El interés por cursar la asignatura de Valenciano en las zonas castellanohablantes ha aumentado de forma considerable, según se refleja en los datos que maneja la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte. En el curso 2014-2015 había 22.472 alumnos matriculados en Secundaria en territorio de habla castellana y optaron por la exención un 22 %, lo que representaba el 3% del total del sistema educativo. Cinco años después, en el curso 2018-2019, el número de matrículas ascendió a 24.159 mientras el porcentaje de exentos decreció hasta el 10%, lo que supone un 1,2% del total de la Comunidad Valenciana.

También en Primaria se ha producido un ligero descenso de la cifra de estudiantes exentos en la lengua cooficial. En este caso, del curso 2014-2015 al curso 2018-2019 ha bajado del 2,3% al 2,1% la opción de optar por la exención.

Tradicionalmente, los cursos de Bachillerato son los que han registrado un mayor porcentaje de exención en los municipios que cuentan con ese derecho reconocido en la Ley 4/1983, de 23 de noviembre, de uso y enseñanza del Valenciano. Según la valoración que se hace desde el departamento que dirige Vicent Marzà, «Bachillerato es una etapa educativa no obligatoria donde el alumnado está preparándose para la Prueba de Acceso en la Universidad y es el alumnado que pide más exención en las zonas castellanohablantes». Para la Conselleria del área, la elección de aparcar la asignatura en estos casos «no se da porque el alumnado rehusa aprender en valenciano, puesto que la gran mayoría no escogen la exención en Primaria y en la ESO, sino porque de este modo se ahorran hacer las pruebas de valenciano» en la selectividad. A ese respecto, se defiende que la tarea pedagógica que se está haciendo con el Servicio de Educación Plurilingüe motiva que «se esté bajando también la petición de exención del Valenciano en Bachillerato», aunque sin concretar porcentajes concretos.

Meta laboral

Aprender un idioma a contrarreloj como requisito indispensable para alcanzar metas laborales. Es el reto al que se enfrentan numerosos alicantinos que precisan acreditar determinadas competencias lingüísticas en valenciano para ingresar, principalmente, en puestos de trabajo ligados a la función pública. La tarea, muchas veces, requiere un sobreesfuerzo en aspirantes que residen en zonas castellanohablantes y, sobre todo, entre aquellos que un día hicieron valer su derecho a la exención de la asignatura en el colegio e instituto. La necesidad de fortalecer años después la conexión con esta lengua cooficial obliga, con frecuencia, a buscar formación extra de la mano de un profesorado que cada vez está más cotizado.

La oferta formativa de cursos de Valenciano se ha multiplicado en los últimos años en instituciones públicas como las universidades y la Escuela Oficial de Idiomas, que han ampliado la tipología de recursos para facilitar el aprendizaje de este idioma a través de clases grupales con tarifas muy ajustadas. Ofrecen, también, algunos recursos gratuitos. Por ejemplo, la Universidad de Alicante imparte durante el segundo cuatrimestre de este año 22 cursos de diferentes niveles, presenciales y online,con 535 alumnos matriculados. Se organizan tanto en el campus de San Vicente del Raspeig como, desde 2016, en diversos municipios de la provincia. La Universidad Miguel Hernández de Elche forma en estos momentos a otros 739 alumnos en sus cuatro campus y, según detallan desde la propia institución educativa, no les resulta sencillo la contratación de docentes porque hay menos de los que se necesitan.

Mientras los recursos públicos se extienden por la geografía alicantina para acercar la enseñanza de esta lengua, encontrar academias y profesores particulares para afianzar el dominio lingüístico y perfeccionar, por ejemplo, las destrezas para la fluidez de la expresión oral se ha convertido casi en una misión imposible en ciertas zonas de la provincia, especialmente en la Vega Baja. En esta comarca la demanda de docentes supera con creces la oferta. Es una realidad que conocen bien los filólogos que trabajan, y en algunos casos residen, en el sur alicantino.

«Pagar lo que sea»

«He tenido a profesores desesperados por aprobar la Capacitació en Valencià y dispuestos a pagar lo que fuera por clases particulares para preparar el examen. Me siguen llamando con frecuencia para preguntarme si puedo dar clase, pero solo lo hacía mientras estudiaba la carrera. Es raro encontrar profesores de Valenciano porque prácticamente todos estamos trabajando en institutos», sostiene María Ruiz, que actualmente trabaja en el IES Grisolía de Callosa de Segura, su ciudad natal. No es la única que se expresa de forma similar. «Casi todos los días recibo alguna llamada o mensaje de alguien que busca clases. Los profesores de Valenciano estamos ahora muy cotizados y hay personas que están dispuestas a pagar casi lo que les pidas por enseñanza personalizada. Me han llamado hasta de academias de Elche para dar clase, pero no tengo tiempo, tengo demasiado trabajo». Son palabras de la torrevejense María Imbernón, graduada en Filología Catalana por la Universidad de Alicante y profesora en el IES Cap de l'Aljub de Santa Pola. El currículum de esta joven de 28 años indica que también tiene experiencia como profesora de clases particulares, por las que ha cobrado hasta 25 euros la hora trabajando en centros de estudios privados. El último en el que estuvo fue la academia Miralles de Torrevieja. La directora del centro, María José Miralles, confirma que es «muy complicado» encontrar profesores de esta materia en la zona. «Como hay mucha demanda, casi todos están trabajando en centros educativos públicos y es muy difícil que vengan a academias», asegura. Prácticamente lo mismo señalan desde la academia Montessori de Orihuela: cuesta encontrar docentes para atender, sobre todo, a estudiantes con perfil mayoritario de opositores o, directamente, trabajadores de la administración.

