? Cuando un paciente extranjero fallece y no hay ningún familiar que le acompañe, arranca una carrera contrarreloj para tratar de localizar a alguien que autorice a que se donen sus órganos. «Hemos llegado a enviar faxes a comisarías de policía de aldeas remotas de Marruecos para que lo firmara un familiar», cuentan Carlos de Santiago y Marian Miralles. Los coordinadores de trasplantes aún recuerdan casos como el de un hombre moldavo que falleció sin documentación. «Entre sus pertenencias encontramos un listado de teléfonos y nos pusimos a llamar hasta dar con alguien que autorizó la donación». O el de un iraní que murió, en este caso acompañado de su familia. «Localizamos a otra persona de origen persa que reside en Alicante desde hace años y vino al hospital para hablar con su familia. Finalmente, donaron sus órganos».