De un día para otro. Sin avisar. Y sin un motivo aparente de cierre, al menos para los usuarios del parque canino de Garbinet, situado sobre la parcela que en su día acogió al colegio Manjón Cervantes, entre las calles Juan de Garay, Bailarín José Espadero y Doctor Carlos Mazón. Días después de una clausura que se consumó a finales de la pasada semana, no fueron pocos los dueños de perros que ayer se seguían encontraban el cartel en los dos accesos a la instalación cuando se dirigían al recinto con sus mascotas: «Zona de esparcimiento canino cerrada temporalmente. Zonas más próximas en la calle Doctor José Belmonte y en la calle Biólogo Lorenz Konrad. Disculpen las molestias».

Con las puertas cerradas, los dueños de perros se tenían que buscar alternativas: o pasear por las calles del entorno o, si querían soltar a los animales con seguridad, acudir al parque canino más próximo. Y es que el Ayuntamiento de Alicante ha decidido echar el cierre, al menos temporalmente, a una instalación muy demandada en la zona, alegando problemas de convivencia entre los usuarios del parque canino y vecinos de la zona. «Se ha cerrado por quejas de residentes que se quejaban de los ladridos de los perros. Se ha cerrado mientras se busca una posible solución», explicaban ayer fuentes de la Concejalía de Protección Animal, que está dirigida por la popular Julia Llopis.

El parque canino abrió sus puertas hace algo más de dos años, en la etapa del tripartito de izquierdas, dentro de un proyecto para habilitar zonas para perros en diferentes puntos de la ciudad. Desde el primer día, según explican usuarios, la instalación fue un éxito. «Principalmente, en el parque hay más gente entre las 10 y las 12 horas y, por tarde, de 19 a 21 horas. Salvo cuestiones puntuales, no han existido problemas, pero de un día para otro nos encontramos con las puertas cerradas, sin avisar. Sólo sabemos que hubo vecinos del entorno que protestaban por los ladridos. Nada más», explicaba ayer José María García, acompañado de su pequeño perro. El ciudadano, que era un fijo en la instalación, asegura que el parque fue un acierto, con hasta cuatro zonas diferentes: una para perros más grande, otras para perros más pequeños, una parte para niños y mayores (con columpios y para jugar a la petanca, que no se usaba mucho) y una última con canastas y porterías. «Lo único que se echaba en falta era algo más de limpieza. Las papeleras se pasaban días sin limpiar y también hacía falta un mayor cuidado de las zonas verdes», explicó ayer el usuario del parque de Garbinet, quien lamenta la decisión del Ayuntamiento de Alicante. En la misma línea se mostró Raúl Ruiz, otro habitual de la zona. «Era muy usada por los vecinos, había mucha gente en las horas centrales», añadía el joven, mientras paseaba a su perro por fuera del recinto.

Ambos usuarios, junto a otros muchos dueños de perros del entorno, deberán buscarse alternativas mientras el Ayuntamiento busca una solución al problema que, según asegura, existe con vecinos de la zona, que están cansados de escuchar ladridos. Los problemas con los vecinos surgieron antes de que la instalación abriese sus puertos. Entonces, el motivo fue que la asociación de vecinos reclamaba al gobierno municipal, que en aquella fecha estaba liderado por la izquierda, que «consultase» el proyecto. Pedían que se favoreciese la «participación ciudadana». El parque, al final, se abrió a mediados de 2017. Dos años y medio después, el Ayuntamiento ha cerrado sus puertas. Dicen, eso sí, que de manera provisional.