Maestros, profesores, personal sanitario o empleados de la administración de Justicia son los que mayormente demandan clases de esta asignatura. En unos casos supone un requisito indispensable para el acceso a las bolsas de trabajo público. En otros, es un mérito que suma puntos en los procesos de concurso-oposición. El profesor del departamento de Filología Catalana de la UA Vicent Brotons destaca asimismo que hay «una fuerte demanda de clases de personas que han estudiado Magisterio fuera de la Comunidad pero que aspiran a tener plaza de trabajo en su provincia. Se marchan varios años y cuando vuelven tienen la necesidad de esa formación. También demandan clases personas que en su día fueron exentas, tienen déficits y necesitan nivel», expresa. Él es de Petrer y esa es una realidad que aprecia entre algunos estudiantes de la localidad vecina, Elda. La situación se repite igualmente en la Vega, según valora Mª Àngels Soler, profesora de Valenciano en la EOI de Torrevieja. La filóloga reconoce que también a ella le suelen llegar peticiones de interesados en clases particulares para preparar los exámenes de nivel de la Junta Qualificadora de Coneixements de Valencià y de la Comissió Interuniversitària d'Estandardització d'Acreditacions de Coneixements de Valencià.

Pruebas comunes

Fue en 2015 cuando los rectores de siete universidades públicas y privadas de la Comunidad firmaron un convenio para homologar los certificados de valenciano expedidos por los servicios lingüísticos universitarios. Desde entonces, todos los alumnos se enfrentan a la misma prueba y son examinados por docentes con los que no tienen vinculación. Hasta entonces existía la posibilidad de que las universidades evaluaran a los alumnos que asistían a sus propios cursos, una situación que motivaba, incluso, que grupos de estudiantes de la provincia se desplazaran los sábados a centros privados de València que ofrecían metodologías de estudio que les resultaban más ventajosas para aprender de forma intensiva un idioma que, en muchos casos, habían abandonado años atrás. Por supuesto, todo previo pago de tarifas bastante más elevadas que en los públicos.

Soler critica que siguen existiendo prácticas con la expedición de ciertos títulos que se consideran, a su juicio y cuanto menos, anómalas. Asegura que existen centros privados que ofertan cursos para obtener, por ejemplo, la capacitación en Valenciano o el diploma de Mestre -que suman puntos en un concurso oposición- sin que se exija previamente al alumnado el nivel de idioma requerido, como sí se hace en los centros públicos. Para ello, prosigue, se ofrece hacer el curso y congelar la expedición del título hasta que se acredite haber superado el examen de nivel del idioma necesario. Cursos que, por lo general, cuestan a partir de 1.000 euros. «No sé cómo se expiden títulos de esa manera, cuando lo que se requiere es que el alumno sea capaz de impartir una asignatura con un correcto dominio del idioma», concluye.

¿Derecho a la exención o pin parental?

Son 33 los municipios de la provincia que tienen reconocido el derecho a la exención de la enseñanza de Valenciano, tal y como se recoge en la Ley 4/1983, de 23 de noviembre, de uso y enseñanza del Valenciano. Todos ellos están en la Vega Baja, a excepción de unos pocos ubicados en el Alto y Medio Vinalopó: Aspe, Elda, Monforte del Cid, Salinas, Sax y Villena. Son los padres de los estudiantes menores de 18 años los que pueden decidir si acuden o no a clases de esta materia, una práctica que algunos profesores comparan con el pin parental que se aplica en las aulas de Murcia. «Es un pin parental. Los padres hablan de derechos sobre la educación de sus hijos, pero ¿qué hay de los derechos del alumno a conocer una lengua cooficial?», opina Mª Àngels Soler, profesora de Valenciano en la EOI de Torrevieja. La Ley de enseñanza plurilingüe establece que al acabar las enseñanzas obligatorias, los alumnos, como mínimo, deben haber adquirido el nivel de valenciano y castellano equivalente al B1 y el equivalente al A1 de la primera lengua extranjera; y el B2 y A2, respectivamente, tras el Bachillerato.