No salió nada contento del examen el pasado 25 de enero. Aun así, el alicantino Rubén Hernández Quiles será el quinto en elegir plaza en este MIR 2020 de los casi 16.200 médicos que lo intentaron este año. Con 157 respuestas correctas y 18 fallos, Rubén se ha quedado a escasos cuatro punto s de la nota más alta y se ha colado como el único opositor de la Comunidad en el top ten de los estudiantes MIR de este año. Tendrá pues, prioridad, a la hora de elegir alguna de las 7.512 plazas de formación en residencia que se ofrecen este año, más que en ninguna otra convocatoria.

«Salí con una sensación muy mala. Fue un examen feo, desordenado con muchas preguntas fáciles y muchas difíciles que nadie iba a acertar... Me esperaba sacar una nota buena pero no ser el quinto», reconoce este recién graduado en Medicina por la Universidad Miguel Hernández (UMH) que no casa con la «típica» definición de estudiante de Medicina.

«Ni tengo familiares directos que sean médicos ni realmente tenía claro que iba a estudiar esto. Siempre me habían tirado las ciencias y lo tenía más o menos pensado. Fue al tener una selectividad muy buena cuando me decidí, porque me llegaba la nota», explica. El primer año no le echó para atrás -«es la verdadera prueba de fuego»- y se graduó el junio pasado aunque con un expediente «normalito, no te vayas a creer».

Eso sí, Rubén tenía claro que el MIR lo debía afrontar con constancia y, sobre todo, actitud. Se apuntó a la academia al empezar su sexto y último curso, y compatibilizó el estudio con las prácticas en hospital.

Quince meses estudiando de los que ha dedicado siete en exclusiva a preparar el examen. «Desde junio han sido 10, 11 y 12 horas diarias de estudio». ¿La clave?: «Cogerlo con ganas. Realmente durante las prácticas estar preparando el MIR me retroalimentaba con lo ya aprendido y que estaba repasando y después me he vuelto a enamorar de la medicina. Me lo he pasado muy bien estudiando», asegura.

Los avances en los simulacros de examen que iba haciendo en la academia le auguraban un buen resultado en el examen del 25 de enero pasado pero no tenía ni idea de que iba a llegar a ese quinto puesto. Ahora, Rubén tiene cerca de dos meses para pensar qué dirá en el Ministerio de Sanidad a mediados de abril cuando digan su nombre y tenga que elegir una de esas 7.512 plazas de residencia para formarse en una especialidad médica durante los próximos cuatro años porque, a día de hoy, «no tengo ni idea».

«De verdad, envidio a la gente que tenía tan claro entrar a la carrera o en qué se va a especializar, porque no tengo ni idea», reconoce el alicantino que, echando la vista atrás, asegura que sus preferencias han virado «muchísimo». Tiene claro las especialidades que no va a seleccionar: «la primera que descarto es Pediatría y tampoco cogeré ninguna quirúrgica», asegura. En la terna de finalistas - «que podrían cambiar», advierte- ha dejado Medicina Interna por lo «completa que es»; Anatomía Patológica y Dermatología «que me gusta bastante».

Rubén debe decidir qué, pero también dónde. «Tengo que ver qué voy a poner por delante en mi escala de valores, si irme a un hospital de renombre y lidiar con un entorno hípercompetitivo o quedarme en un hospital que conozca más». Con esa duda por resolver, Rubén sigue recibiendo felicitaciones y disfrutando del resultado de 15 meses de esfuerzo.