Los 428 alumnos del colegio público Oscar Esplá de Alicante saben que este curso tienen un banco en el patio en el que se pueden sentar si se sienten solos, están tristes o se sienten ofendidos por otros compañeros, para buscar compañía y consuelo.

Lo ha donado una mamá del centro y las demás integrantes de la asociación lo han pintado y decorado con la huellas de las manos de los propios escolares para implicarles en el proyecto. Con el correspondiente permiso municipal y el respaldo de la dirección del colegio, lo han colocado ante una pancarta gigante cuyo mensaje sirve de reclamo. «¿Quieres jugar conmigo?» Y ya ha empezado a dar resultado, como atestigua la secretaria y tesorera de la AMPA, Azahara Santa.

Confiesa que los primeros días, tras instalar el banco, las propias mamás se han convertido en detectives improvisados para comprobar que surte efecto. «Los niños saben que cuentan con este recurso y la verdad es que no sienten vergüenza de ir al banco cuando se sienten mal, solos o incomprendidos. Hemos querido observar cómo funciona y no pasan ni dos minutos desde que se sienta uno de ellos hasta que aparece alguien a su lado», afirma Santa en nombre de las madres del colegio.

La iniciativa de esta AMPA alicantina parte en realidad de la idea de una niña estadounidense, Acacia, que nació con una sola mano y dos dedos en la otra, y a la que se el ocurrió esta medida para reconducir el rechazo que sentía y que pensaba que hacía el mismo daño entre quienes la despreciaban.

La difusión por internet del banco de la amistad de Acacia, y la fundación creada posteriormente por sus padres, han hecho el resto a la hora de inspirar a diversos colegios en toda España, el Óscar Esplá entre ellos.

«En las actividades que organizamos con los niños el Día de la Paz hubo muchos deseos por la no violencia y por tener más amigos. En el colegio trabajamos mucho el modelo de convivencia dialógico que pone énfasis en la prevención y la resolución de conflictos a partir del diálogo, y mejora la convivencia tanto dentro como fuera de la escuela», explica a su vez la jefa de estudios del centro, Lola Martínez.

Así que en el Óscar Esplá «no hay cobardes, sino valientes», y los niños que se sienten mal o se ven solos piden ayuda a través de su banco de colores. «No se ven el punto de mira por sentarse en el banco, a los niños no les cuesta eso, no tienen reparo», aseguran desde la jefatura de estudios. El profesorado también tiene instrucciones al respecto. Cruzan la información de que disponen sobre la personalidad de los niños a través de sencillos test en el inicio del curso, con el movimiento que observan en el banco durante los recreos. Es como una ventana de información y si hay alguno más reticente trabajan por su integración.