Los enlaces entre mujeres han superado a los celebrados entre hombres por primera vez desde la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005. Así lo reflejan los últimos datos al respecto publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), referidos a 2018, que reflejan que ese año se unieron civilmente 123 parejas femeninas con domicilio en la provincia de Alicante, frente a 116 masculinas. La diferencia es exigua, pero resulta significativa por lo que implica en cuanto al uso del derecho a casarse por parte de un colectivo que históricamente ha sufrido una doble discriminación como es el de las mujeres lesbianas.

Además, el hecho de que ese mayor número de matrimonios entre mujeres que entre hombres se haya producido de manera general hace que esa diferencia de siete parejas en la provincia de Alicante sea mucho más que una mera anécdota. Los enlaces femeninos han superado a los masculinos en otras 32 demarcaciones y, lo que es aún más importante, a nivel nacional, también por primera vez desde 2005. En concreto, 2.512 frente a 2.358. En este sentido, las uniones de dos mujeres han tenido en general una tendencia ascendente desde la aprobación del matrimonio igualitario, y tan sólo se han producido de manera puntual leves descensos entre un año y otro. El patrón se ha repetido en la provincia de Alicante, donde los 123 enlaces de 2018 son también un máximo histórico.

En el caso de las uniones masculinas ha habido más altibajos. Tras una punta inicial de 3.000 matrimonios en 2006 -de ellos 168 en la provincia de Alicante-, la cifra se estabilizó en unos 2.000 al año -alrededor de 90 en la provincia- y más tarde bajó a en torno a 1.600. En los últimos años también se observa una tendencia creciente, aunque más suave que en las mujeres.

En cualquier caso, el incremento de los matrimonios entre personas del mismo sexo en los últimos años contrasta con el descenso de los heterosexuales. Las uniones homosexuales supusieron en 2018 el 3,67% de los 6.512 enlaces matrimoniales que se llevaron a cabo en la provincia de Alicante. El porcentaje tiende a crecer de forma mínima, aunque se encuentra en niveles similares a los de 2007, tras el auge que siguió a la aprobación del derecho.

Colectivo invisibilizado

El aumento de matrimonios entre mujeres es visto como un avance importante por parte del activismo LGTBI, tal y como explica el presidente de la organización alicantina Diversitat, Toño Abad. En su opinión, estas cifras «vienen a demostrar que existe una mayor visibilización del colectivo de mujeres dentro de la población LGTBI» y que ellas «acceden de forma igualitaria a los derechos». Para Abad se trata de «una buena noticia, teniendo en cuenta que las mujeres bisexuales y lesbianas sufren una doble discriminación» por su simple condición y han tendido a quedar «invisibilizadas» históricamente.

Por este motivo, el responsable de Diversitat considera que las cifras son motivo de celebración. Asimismo, hace hincapié en que el activismo LGTBI debe gran parte de sus conquistas sociales a las mujeres, y que por ello la organización estatal FELGTB dedica a ellas el año 2020. Son, tal y como recuerda Abad, «mujeres bisexuales, lesbianas y trans que han estado siempre en la lucha y que deben ser visibilizadas y reconocidas», gracias a las cuales «hemos conseguido, entre otras personas, que se aprobara el matrimonio igualitario en España».

La librera alicantina Carmen Juan, que con su pareja Sara Trigueros forma uno de los 957 matrimonios entre mujeres que se han celebrado en la provincia desde 2005, corrobora ese incremento de la visibilidad de la homosexualidad femenina; «entre los hombres estaba más reconocida desde hace más tiempo». En este sentido, añade que los 15 años transcurridos desde la aprobación de la ley han contribuido a generar más concienciación. No obstante, apunta también «cuestiones prácticas» para contraer matrimonio, como «el tema de la maternidad o contrapartidas previstas» cuando un cónyuge pasa por situaciones determinadas como la asistencia médica. Además, incide en que «la generación que se está casando ahora está en edad fértil y tiene una cierta estabilidad económica», lo que anima a dar el paso de formalizar las relaciones.