta porque el datáfono no funcione.