La Comunidad Valenciana ha cerrado el año 2019 como el menor en número de incendios de los últimos 33 años, correspondientes a la serie histórica 1986-2019. Una cifra récord que, en superficie quemada, baja de las 1.000 hectáreas y se coloca como el año con mejores datos de la década.

De las 969,38 hectáreas forestales arrasadas por el fuego en la Comunidad en 2019, más del 86% (841,08 hectáreas) corresponden al incendio de Beneixama que se originó el 15 de julio.

Por superficie, el último año es el cuarto con menor terreno quemado de la serie 1986-2019, por detrás de las 730,35 hectáreas de 2008, las 765,10 de 1996 y las 898,20 de 1997.

Por tipología, el avance de la estadística relativa a 2019 señala que el 34,3% de la superficie fue de terrenos arbolados y el 65,7% restante de tierras rasas.

El director general de Prevención de Incendios, Diego Marín, ha argumentado que en materia de incendios el único número a celebrar sería que el 100% de las causas de los incendios forestales fueran "causas naturales", es decir, rayos. En cualquier caso, es necesario agradecer y destacar el trabajo realizado por todos los equipos de prevención, vigilancia y protección.

Las cifras provisionales a cierre de año suponen una caída del 73% con respecto al año pasado y se sitúan muy lejos de las 138.404,50 hectáreas calcinadas en 1994, el año del trágico incendio de Millares, que en 2019 cumplió 25 años, o de las 58.994,16 hectáreas del 2012 marcado por el fuego en Cortes de Pallás-Dos Aguas.

El último inventario forestal del Ministerio para la Transición Ecológica revela que, pese a los incendios y el avance de sequía, la provincia de Alicante ha ganado un 10% de masa forestal en los últimos 20 años hasta alcanzar las 247.376 hectáreas, gran parte de las cuales están, sin embargo, sin sentido por el cese de la actividad agrícola y la posterior falta de cuidado, lo que las convierte en un polvorín en veranos como el actual, extremadamente seco. En la Comunidad Valenciana hay censadas 1,3 millones de hectáreas forestales, de las que el 56% pertenece a propietarios privados, un 38% es monte público el 6% restantes de origen desconocido.

En Alicante, el problema aumenta,además, por el perfil del propietario, un minifundista que no puede soportar los gastos de mantenimiento. Conclusión: el bosque se abandona y se convierte en una biomasa susceptible de convertirse en combustible. Según el inventario, a cada alicantino le corresponde entre 0 y 2 hectáreas de superficie arbolada según las comarcas de residencia. Cerca de trescientas mil hectáreas (299.375 hectáreas) son cultivos y 35.078 hectáreas otrora cultivadas están abandonadas.

La comarca de l`Alcoià con 19.567 hectáreas de masa forestal (23% del territorio) es la comarca con más superficie, mientra que el Baix Vinalopó es la que cuenta con menor superficie forestal, con 2.952 hectáreas (3%).

La pérdida de actividad agraria, especialmente en zonas próximas al monte, ha traído consigo la recolonización de campos de cultivo con especies del bosque mediterráneo. Los inventarios forestales de España así lo confirman. O sea, que los datos señalan que no hay perdida de masa forestal.

Otra cuestión es que en la provincia, y en el conjunto de España, hay áreas con riesgo de erosión, debido a su composición litológica (materiales blandos), que son fácilmente erosionables con ocasión de lluvias fuertes.

Un factor de riesgo que acelera los procesos erosivos son los incendios forestales, porque provocan la pérdida de la masa vegetal que cubre el suelo. Y si al poco tiempo del incendio se producen lluvias torrenciales se activan los procesos de arrastre y pérdida de suelo.