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Las primeras peticiones de familias veganas obligan a adaptar los menús escolares

Educación advierte de que no pueden superar el precio de la minuta, que son 4,25 euros al día. Los centros tienen que atender la ingesta de alimentos concretos por motivos de salud, religiosos o culturales

Menús en el colegio Isla de Tabarca, lentejas con verduras para veganos y fideuá con pescado, los demás. Héctor Fuentes

Las primeras peticiones de menús veganos en comedores escolares de la provincia por parte de las familias que no toman ningún producto de origen animal empiezan a obligar también a las empresas a adaptar la comida diaria para los alumnos evitando la carne, el pescado, los huevos y los lácteos.

La Conselleria de Educación es tajante al respecto. La obligación se concreta únicamente en la adaptación de la comida que haya prevista para el resto de los alumnos, pero no en ofrecer un menú estrictamente vegano. Las instrucciones de la dirección general de Centros Docentes contempla efectivamente que los colegios «están obligados a disponer de un menú de régimen, especial o alternativo para atender al alumnado que acredite la imposibilidad de ingerir determinados alimentos por motivos de salud, religiosos o culturales, de acuerdo con el proyecto educativo del centro docente».

En el colegio Isla Tabarca de Alicante no han necesitado leerse las instrucciones. Una familia que practica el veganismo, con dos hijos en edad escolar, ha pedido este curso menús distintos para sus hijos y la empresa de comedor adapta a diario la comida que ofrece al resto de los alumnos.

Opciones

Las lentejas con tomate y cebolla evitan el chorizo para el primer plato, y la hamburguesa la elaboran con berenjena y calabaza para los niños veganos porque no les gusta el tofu, que podía hace también las veces de la carne. Es uno de los menús adaptados que presenta Claire Servicio de Catering, la empresa que gestiona este comedor.

Cuando toca comer garbanzos no hace falta ninguna adaptación para el primer plato, y la tortilla la hacen sin huevos, con harina de trigo y verduras, una tortilla que llaman vegana y que puede incluir patatas sin problema alguno, como apunta Irene Sánchez, la administradora de la citada empresa de comedor.

El marmitaco de atún lo convierten en marmitaco de verduras, la salchicha en la variedad vegana y de postre pueden tomar toda fruta la que sea, nunca hay que cambiarla. Yogures los hay también de soja y los cereales y verduras no obligan tampoco a adaptaciones veganas. Asimismo, la ensalada que acompaña a diario la práctica totalidad de los menús escolares es perfectamente tolerable también para los niños con padres veganos.

«Lo que no está obligado a hacer el centro es un menú a la carta con productos veganos certificados y con los componentes que las familia veganas reclaman para compensar las proteínas de origen animal, a las que renuncian voluntariamente», concretan desde la Conselleria de Educación a preguntas de INFORMACIÓN. «Si una familia vegana exige que su hijo o hija no coma determinadas alimentos, el centro sí que está en la obligación de ofrecerle un menú adaptado que no incluya dichos alimentos, al igual que hace con las peticiones de las familia musulmanas respecto a los alimentos prohibidos por su religión», insisten.

Incluso, en el uso de su autonomía, los colegios públicos pueden aprobar un plan de comedor en el que incluyan la posibilidad de ofrecer menús «con la homologación «halal» y también menús veganos, pero el precio de la minuta por comensal y día no puede superar los 4,25 euros», puntualizan desde Educación.

Para Pilar, madre vegana que prefiere permanecer en el anonimato porque está en régimen de protección por violencia de género, estas medidas que contempla la conselleria no son suficientes. Ella exige que el menú escolar vegano no solo se adapte, sino que «sea de calidad. Debe contar con todos los nutrientes necesarios en cada comida y la proteína no puede brillar por su ausencia», se queja.

Miembro de la federación FEUME «por un menú vegano escolar propio en la Comunidad Valenciana», afirma que «sigue habiendo un montón de obstáculos» a la hora de solicitar menús plenamente veganos, «cuando las dietas veganas podrían ayudar a reducir e impacto ambiental», asegura.

La citada federación ha iniciado una campaña «para luchar por considerar la vegefobia o vegafobia como otra forma más de discriminación». Pilar añade respecto a su hijo que, como ella es vegana, «si algún día no quiere serlo, ya lo decidirá él. Ahora sabemos todo lo que necesita con informes del pediatra y tengo que andar peleando por la proteína, porque si no les facilitan los nutrientes necesarios puede caer enfermo. La excusa de que luego en casa ya comerá lo que quiera no me vale», abunda.

Y asegura que frente a lo que pueda parecer en principio, «un menú vegano no es más caro, solo hace falta voluntad. Medio kilo de tofu cuesta 0,85 euros, no es una cuestión económica y queremos un hueco específico en el comedor escolar», subraya.

Aunque a la mayoría de los colegios no se les ha presentado esta posibilidad, directores consultados por este diario afirman que no ven problema en adaptar la comida diaria para atender las necesidades de un alumno vegano. Irene Sánchez acredita en el Isla de Tabarca que es asumible.

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